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Columna
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La realidad del gigante AIG

American International Group (AIG) ha entrado en su último juego. La rebaja de su calificación ­tres grados por S&P y dos por Moody§s y Fitch­ obliga al gigante asegurador americano a recaudar 15.000 millones de euros para cubrir sus nuevos colaterales. Lo que se suma a las necesidades de 80.000 millones de dólares para afrontar sus riesgos hipotecarios y crediticios. Teóricamente, una parte de AIG podría continuar operando durante algún tiempo, a pesar de su falta de capital. Las aseguradoras tienen fuentes de financiación más sólidas que Lehman Brothers, el cual no podía sobrevivir ni un día más sin la confianza de sus prestamistas. Pero el gran grupo de productos financieros que es AIG está en una posición similar al banco de inversión, y las otras aseguradoras y ­por supuesto­ sus clientes huirán de una firma que ha reportado serios problemas. Las preocupaciones de las agencias de ratingsobre la ¢reducción de flexibilidad¢ son posiblemente para autocomplacerse. Algún día se escribirá un libro sobre el ascenso y caída de los innovadores financieros. Pero la historia que interesa ahora concierne a activos por valor de un billón de dólares. AIG necesita ayuda para soportar su balance, pero de quién. Cualquier aspirante privado tendría que hacer frente a tres desafíos: la escasez de liquidez, un miedo omnipresente y la opacidad de AIG. Así, Warren Buffet, que conoce bien la aseguradora, ha declinado la invitación. Algunos fondos de capital riesgo están interesados, pero quizá no tengan suficiente capital para sanear el balance de AIG.

Esto apunta al Gobierno. El Estado de Nueva York, que regula AIG, ha permitido a ésta acceder a 20.000 millones de dólares de capital del fondo de reserva en manos de sus filiales. Puede ser una solución a corto, pero sólo inspirará más miedo entre los clientes. Nueva York no puede hacer frente a la gigantesca multinacional. El Departamento del Tesoro sí, pero no quiere. Pero en cualquiera de las opciones, AIG está más cerca de Bearn Stearns que de Lehman Brohters, a la que han dejadocaer. La desaparición repentina de las garantías crediticias de la aseguradora podría generar un shocken un sistema global quebradizo. Las autoridades quizá ya han decidido que un desmantelamiento ordenado, discretamente soportado por el Gobierno de EE UU, pueda ser el mejor camino para atajar una mala situación.

Por Edward Hadas

Barclays, al acecho

Barclays está volando como un buitre. El banco británico se retiró de la puja para adquirir Lehman la semana pasada, pero ahora revolotea y espera. Barclays quizá rebusque entre los huesos. Barclays es único entre la banca inglesa que anda buscando negocios. La mitad de los 4.500 millones de libras conseguidas en la oferta abierta de junio está consignada para adquisiciones. Sus resultados en agosto fueron sólidos, con unos ratios de seguridad justificadamente altos, según la propia entidad financiera, para sus resultados. La cuestión es que cualquier negocio permitiría al banco británico reducir su ratio del 6,3% del tier. Pero para Lehman esta respuesta quizá no sea suficiente. El banco todavía está en activo, aunque cualquier fusión del holding deberá ser examinada por las autoridades judiciales, según la protección que se desprende del Capítulo 11 de bancarrota. La corte será probablemente favorable a cualquier salida que salve los 10.000 empleos, aunque Barclays no ponga mucho dinero. Si la corte da su beneplácito, el banco británico comprará los despojos. Definitivamente está interesado en la parte de gestión bursátil de Lehman, renta fija y la división extranjera de fusiones y adquisiciones. Y no tendría que incrementar su exposición a las subprime. Baclays podría convertirse en el tercer banco de inversión de EE UU, casi por nada. Hay dos condiciones. Primero, necesita cerrar el acuerdo lo antes posible (ayer se daba por hecho) para evitar que otro le estropee la fiesta, y sobre todo, para salvar lo poco que le puede quedar a la marca Lehman, en especial su materia gris que tardará poco en abandonar la nave. Segundo, hay todavía riesgos aunque Barclays no paga demasiado. Sin embargo, la integración podría ser una gran garantía de que se va a quedar con lo mejor del personal de Lehman. El plan de Barclays es crecer mientras sus rivales podrían todavía estar en muy malas condiciones.Por George Hay

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