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Columna
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¿Cómo valorar una crisis?

Hacia un nuevo orden financiero. La caída del banco de inversión Lehman Brothers abrirá un proceso de reestructuración y consolidación del sector a nivel mundial, destacan los autores, que analizan las consecuencias de esta crisis y el papel que deben desempeñar las autoridades monetarias de Estados Unidos

No cualquier crisis: la mayor crisis de la historia. De esta forma la ha valorado el ministro de Economía alemán. Claro, la centraba en el sistema bancario norteamericano. Pero, en el fondo, se trata de un ajuste global. El que mejor lo ha definido ha sido un alto cargo del FMI. Así, ha advertido que la suspensión de pagos de Lehman debe entenderse dentro de un proceso de reestructuración y consolidación de la banca a nivel mundial. Lo entiendo perfectamente: menor liquidez, menor crecimiento y mayor riesgo.

No es un escenario muy propicio, lo reconozco. Nada adecuado para el tamaño alcanzado por el sector tras más de 10 años de crecimiento ininterrumpido. ¿Una crisis de modelo? Tampoco me atrevo a afirmarlo. Dejémoslo en un escenario más complicado que obliga a ajustes. Pero, a su vez, unos ajustes que amenazan el propio escenario económico. Dudas sobre la economía que, en un círculo vicioso, llevan a una mayor desconfianza en el sector.

Más transparencia es la clave. ¿Más aún? En el fondo, es el propio mercado, como diría el presidente de la Fed, 'el elevado estrés' existente, el que lleva a un deterioro continuado del balance de las entidades. Además, el riesgo de crisis hipotecaria ha llevado a una depreciación de los activos hipotecarios (caída de los precios de la vivienda y creciente descuento en el papel negociado). Todo ello cuando la posibilidad de generar negocio está muy limitada en mercados cada vez más estrechos y volátiles. Sin duda, una situación que obliga al ajuste. De nuevo el ajuste.

Es preciso que los inversores reciban una señal firme sobre el objetivo último de recuperar la estabilidad del sistema financiero

Tras la suspensión de Lehman, el miedo al miedo. Los mercados se mueven entre los extremos que marcan la ambición y el pánico. En demasiadas ocasiones, de forma demasiado rápida. La crisis financiera no sólo es grave por el coste que conlleva hasta el momento. Lo es también por su duración, cuando el detonante, la crisis subprime, ya ha quedado con sobra superada.

Algunos temen que la caída de Lehman genere un efecto dominó que afecte a otras muchas entidades. No lo creo. De hecho, ¿no podría ser un punto de inflexión en la crisis? Piensen en las medidas tomadas por las autoridades norteamericanas: bajos tipos de interés, facilidad en el descuento de papel para la banca (incluidos los brokers), inyección de dinero en las familias a través de impuestos, intervención de las agencias hipotecarias, mejora en la regulación y supervisión de las entidades.

Por cierto, escuchando al secretario del Tesoro norteamericano y a los dos candidatos a la presidencia, un proceso, el de adaptar la regulación al nuevo escenario actual, que no ha finalizado. ¿Son suficientes todas estas medidas? El tiempo lo dirá. Pero parece claro que son demasiado importantes como para menospreciarlas. Seamos racionales en un mundo cada vez más irracional.

Escribo esta nota cuando aún no ha finalizado la reunión de la Fed. Resulta llamativo cómo la mayoría de los economistas se inclina por un discurso bajista, pero manteniendo los tipos de interés oficiales en el 2%. Interesante cuando la curva de tipos sí descuenta un recorte de tipos. Reconozco que hasta el lunes yo también me inclinaba por la repetición de tipos. Sin embargo, tras observar la reacción de los mercados en los dos últimos días, ahora me inclino por una señal contundente de la autoridad monetaria norteamericana recortando sus tipos en 0,5 puntos. Es preciso que los inversores reciban una señal firme sobre el objetivo último de recuperar la estabilidad del sistema financiero. Ya saben, una decisión que contribuya (con el resto de las llevadas a cabo hasta el momento) a romper el círculo vicioso al que me refería al principio.

Probablemente no es la solución, como tampoco lo ha sido hasta el momento (los tipos de interés han bajado en más de tres puntos desde septiembre pasado). Pero es importante para contrarrestar la mayor restricción de liquidez en los últimos días. Las condiciones financieras son ahora más restrictivas tanto en precio (tipos de interés) como en cantidad, esto último a nivel mundial. Incluso se podría decir que son más restrictivas que las existentes hace un año.

La política las monetaria debe contribuir a corregirlo. La inflación, el fuerte descenso de las expectativas de inflación, lo permite. Y no sólo por el descalabro de los precios externos o la recuperación del dólar. El crecimiento salarial sigue siendo moderado, con un mercado de trabajo presionado. Pero cuando hablamos de inflación también debemos pensar ahora en la inflación de activos. Mejor, la deflación ahora. Una situación preocupante que va más allá de un mero ajuste de valoración de los activos. Un proceso terrible que se retroalimenta.

José Luis Martínez Campuzano. Estratega de Citi en España

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