Un hito en la financiación electoral de EE UU
La campaña electoral de EE UU no sólo ha sido una lección de democracia, ha sido una reafirmación de que el sueño americano sigue siendo hoy una realidad. La campaña electoral 2007-2008 entre John McCain y Barack Obama es además un referente en marketing político electoral en todo el mundo por varios motivos. En primer lugar, el liderazgo de EE UU en el mundo. En segundo lugar, por el número de votantes (esto es, más de 137 millones en más de 4.000 kilómetros de costa a costa), por su duración en el tiempo, casi dos años de campaña. Y además, por el presupuesto empleado (más de 5.000 millones de dólares, lo que representa un 27% más que en 2004).
Esta campaña marcará un hito en la financiación de las campañas porque se ha comenzado a hacer un nueva comunicación política electoral. En mi opinión, hemos entrado en la evidencia de lo que el politólogo italiano Giovanni Sartori destacó en 1997 en su libro Homo videns: la sociedad teledirigida como la evolución del homo sapiens al homo videns, es decir, el abandono del lenguaje conceptual, que es sustituido por un lenguaje perceptivo concreto.
En esta campaña el candidato demócrata Barack Obama no sólo ha comunicado su programa electoral, ha realizado una comunicación que ha persuadido al electorado, entendiendo por persuasión un proceso por el que un comunicador intenta influir en las creencias, las actitudes y la conducta de otra persona o grupo de personas a través de la transmisión de un mensaje ante el que el auditorio mantiene su libertad de elección.
Lo que es más importante de la campaña es la participación activa de la sociedad civil, el candidato ha apostado por la implicación de otros, Obama ha conseguido que el cambio sea cosa de todos, con el hábil manejo de las herramientas audiovisuales que le han permitido cambiar el rumbo de la comunicación política, porque el candidato demócrata ha implicado al electorado, ha movido a la acción de los votantes integrando a los voluntarios como parte del equipo de campaña y ha creado portales democráticos y redes sociales que han participado con más de 100.000 actos organizados por simpatizantes.
Sin renunciar a mítines, anuncios tradicionales y debates, también se ha apostado por integrar otros medios, y el campo de batalla se realiza en el ámbito de la imagen audiovisual. Barack Obama ha realizado 1.814 vídeos con entrevistas, intervenciones, apoyo de actores, mensajes especiales para distintos estados (Nevada, Michigan, Ohio) y para distintos colectivos (inmigrantes latinos, judíos) y otros miles de simpatizantes han creado otros tantos. Esta implicación ha llegado incluso a tocar el bolsillo de los votantes. Hemos pasado de que los candidatos prometan dinero a los electores, a que los electores sean responsables en la financiación de la campaña para la consecución de la victoria. Ya no se pide masivamente el voto, se pide también soporte económico.
La campaña de financiación de Obama ha batido todos los récords de recaudación con más de 3 millones de donantes, con pequeñas cantidades: 5, 15 y 25 dólares a través de internet, alcanzando los 750 millones. Esto supera lo recaudado por Bush y Kerry en 2004.
En este sentido, la campaña demócrata de Obama ha marcado un hito al no aceptar dinero público. Ha hecho partícipe del esfuerzo económico a todos los votantes, con la justificación de que si la financiación de las campañas proviene de los lobbies, se les tiene que servir a ellos antes que a los ciudadanos, pero si las aportaciones vienen de los votantes sólo tenemos que estar a su servicio. En EE UU, donde la donación de los particulares proviene del sector de los negocios en un 72%, hay que repensar un nuevo sistema de financiación de las campañas electorales a través de la participación social que se entiende hará más libre el ejercicio del servicio al bien común. Ahí queda el reto.
Gloria Ostos. Directora de Ostos&Sola Estrategias de Comunicación Política y Social