Luces y sombras del empleo femenino
Este domingo, 8 de marzo, se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, efemérides que nos brinda una buena razón para reflexionar sobre la situación de la mujer en nuestro mercado de trabajo. Como se sabe, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo se produce en España en tiempos más recientes que en el resto de los países desarrollados. De hecho, todavía estamos asistiendo a su plena incorporación y esto, junto con la también más tardía (en términos comparativos) incorporación de grandes volúmenes de trabajadores inmigrantes, es una de las razones que explican el crecimiento de la población activa y una parte del aumento del paro.
Intensamente ha trabajado el legislador en tiempos recientes para facilitar la presencia femenina y buscar la eliminación de su discriminación en el mundo laboral. Se busca con ello superar comportamientos y tics culturales que se han mantenido durante muchos años y que supusieron verdaderos frenos para la integración -no sólo laboral- de muchas mujeres en una vida hoy considerada normal e independiente. Es evidente que los cambios culturales que implican la plena integración no se consiguen exclusivamente a golpe de legislación y que la gran producción legislativa que en tiempos recientes se está produciendo se va asimilando de forma paulatina y no siempre exenta de polémica (la discriminación positiva, recientemente avalada por el Tribunal Constitucional, es un buen ejemplo de ello).
El panorama de la presencia femenina en nuestro mercado arroja muchas y crecientes luces: la tasa de actividad es superior al 50% y permanece subiendo, a diferencia de lo que ocurre con la de los hombres; la destrucción de empleo que se está produciendo desde el pasado año está respetando al empleo femenino, que creció en 36.400 puestos de trabajo durante 2008, mientras el masculino, muy castigado por su concentración en los sectores de construcción e industria, descendía en 656.500. La presencia femenina, concentrada en el sector más dinámico, como es el de servicios, está haciendo que hasta la fecha las mujeres estén capeando mejor el temporal de la pérdida de empleo.
Las sombras, sin embargo, siguen siendo también múltiples y algunas suponen complejos desafíos para la equiparación de nuestro mercado de trabajo con el del resto de los países europeos (tasas de empleo todavía inferiores, concentración de la temporalidad, dificultades para el libre desarrollo de la maternidad y de la conciliación, diferencias salariales injustificadas ), lo que supone que el trabajo pendiente es todavía de gran dimensión.
Si las empresas apuestan por la equiparación de condiciones laborales de la mujer, no sólo contarán con trabajadores más comprometidos y leales, sino que colaborarán en la instauración de modelos sociales de comportamiento más justos y responsables.
La Fundación Adecco trabaja desde 1999 para favorecer la incorporación al mundo del trabajo y la plena integración de colectivos con dificultades. Uno de sus objetivos se ha centrado en impulsar el acceso al empleo de las mujeres de más edad, de aquellas que tienen responsabilidades familiares no compartidas y de las que sufren violencia de género. Las dificultades para lograrlo son grandes, pero el esfuerzo de las afectadas y los resultados del trabajo realizado (el III Informe Perfil de la mujer Trabajadora recientemente publicado por Adecco y la Fundación Adecco nos da algo de información sobre ello) son un buen ejemplo de que si se quiere, se puede.
Juan Chozas. Patrón de la Fundación Adecco