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Finanzas

Redes sociales, lujo y rendimientos imposibles: el chiringuito VIP que financió a Alvise deja un agujero de hasta 600 millones

Madeira Investment Club operó durante año y medio pese a las alertas de la CNMV en busca de inversores con alto poder adquisitivo que han perdido una media de 100.000 euros cada uno, según fuentes judiciales

Mitin con reparto de papeletas elecorales de Alvise Pérez, candidato a las elecciones europeas del 9J. Plaza de Colón de Madrid  © Claudio Álvarez
Mitin con reparto de papeletas elecorales de Alvise Pérez, candidato a las elecciones europeas del 9J. Plaza de Colón de Madrid © Claudio ÁlvarezClaudio Álvarez

En mayo de 2023 Alvise Pérez era un exitoso agitador de extrema derecha, conocido por su actividad en redes sociales contra políticos, empresarios o medios de comunicación y por ser objeto de un puñado de demandas por difundir bulos. La plataforma electoral con la que ha conseguido su acta de eurodiputado, Se Acabó la Fiesta, estaba a meses de ser constituida.

Fue en esas fechas cuando la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), cuya misión es supervisar los mercados financieros y proteger a los inversores, lanzó una advertencia sobre un posible chiringuito financiero, Madeira Investment Club. Una actividad casi rutinaria: el supervisor hace públicas a menudo alertas preventivas ante los problemas que pueda causar una empresa que esté captando dinero de particulares.

Menos de un año después, los caminos del chiringuito financiero y el agitador se cruzaron: el fundador de Madeira, Álvaro Romillo, conocido como Luis o Cryptospain, entregó 100.000 euros en efectivo para financiar supuestamente de forma opaca la campaña de Alvise a las elecciones europeas. Éste, a cambio, promocionaría entre sus seguidores los “servicios financieros” de Madeira. El acuerdo ha desatado una investigación de la Fiscalía del Tribunal Supremo por financiación ilegal. El pasado 13 de septiembre, el diario El Confidencial publicó que Alvise habría desviado a Madeira donativos recibidos en criptodivisas. La página web del club de inversiones cerró cuatro días después.

Superpuesto al escándalo político discurre un caso de posible estafa financiera millonaria, cuyo origen es anterior a los contactos conocidos entre Pérez y Romillo y que sigue un camino judicial diferente, por la condición de aforado de Alvise Pérez. Hasta el momento se han presentado tres denuncias colectivas (aún pendientes de la admisión a trámite en la Audiencia Nacional) según las cuales Madeira Investment Club habría creado un agujero de entre 300 y 600 millones de euros, con en torno a 3.000 afectados.

El mecanismo de captación es el habitual en este tipo de casos: la promesa de rentabilidades estratosféricas, a partir del 30%, según el archivo de Internet de la página web, y hasta el 50% de acuerdo con los afectados, y el clásico gancho de artículos de gran lujo (coches deportivos, yates o relojes). El dinero de los nuevos clientes sirve para abonar los rendimientos prometidos a los anteriores y así sucesivamente, hasta que las empresas desaparecen. En el escrito a la fiscalía emitido esta semana, el propio Romillo admite: “La situación se ha vuelto insostenible, no puedo cumplir con ni responder frente a los miembros de MIC [siglas de Madeira Investment Club]”, y que por este motivo se pone a disposición de las autoridades.

Madeira, no obstante, tiene algunas particularidades que la distinguen de otros entramados similares, empezando por el tirón de una figura tan mediática como Alvise Pérez. El agitador, después de cobrar sus 100.000 euros, participó el 6 de abril en un evento organizado por Madeira Investment Club en el Hipódromo de La Zarzuela en Madrid, acto que luego presentó como un mitin de precampaña electoral.

Tampoco el público objetivo o la vía de acceso son las clásicas. “En otros casos estos chiringuitos funcionaban con call centers, pero este se apoyaba mucho en redes sociales [el canal de Youtube de Cryptospain tenía 116.000 seguidores]. Y con un punto de sofisticación superior; utilizaba un lenguaje con terminología financiera que le daba un aire de fiabilidad, apuntando a profesionales liberales y gente con conocimientos financieros. No buscaban chavales de 20 años”, indican fuentes cercanas al caso. El propio Romillo se jactaba de ser un experto en “elusión fiscal societaria”.

La actividad de Madeira, de hecho, estaba ligada a todo un entramado empresarial ligado a Romillo que, de hecho, ha pedido a la Audiencia Nacional —que todavía no ha iniciado una investigación— la administración judicial para 13 sociedades, donde se incluyen alojamientos turísticos, alquiler de yates y vehículos de lujo, un festival de música (Selvatic Fest, donde actuaron Andy y Lucas, Juan Luis Guerra o Bomba Estéreo), una empresa de consultoría y otra de instalaciones para ocio, entretenimiento y celebración de eventos. Según publicó El Confidencial, la trama tiene su centro de gravedad en el acaudalado barrio de Salamanca en Madrid: la empresa PKW (una de las que está dentro de la solicitud de control judicial) dispone de tres planas con vehículos de gran lujo.

Fuentes jurídicas indican que los afectados confiaron una media de 100.000 euros al club de inversores que, de entrada, requería un pago anual de 2.000. La membresía otorgaba, según la publicidad, “acceso a oportunidades de compras de arte digital únicas y exclusivas” con la devolución garantizada del valor de las compras. En la página web aparecían relojes, edificios o coches, sin quedar muy claro en qué punto estos bienes suponen “arte digital” y cómo se obtenían esas rentabilidades fuera de mercado.

Fue por esas promesas de rentabilidad por las que la CNMV advirtió en su día sobre Madeira Investment Club, sobre su página web y sobre la sociedad Proelucyon, domiciliada en Alburquerque, Nuevo México. Según los registros mercantiles estadounidenses, la sociedad se creó en junio de 2022, y figura como administrador Domingo Romillo Iriarte, padre de Álvaro. Es el proceso habitual cuando el supervisor detecta una actividad ilegal (como captar inversiones sin permiso) que puede poner en peligro al inversor demasiado confiado. “La información nos puede llegar nuestra labor de supervisión de redes sociales y páginas web, por avisos de inversores o por alertas de prensa o de las fuerzas de seguridad”, explican desde el supervisor. “Lo investigamos y nos dirigimos a ellos para pedir información. Si no responden o no es satisfactoria lanzamos la advertencia preventiva”.

Ahora bien, este tipo de entramados suele desaparecer en cuanto nota el aliento de las autoridades, cambiando de nombre, de país o de dirección web. Pero no fue el caso: Madeira siguió operando tras la advertencia oficial durante más de un año y medio. Elevó la apuesta y, lejos de amilanarse, el propio Romillo aludió, en un video en redes sociales, a “los hijos de puta de la CNMV”, dentro de su discurso plagado de ataques al Estado, los impuestos y los funcionarios. Coherente, en fondo y forma, con el del propio Alvise Pérez, y que pudo ayudar a la captación de unos clientes que, si hubieran escuchado a los “hijos de puta”, tendrían varios miles de euros más en la cuenta bancaria.

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