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Hacia un nuevo orden financiero

EE UU acogerá la primera de una serie de cumbres para responder a la crisis

EE UU organizará la primera de una serie de cumbres en las que se va a planificar una respuesta global a la crisis y se sentarán las bases de un nuevo marco financiero. No hay fecha para este encuentro, al que George Bush accedió tras reunirse el sábado con Nicolas Sarkozy y José Barroso.

La coordinación internacional para responder a esta crisis se institucionalizará a través de una serie de encuentros de líderes mundiales en los próximos meses. Es lo que acordaron el sábado, tras un encuentro en Camp David, los presidentes de Francia, EE UU y la Comisión Europea.

A estas cumbres no solo acudirán los miembros del G8, los países más ricos, sino también otras grandes economías como China e India, o países claves como Suiza y Arabia Saudi. La participación de España, algo por lo que abogó el viernes el presidente del Reino Unido, Gordon Brown, está en el aire como muchos detalles de la cumbre.

El objeto de estas reuniones es, además, tratar de sentar las bases para prevenir crisis iguales, siempre, eso sí, manteniendo el libre mercado o lo que el presidente francés describió como 'el capitalismo del siglo XXI'.

El trabajo para crear el diseño institucional de una nueva arquitectura financiera es algo que desde la comunidad inversora saben que es inevitable pues el déficit de confianza está siendo tan profunda que hay elementos del sistema crediticio que no van a resistir el paso de esta crisis. 'La actitud frente al crédito y la forma de gestionarlo nunca será igual', explicaba una gestora de un hedge funds a CincoDías.

La convocatoria de estas cumbres es un éxito diplomático de Europa, un bloque económico que ha reaccionado deprisa a la crisis y está liderando la mayor parte de las soluciones.

Aunque Sarkozy quiere que la primera de las cumbres se celebre pronto, probablemente no llegará antes de las elecciones del 4 de noviembre en EE UU. De ser así, el presidente electo podría acudir a ellas. Sarkozy quiere que se celebren en Nueva York, por ser el epicentro de la crisis, y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha ofrecido la sede del organismo para albergarlas. Una imagen que retrotrae a los acuerdos de Bretton Woods tras la Segunda Guerra Mundial.

Los estadounidenses no parecen dispuestos a aceptar esta idea de la misma manera que tampoco están de acuerdo en algunos puntos de la agenda de los europeos, en parte inspirada por el Reino Unido. Lo que Europa quiere es que haya más transparencia en la toma de riesgos y el mercado de los derivados, ligar las compensaciones de la banca a los objetivos a largo plazo, aumentar los requisitos de liquidez de la banca, profesionalizar los consejos y la reforma de las agencias de calificación de crédito. Y dos asuntos más. La puesta en marcha de un sistema de detección de crisis, es decir de burbujas y la creación de una especia de supervisor internacional para la gran banca. Ni EE UU ni Japón están de acuerdo con esta figura.

El FMI investiga a su director gerente

El FMI investiga si el director gerente de esta institución, Dominique Strauss Kahn, abusó de su posición y tuvo trato de favor con una ex empleada de esta institución con la que tuvo una relación en enero. La investigación se abrió en agosto a instancias uno de los miembros del consejo del Fondo y se ha mantenido tan en secreto que otros miembros de este órgano se han enterado solo cuando The Wall Street Journal comenzó a indagar.Strauss Kahn tuvo una relación con Piroska Nagy, una de las responsables del departamento de África del FMI. Nagy, que entonces estaba casada, fue una de las 600 personas que recibió una indemnización por dejar el FMI cuando se aprobó el recorte de plantilla y lo que se investiga es si Strauss Kahn la favoreció, con una cantidad no apropiada o la represalió. Ahora ella trabaja en Londres para el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo. Strauss Kahn está colaborando con la investigación y asegura que no abusó de su posición.El escándalo llega cuando el FMI podría ganar protagonismo en la gestión de la crisis y recuerda a un episodio que le costó la presidencia del Banco Mundial a Paul Wolfowitz.

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