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Columna
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Sobre los precios y los costes de la electricidad

La Comisión Nacional de la Energía, al remitir el 13 de mayo el informe preceptivo sobre la propuesta de revisión de la tarifa eléctrica aplicable a partir del 1 de julio, mostraba su preocupación por los altos precios del mercado de la electricidad. Para explicarse, la CNE remitía al Gobierno un 'informe complementario', fechado el 20 de mayo, donde subrayaba que el alza de los precios de los combustibles en los mercados internacionales estaba poniendo de manifiesto una importante y sostenida divergencia con los costes de generación.

Sorprende que un informe de ese calado, que se encuentra disponible en la página web, haya pasado casi en silencio cuando la polémica de la factura eléctrica está viviendo momentos de incandescencia. Tal vez el hecho de que ni la CNE ni Red Eléctrica Española (REE) tengan la condición de anunciantes de las grandes compañías ayude a entender la barrera del silencio.

El 'informe complementario' trata de los cambios producidos en el modelo regulatorio retributivo que nace con la Ley del Sector Eléctrico (LSE) de 1997. Unos cambios que han desconfigurado su coherencia interna y disminuido su capacidad para revelar los costes de generación. En particular, señala, la aparición de los derechos de emisión de CO2 y la cancelación en 2006 de la regulación de los costes de transición a la competencia, en adelante los CTC.

El público ha terminado por aceptar la necesidad de eliminar ese diferencial y de echárselo a la espalda

Unos CTC que garantizaban a las empresas generadoras la recuperación de las inversiones realizadas al amparo de la regulación derogada con la LSE y a los consumidores la contención de los precios de la electricidad para el caso de la elevación de los precios de los combustibles fósiles. Y pone de manifiesto cómo se produce así una importante brecha entre los precios que determina el mercado para la generación de la electricidad y los costes reales de generar esa misma electricidad.

En medio de tanto barullo se ha producido la absorción acrítica del mensaje según el cual los costes de generación quedan por encima de los precios a los que se factura el suministro de la electricidad. De modo que el público ha terminado por aceptar la necesidad de eliminar ese diferencial y de echárselo a la espalda para evitar que el déficit quede por cuenta del Estado, obligado como está a reconocer una deuda con las compañías que se incrementa con el paso del tiempo. Una incomprensible actitud entre la inercia y la pereza mental ha bloqueado que se emprendiera la tarea previa de estimar de manera actualizada los costes reales de la generación.

Habida cuenta de que la principal responsabilidad de la importante brecha antes mencionada entre los precios que se fijan para el mercado y los costes de generación de la electricidad recae en la generación procedente de las centrales nucleares y de las hidroeléctricas, donde carecen de incidencia los precios de los combustibles fósiles, así como los que suponen las emisiones de CO2, que en estos dos casos suman cero.

La cuestión pendiente de respuesta es por qué estos dos sistemas de generación -el nuclear y el hidráulico- se benefician de los precios de los combustibles utilizados en las centrales térmicas (fuel-oil, gas natural y carbón) y de las penalizaciones por las emisiones de CO2 que sólo deberían tenerse en cuenta para el cálculo de los costes de estas últimas.

Sucede además que la moratoria nuclear y el agotamiento de las posibilidades del parque hidroeléctrico determinan, como señala el 'informe complementario', la inexistencia de libertad de entrada de nuevos competidores en estos dos segmentos y en la práctica inhiben la posibilidad de una competencia real entre tecnologías, de manera que nuevos actores pudieran disputar los beneficios observados. Conviene atender además al hecho de que en términos cuantitativos ambas tecnologías aportan en conjunto aproximadamente el 40% de la electricidad generada en España.

El próximo viernes nos ocuparemos de aportar una aproximación en órdenes de magnitud que permita establecer la diferencia entre los ingresos de las empresas según la metodología basada en los precios fijados para el mercado bajo el actual diseño y los costes reales de la generación. Atentos.

Miguel Ángel Aguilar. Periodista

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