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Tribuna
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Endeudamiento de la tarifa eléctrica

El precio bajo de la electricidad que disfrutan los consumidores en España no es realmente tal, sino que se trata de un pago aplazado, asegura el autor, que analiza el déficit de tarifa. En su opinión, este mecanismo creará riesgos sobre la viabilidad económica del sistema en su conjunto

Con el fin de año, surge el debate sobre las tarifas para el siguiente. Aunque es el ministerio quien finalmente decide, la Comisión Nacional de Energía, ejerciendo su función asesora, calcula periódicamente sus estimaciones basadas únicamente en los costes necesarios para poder abastecer el consumo. En su última revisión, hace pocos días, el cálculo arrojó una subida superior al 30%. ¿Quiere esto decir que los costes se han incrementado un 30% desde el año anterior? En realidad, no. Lo que refleja el informe de la CNE es que la tarifa actual está, desde hace varios años, muy por debajo de los costes y de los niveles de precios que serían razonables bajo cualquier hipótesis.

Una comparativa con los países de nuestro entorno ilustra de forma clara el panorama. Según las estadísticas de la Comisión Europea, un consumidor doméstico típico situado en Dinamarca paga por su electricidad el doble de lo que pagaría ese mismo consumidor en España. Los clientes italianos, por ejemplo, también pagan precios mucho más elevados que los que pagamos en España, un 90% mayores. Y es que los precios de España se sitúan claramente entre los más baratos de Europa, un 30% por debajo de la media de la Europa-15. æscaron;nicamente Grecia y Finlandia tienen precios eléctricos menores que los nuestros. La gran mayoría de los países comparables de nuestro entorno tienen precios más caros que los españoles, y en muchos casos las diferencias son superiores al 50%. Incluso los precios de Francia son similares a los españoles, a pesar de que sus costes de producción son claramente inferiores a los del resto de Europa, debido a la energía nuclear.

El problema, obviamente, no es que el precio sea bajo -todos querríamos tener precios bajos para los productos que consumimos-, sino que esos precios reducidos no responden a ninguna característica especial por la que los productores de electricidad españoles sean capaces de hacer lo mismo que otros productores europeos por un precio significativamente menor. Los precios bajos sólo responden a una decisión del Gobierno para que los clientes que están bajo las tarifas reguladas no paguen el verdadero coste de la luz. Por decirlo claramente, se trata de un precio artificial que no tiene nada que ver con el valor razonable de la electricidad. Es un precio intervenido, subvencionado para que esté por debajo de los costes, de modo que la energía barata de la que disfrutamos es simplemente un espejismo que no está relacionado con la realidad de los costes de nuestra energía.

De acuerdo con los datos de la CNE, cada uno de los consumidores domésticos de España está dejando de pagar, aproximadamente, el 30% del coste de su electricidad. Sin embargo, ello no supone una reducción del coste sin más, sino que se trata únicamente de un pago aplazado. El propio consumidor es quien, sin saberlo, tendrá que hacerse cargo de pagar este coste más adelante. Los costes no incluidos en los precios de este año pasan a formar parte del llamado déficit de tarifa que tendrá que ser abonado, con intereses, a lo largo de los próximos 15 años.

Dicho de otro modo, cada consumidor de España arrastra una deuda con el sistema de más de 400 euros, por pagos que debería haber hecho en su factura de la electricidad -más del 85% corresponde a cantidades no pagadas entre los años 2005 y 2008- pero que las autoridades decidieron posponer. El coste futuro de la electricidad de los próximos 15 años deberá incluir las anualidades correspondientes a todos estos pagos atrasados. Por ejemplo, en el año 2008 ya estamos pagando más de 1.500 millones de euros por costes incurridos en años anteriores, lo que representa más del 6% del total de los costes de este año.

Y, si nada cambia, el valor de las cuotas que habrá que pagar para hacer frente esa deuda será cada vez mayor -en 2009 serán alrededor de 2.300 millones de euros si la tarifa mantiene la tendencia actual, mientras que el total del déficit generado superará los 15.000 millones-.

El precio bajo del que ahora disfrutan los consumidores en España no es realmente tal, sino que se trata simplemente de un pago aplazado. Más tarde o más temprano esos costes acabarán aflorando en la tarifa, aumentados por los intereses, y creando riesgos apreciables sobre la viabilidad económica del sistema en su conjunto. Es urgente volver a alinear el precio de la electricidad con sus verdaderos costes y acabar con el concepto del déficit de tarifa, que es una perversión del mecanismo de tarifas que nunca debió existir.

César Vacchiano López. Ingeniero industrial y máster en Marketing, es consultor y profesor en escuelas de negocios. Ha sido director general de Tabacalera, AGF Fénix y Telefónica así como director gerente del Fórum Nuclear Español.

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