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El incierto destino de los cuadros de Lehman

El banco de inversión posee una colección de unas 3.500 obras.

La quiebra de Lehman Brothers no sólo deja en el aire el futuro de un negocio financiero, también plantea incógnitas sobre el destino de su colección de arte. En efecto, obras de Takashi Murakami, Andreas Gursky o Jasper Johns son algunos de los activos menos conocidos de Lehman Brothers. El banco de inversión tiene unas 3.500 obras de arte contemporáneo que se han exhibido en sus oficinas alrededor del mundo.

La bancarrota de Lehman, ahogado por las cargas de las hipotecas subprime, plantea dudas sobre el destino de su colección de arte. Dependiendo de los procesos de quiebra y de si se trocean y venden sus negocios, toda o parte de la colección podría ser vendida.

En 2003 Lehman sumó a su colección el conjunto artístico de Neuberger Berman, entidad que adquirió en ese año. Son alrededor de 900 obras que podrían cambiar de dueño si Neuberger es nuevamente vendida. La firma, fundada en 1939, comunicaba ayer a sus clientes a través de la página web que continuaba con su operativa normal y que no estaba afectada por los procesos de bancarrota de Lehman.

El principal directivo de Lehman y su mujer son ávidos compradores de arte

Randall Whitestone, portavoz de Lehman, ha evitado hacer comentarios sobre el futuro de sus obras de arte. Las casas de subastas, sin embargo, tienen experiencia en liquidar colecciones de empresas. Sotheby's, por ejemplo, ha vendido obras de arte de International Machines, y Christie's ha subastado las fotografías del quebrado operador de futuros Refco.

A la agente neoyorquina de arte Debra Force no le sorprendería que Lehman optara por organizar una subasta. 'La administración podría decidir que desde la perspectiva de la imagen, no estaría bien visto mantener todas estas obras de arte en un proceso de quiebra y con la gente perdiendo su empleo', asegura. 'Se convierte en un punto de fricción''.

'La edad de oro de las compras de arte por parte de las empresas se vivió en los años 60 y 70, cuando se formaron colecciones como la de IBM'', señaló el presidente de Christie's para el continente americano, Marc Porter.

El responsable ejecutivo de Lehman, Richard S. Fuld Jr., y su esposa, Kathy, son ávidos compradores de arte para su colección personal. Kathy es vicepresidenta de la junta de fideicomisarios del Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York. La pareja ha prometido donar al museo una pintura de 2005 de Jasper Johns y un dibujo de 1947 de Louise Bourgeois de título Femme Maison de su colección personal, según ha informado la pinacoteca neoyorquina.

La asesora de arte Janice Oresman fue contratada para formar la colección de Lehman a finales de los años 70 y principios de los 80. Sus adquisiciones incluyeron una escultura de Louise Nevelson y pinturas de Wayne Thiebaud, junto con obras de Jasper Johns y Frank Stella. Las obras de Johns alcanzan en subasta los 34.000 euros.

En Neuberger, Arthur Goldberg, coleccionista de arte y socio retirado de la firma, estuvo a cargo de las compras de arte de 1990 a 1998. Adquirió obras de Marlene Dumas y Damien Hirst antes de que fueran conocidos. La colección corporativa incluye una escultura en forma de telaraña de Jim Hodges y fotografías de Candida Hofer.

Grandes colecciones corporativas

El coleccionismo corporativo ha sido también una práctica de liderazgo empresarial. JPMorgan Chase inició su colección en 1959 de la mano de David Rockefeller, entonces presidente de The Chase Manhattan Bank. Hoy es una de las más antiguas y mayores colecciones de arte del mundo, enfocada en obras contemporáneas y modernas, especialmente de aquellos países donde la firma hace negocios. A través de su programa de arte, supervisa más de 30.000 obras en 450 oficinas corporativas alrededor del mundo.En Europa, Deutsche Bank ha reunido un conjunto de más de 50.000 obras de arte, expuestas principalmente en 1.000 sucursales repartidas por todo el mundo. La entidad inició su colección en 1979 con obras de artistas que estaban entonces en activo. A partir de los años 80, la colección fue perdiendo su acento alemán para hacerse más europea en una apuesta por el arte internacional.La actual política de adquisiciones se centra en obras de artistas contemporáneos y a cubrir huecos de la colección.En España, el coleccionismo corporativo en el sector financiero también ha dejado sus frutos. El patrimonio artístico del BBVA supera las 3.000 obras de relevancia, mientras que el Santander tiene catalogadas más de 1.000, que abarcan cinco siglos de pintura española.

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