Especulación en las divisas
El contagio de la crisis desde el crédito a las divisas ha mostrado los peligros de algunos tipos de especulación. En particular, el carry trade sobre divisas ha descubierto aún más la actual mala salud.
La práctica -tomar prestado a corto en monedas fuertes como el yen e invertir en hild yield en divisas en mercados emergentes- funciona como un regalo en los buenos tiempos. Los especuladores no sólo se benefician del spread entre los tipos de interés, además pueden disfrutar del capital obtenido mientras aumenta el valor de los activos.
Pero cuando el ciclo cambia y la manada huye en estampida hacia la salida, el capital obtenido deviene en pérdidas. Esto es lo que está sucediendo ahora. La alza dramática del yen y, en menor grado el dólar, está apretando a los especuladores y azotando a las economías periféricas. Los especuladores están peleándose para cancelar sus préstamos en monedas fuertes antes de que el ajuste de las divisas les arrastre.
Para los especuladores esta penosa lección tiene un fin saludable. Pero el daño colateral es más angustiante: para los bancos que prestaron a los carry-traders. Para los inversores como fondos de pensiones o aseguradoras que soportaron sus activos y que ahora están siendo abandonados por los carry-traders cuyos activos están cayendo peligrosamente a niveles de sus pasivos. O para los exportadores de los países afectados -como las compañías japonesas- se enfrentan a un recorte de sus beneficios.
El reequilibrio de las divisas podría desembocar en una catarsis económica. La apreciación del yen podría ayudar a recomponer el comercio mundial, aunque la apreciación del dólar tira en dirección contraria. Ciertamente, los países como Reino Unido -con un enorme déficit por cuenta corriente- se podrían beneficiar de una libra más barata.
Dicho esto, apenas es el momento para que el sistema financiero global afronte nuevas pérdidas ingentes, más retiradas de activos y, en respuesta, más inyecciones de capital público para los bancos y quizás las aseguradoras.
Pero por mucho que esta crisis tenga de positivo, una cosa debería estar clara. La especulación sobre las divisas crea desestabilización. Cuando está crisis termine, las autoridades deberían intentar reducirlo. Por Hugo Dixon
Créditos de Strauss-Khan
Dominique Strauss-Kahn (DSK) vuelve a estar en la palestra. Ahora, el director gerente del Fondo Monetario Internacional, que acaba de ser absuelto de abusar de su autoridad por un asunto antiguo, debe actuar sabiamente. Los acuerdos del FMI para sacar de apuros a Hungría, Islandia y Ucrania marchan viento en popa. Y DSK, como es sabido, está a punto de adquirir una nueva y poderosa arma de artillería del FMI.En principio, es buena la idea de préstamos de emergencia a los mercados emergentes con pocas ataduras. Si el Fondo se mantenía firme en su antiguo enfoque -la negociación de cambios en las políticas a cambio de dinero en efectivo-, muchos países emergentes podrían pedir ayuda progresivamente hasta que fuera demasiado tarde, lo que podría provocar un nuevo desmoronamiento del sistema financiero mundial.Bajo la filosofía del 'rápido acuerdo político', existe la posibilidad de inyectar 100.000 millones de euros en las economías de Europa oriental para estabilizar la región.El enfoque del FMI en dos niveles también tiene sentido. Países como Argentina, que no ha cooperado con el Fondo y que acaba de nacionalizar los fondos privados de pensiones, sólo deberían tener acceso a dinero si se comprometen a una reforma total.Dicho esto, merece una aclaración la idea de que los países del Este son inocentes ante una crisis que no han provocado. Si bien la mayoría han aplicado políticas macroeconómicas razonables, sus políticas financieras han sido imprudentes. Un error común ha sido la excesiva confianza de sus ciudadanos en préstamos en monedas extranjeras. Las variaciones sobre este tema se han dejado notar durante la crisis de los mercados emergentes de los últimos años, incluida la asiática de 1997. Es razonable que los países responsables reciban dinero del FMI con pocas ataduras, pero no estará disponible durante un largo periodo de tiempo. Si lo necesitan a largo plazo -y parece que sí-, DSK debe insistir en las reformas.La regulación de sus sistemas bancarios para evitar la dependencia de los préstamos en moneda extranjera debe encabezar la lista. Mientras tanto, los países harían bien en dejarse asesorar para iniciar las reformas ahora, mejor que esperar a un doble chaparrón con el FMI. Por Hugo Dixon