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Columna
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Los inactivos bancos centrales

La incómoda y elevada inflación está evitando que bajen los tipos de interés. La inacción del jueves en Fráncfort y Londres -los tipos se mantuvieron al 4,25% y al 5%, respectivamente- se verá probablemente seguida el 16 de septiembre por una no decisión en Washington, donde los tipos de la Reserva Federal ya están en un cómodo 2%. No cambiar los tipos hará la vida más difícil a los gestores bancarios, cuya desgana para prestarse entre sí ha dejado unos spreads inusualmente altos en los préstamos interbancarios.

Lo que los bancos quieren es la capacidad para utilizar los hard-to-sell, un papel de vencimiento largo, como colateral para los préstamos casi monetarios de los bancos centrales. Las autoridades han intentado ayudar. La Fed creó facilidades, el Banco de Inglaterra llegó con su Special Liquidity Scheme (SLS) y el BCE ha sido flexible con el colateral que acepta.

Las autoridades, sin embargo, se preocupan de que toda esta ayuda suponga demasiada mano izquierda. Los bancos podrían responder no molestándose en construir su propia liquidez, lo contrario de lo que deberían estar haciendo. Mervyn King, gobernador del Banco de Inglaterra, ha sido particularmente duro contra este azar moral. Por eso dejará que el SLS expire en octubre. Por la misma razón, el BCE ha hecho más rigurosos sus estándares sobre el colateral.

Si, no obstante, los bancos centrales son demasiado duros -privando de efectivo a los bancos o imponiendo demasiadas cargas para las ayudas- el resultado puede ser desastroso. La quiebra de Northern Rock, la entidad hipotecaria británica, mostró a King los riesgos de una inadecuada red de seguridad de liquidez. Es por lo que el SLS es probable que sea reemplazado con una facilidad permanente estipulando alguna suerte de recogedor de liquidez.

La liquidez insuficiente puede causar más problemas para el sistema financiero que una medida de laxitud por parte de los banqueros centrales. Es una de las lecciones de la actual crisis financiera. Después de un año de crisis, los banqueros centrales se encontrarán con la posibilidad de una cascada de quiebras bancarias, más alarmantes que los subsidios implícitos en las generosas condiciones de colateral. Esperen duras palabras sobre elevados estándares, pero no mucha acción.

Por Edward Hadas

La redención de bp

La caída en desgracia de BP fue rápida, y el camino hacia la recuperación ha sido largo. Las acciones del gigante petrolero han tenido un rendimiento merecidamente menor que el de su rival Shell en los últimos dos años. Pero BP ya ha sido castigada lo suficiente.La última señal es el anuncio de una Pax Russica con sus socios en la joint venture rusa TNK-BP, a 50/50. BP ha aceptado despedir al director ejecutivo británico y nombrar a tres directores independientes. Las discusiones han pesado duramente sobre sus acciones, incluso aunque TNK sea una parte relativamente pequeña del valor de BP. El año pasado, contribuyó sólo al 5% del cash flow de la empresa. Pero el punto clave es que BP conservará su participación del 50% en un activo que supone cerca de un cuarto de la producción actual de crudo de BP, y el 19% de sus reservas.Además, Tony Hayward, director ejecutivo de BP, ha trabajado duro para arreglar los problemas en EE UU y para reparar los maltrechos registros de seguridad. Las operaciones del gigante petroleo se fueron a pique por los problemas operacionales que empañaron la reputación del predecesor de Hayward, lord Browne. Pero BP debería comenzar a cosechar los beneficios de la puesta a punto de sus refinerías de Whiting y Texas City.Después de dos años en declive, el negocio está creciendo de nuevo. El yacimiento Thunderhorse, su buque insignia en aguas profundas en el golfo de México de EE UU, debería entrar en funcionamiento a finales de año, con márgenes más altos que los proyectos de Shell, más costosos, con arenas de alquitrán en Canadá. Los proyectos en aguas profundas de BP podrían sumar hasta 3.000 millones de dólares el año que viene, según estimaciones de Morgan Stanley, una cifra equivalente a alrededor del 10% de sus ingresos estimados para este año.BP consiguió aumentar su producción un 1% en la primera mitad del año, frente a una caída del 2% en Shell. También está gastando significativamente menos en gastos de capital para repartir ese crecimiento. Al precio actual de las acciones, ofrece una mayor rentabilidad por dividendo que su competidor angloholandés. BP cotiza con un descuento del 10% sobre Shell, en una empresa con un cash flow múltiple, según estimaciones de Citigroup. El descuento parece cada vez más severo.Por Fiona Maharg-Bravo

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