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A Fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Las huelgas de Francia como aviso a navegantes

Francia vivió ayer su segunda huelga general frente a la política económica de su presidente, Nicolas Sarkozy, desde que este accediera al cargo hace poco menos de dos años. La intensificación de la crisis queda clara en la cadencia de las protestas: en los primeros 20 meses de reinado republicano de Sarkozy no hubo mayores contestaciones sociales, mientras que en lo que va de año ya se suman dos. Según reconocen los datos oficiales, la de ayer tuvo un mayor seguimiento en las calles: en el arranque de la manifestación de la Plaza de la República de París se habrían concentrado 85.000 personas (varios cientos de miles, según los sindicatos), que en cualquier caso representan un aumento frente a las 65.000 del 29 de enero. En el resto de las grandes ciudades (hubo hasta 200 movilizaciones) se mantienen las discrepancias en las cifras, pero la policía reconoce una asistencia superior a la de hace dos meses.

Esa circunstancia contrasta con el menor seguimiento de la huelga en sí. De nuevo, la ausencia de los puestos de trabajo se concentró en el transporte y la enseñanza, aunque el consenso general acepta una incidencia menor que en enero. En resumen: menos huelguistas, pero más implicados en las manifestaciones que entonces.

En aquella ocasión, los protestantes consiguieron el compromiso de una cumbre social, en la que el Gobierno asumió un paquete de recortes de impuestos y ayudas para los parados y empleados con menos ingresos por un valor total de 2.600 millones de euros. Pero, al igual que sucede en el resto del mundo, la situación no ha hecho sino empeorar desde el mes de enero.

Los ocho sindicatos principales del país con mayor tradición pública entre las democracias del planeta reclaman una mayor implicación del Ejecutivo, en forma de mayor gasto y nuevos recortes impositivos. Según argumentan, la pérdida de empleos no hace sino agravar una crisis a la que no se ve salida. Sin embargo, el Gobierno parece no estar por la labor de realizar nuevas concesiones. Con un déficit público previsto del 5,8% para este año, en el Elíseo consideran que el margen de maniobra está prácticamente agotado. La ministra de Finanzas, Christine Lagarde, afirmó ayer que la caída del PIB en 2009 será del 1,5%, pero el instituto público Insée vaticina un desplome del 2,9% ya en el primer trimestre.

A diferencia de las protestas sufridas por el Gobierno de Jacques Chirac, las huelgas actuales no surgen en contestación a una medida concreta, como el famoso -y fallido- contrato de primer empleo. En esta ocasión, la lista de reclamaciones es amplia y heterogénea: aumentos salariales para los más favorecidos, medidas de protección para los desempleados, suspensión de los recortes de puestos de trabajo en el sector público o subidas de impuestos para las rentas más altas, entre otras.

La reiteración de las quejas revela una fuerte pérdida de popularidad de Sarkozy, quien, en su papel de presidente de turno de la Unión Europea, fue el líder más beligerante en cuanto al papel del sector público frente a la crisis en la segunda parte del año pasado. Desde entonces, la antorcha del liderazgo político ha pasado al nuevo presidente de Estados Unidos, Barak Obama. No debe olvidarse, en todo caso, que el Gobierno de Sarkozy fue refrendado por las urnas hace menos de dos años, y lo hizo con un programa de ruptura frente a la preservación de los valores público-republicanos impulsada por la candidata socialista, Ségolène Royal. En ese sentido, el éxito de las protestas ha de ser puesto en proporción.

Menos paro que en España

Desde el otro lado de los Pirineos puede llamar la atención el hecho de que los trabajadores franceses vayan dos veces a la huelga en ocho semanas, habida cuenta de que el impacto de la crisis, con ser grande, es más moderado que en España. A diferencia del resto de las grandes economías europeas, Francia todavía no ha entrado oficialmente en recesión (su PIB todavía creció en el tercer trimestre de 2008). Además, pese al significativo aumento, la tasa de paro en torno al 8%, resulta un escenario paradisiaco si se compara con el casi 14% que ya se sufre en España.

La tradición pesa en el país de la revolución que inauguró la edad moderna. Sólo hay que irse dos años atrás para recordar los graves altercados del extrarradio de París, en una situación económica mucho mejor que la actual. De momento, los trabajadores españoles, mucho más castigados por el paro o la sombra del mismo, aguantan el tirón. Pero el Gobierno y los agentes sociales no deberían dormirse en los laureles atribuyendo una responsabilidad ilimitada a la clase trabajadora. A mayor crisis económica, mayor riesgo de crisis social.

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