¿Tipos del BCE al 0%?
Hoy se reúne el Consejo del BCE y el consenso de inversores y analistas anticipa que volverán a bajar los tipos hasta el 2% o incluso por debajo. Esto que hemos denominado globalización implica que hay un bien numerario mundial, que es el dólar, tres áreas monetarias principales: dólar, euro y yen, y a través de los tipos de cambios se fijan los precios relativos de los bienes y servicios que consumimos los más de 6.000 millones de habitantes del planeta.
El mundo monetario es global pero la soberanía política sigue siendo nacional, aunque los bancos centrales nacionales tienen un margen de maniobra limitado para variar las condiciones monetarias en sus áreas de influencia. El BCE siempre mantiene su discurso de independencia y estabilidad de precios, pero la realidad es que la Fed y el Banco de Japón ya han llevado los tipos a cero, por lo que en Europa no podrán estar muy alejados.
Por desgracia, los tipos de interés oficiales no paran de bajar y los tipos de interés efectivos de nuestras empresas no paran de aumentar y muchas empresas y familias europeas han visto restringido el crédito, por lo que el tipo de interés ha pasado a ser infinito.
Por lo tanto, el BCE, además de bajadas agresivas de tipos, tendrá que aplicar políticas cuantitativas como la Fed. Irving Fisher explicó en 1933 que, en crisis financieras de esta envergadura, la velocidad del dinero se desploma y es la causa que deriva en la deflación y depresión de la actividad. Por lo tanto, la base monetaria, que es igual al pasivo del banco central, debe aumentar significativamente para contrarrestar los efectos de la crisis financiera y de la contracción de crédito sobre la economía real.
El BCE, en su último balance publicado, tiene un pasivo superior a los dos billones de euros, lo cual supone un 50% de incremento sobre principios de 2008, por lo que en Europa también estamos haciendo políticas cuantitativas aunque mucho menos agresivas que en Estados Unidos. La Fed ha multiplicado por tres su base monetaria en un año y además ha cambiando la composición de su activo, vendiendo deuda pública a precios desorbitados y comprando titulizaciones a precios ridículos.
Irving Fisher estaría muy satisfecho de que los economistas estadounidenses hagan caso de sus estudios para evitar a los ciudadanos otra Gran Depresión. Sólo el anuncio de la compra masiva de titulizaciones en diciembre por parte de la Fed ha reactivado los mercados de capitales y estamos viendo un aluvión de emisiones en los mercados primarios y, lo más importante, ha conseguido reducir los diferenciales de crédito, especialmente los tipos de referencia hipotecarios. Por lo tanto, la Fed consigue varios objetivos a la vez: inyectar liquidez, combatir la deflación de activos, provocar plusvalías de las carteras de activos bancarios, capitalizar a las entidades y hacer más atractiva la demanda de vivienda.
Sin embargo, el aumento del pasivo del BCE tiene truco. La autoridad monetaria ha permitido acceso ilimitado a sus subastas de liquidez y desde entonces el conjunto de los bancos europeos demandan más dinero del que necesitan; la pasada semana le devolvieron en la facilidad de depósito más de 315.000 millones de euros. Si corregimos esta anormalidad que altera el balance del banco central, pero no tiene efectos sobre la liquidez del sistema, el aumento de la base monetaria ha sido del 23%.
Europa entró en recesión el pasado verano, seis meses después de Estados Unidos, y las medidas que estamos aplicando son muy similares a las estadounidenses pero también con retraso. En los próximos meses, la economía alemana comenzará a destruir empleo con mucha intensidad e iremos viendo cómo los discursos van abandonando la ortodoxia para adaptarse a la realidad, como ya sucedió en Estados Unidos.
Las políticas fiscales también se están activando en Europa, aunque seguimos primando las rebajas de impuestos. Es incoherente que los Estados aumenten la deuda pública y bajen los impuestos a los ciudadanos. Lo más efectivo es mantener impuestos y aumentar el gasto público para contrarrestar la fuerte destrucción de empleo.
Si el BCE cumple el guión, el euro seguirá depreciándose y situándose por debajo de su nivel de equilibrio a largo plazo, ayudando a las empresas exportadoras, principalmente a Alemania, a engancharse al próximo ciclo expansivo de Estados Unidos que, si se sigue acertando con las medidas y el petróleo se mantiene en los niveles actuales, puede iniciarse el próximo verano.
España ha sido el país más perjudicado por el endurecimiento de la política monetaria del BCE en 2008, principalmente por el aumento de los tipos del euríbor, pero será el más beneficiado de las políticas heterodoxas. Los españoles que mantengamos el empleo, disfrutaremos de un año mucho mejor que 2008. La mitad de los hogares tenemos deuda y renovaremos a un euríbor año cercano al 2% en breve, y hay más de 20 millones de coches que pueden llenar el depósito un 30% más que el pasado verano.
Nuestros bancos tienen que afrontar importantes vencimientos de deuda y se beneficiarán de la normalización gradual de los mercados de capitales mundiales, gracias a la decidida acción de la política económica desde Estados Unidos hasta China y podrán refinanciar su morosidad a tipos ridículos, si los comparamos con la crisis de 1992.
Por desgracia, muchos españoles están perdiendo su empleo y nuestros jóvenes tienen enormes dificultades para colocarse cuando acaban sus estudios, por lo que 2009 será un mal año económico, aunque es difícil superar a 2008. En España hemos hecho el mayor esfuerzo fiscal de la OCDE y ahora llega la hora de las reformas. He leído en el Plan E que se está elaborando un ambicioso anteproyecto para adaptar la directiva europea de servicios, ampliado a servicios profesionales. Si se aplica con voluntad política, descubriremos que en España siguen existiendo nichos ocultos de actividad y empleo por descubrir.
José C. Díez. Economista jefe de Intermoney