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Luis Carlos Croissier

'Fue un milagro que todo funcionara bien'

La reforma del mercado de valores cumple 19 años

Todo ha cambiado mucho en 30 años. Pero probablemente ningún aspecto de la economía haya registrado un giro copernicano de la noche a la mañana, como sucedió en 1989 con la aplicación de la Ley del Mercado de Valores, que configuró un nuevo marco para la Bolsa y los mercados. Luis Carlos Croissier, ahora consejero de Repsol y presidente de Eolia, fue el primer presidente de la CNMV y protagonista de excepción de un momento que cambió los cimientos del sistema financiero.

¿En qué se parece el mercado actual al de mediados de los años ochenta?

No tiene nada que ver. No hubo prácticamente nada que no cambiara de modo radical. En mercados primarios, los folletos eran poco relevantes y pasan a ser una pieza fundamental. La información periódica da un salto espectacular y desaparecen los agentes de cambio y Bolsa y los títulos materiales, sustituidos por anotaciones en cuenta. El cambio de sistema de compensación y liquidación, que fue uno de los grandes éxitos del mercado español… Casi lo único que puedo decir es que fue un milagro que tras un cambio tan brutal de todas las piezas, en tan corto tiempo, todo funcionara razonablemente bien. En ese momento no podíamos excluir que el 29 de julio de 1989 las Bolsas iban a dejar de funcionar.

La supervisión siempre va a ir por detrás de los cambios en el mercado'

¿Durmió bien esa noche?

Yo creo que sí. Pero, hoy parece una tontería, los ordenadores del mercado eran propiedad de los síndicos de la Bolsa y tenían que ser comprados por la sociedad rectora de la Bolsa. Había que fijar los precios de compra, las claves de acceso...

¿Lo más difícil?

Los desarrollos normativos. La ley estaba ahí, pero para que funcionara en plazo hacían reales decretos, órdenes ministeriales, circulares... En el decreto regulador de las agencias de valores o de las rectoras de Bolsa había que definir qué era cada una, qué podían hacer y qué no, cómo podían reportar... Fue brutal en tamaño, dimensión y plazos. Y fue muy importante la negociación entre la vieja Bolsa y la nueva; los agentes que desaparecían tenían que colaborar. Yo siempre tengo un recuerdo para Francisco Javier Ramos Gascón, último síndico de la Bolsa de Madrid, que colaboró plenamente con la reforma. Luego tocó habituar al mercado a un organismo nuevo, que no se sabía lo que era, la CNMV, y redefinir las relaciones entre las empresas cotizadas, sociedades y agencias de valores, bancos, las rectoras… Había que aproximar posturas en mil terrenos, sin un buen clima de entendimiento habría sido imposible.

Las prácticas de mercado tampoco se parecerán en nada.

Sí, por los volúmenes y la liquidez del mercado. En los primeros años eran importantes los problemas de manipulación de cotizaciones en valores poco líquidos; era barato y fácil. Cuando los volúmenes son altos, como sucede ahora, es difícil manipular; entonces la información privilegiada es lo rentable. También ha cambiado la actitud de las empresas. No entendían que se les preguntase por una noticia de prensa. Había una resistencia brutal. Cuando se creó el registro de participaciones significativas yo recibí cartas de presidentes que nos decían que poníamos en peligro su seguridad en un país con terrorismo, la presión fue tremenda.

El inversor está ahora más protegido.

Creo que sí. En la vieja Bolsa de corros había una diferenciación entre el que estaba dentro y fuera. Hoy la información es la misma para todo el mundo. No hay color. Antes se tardaban tres semanas en liquidar las compraventas... con ese margen se hacían a pichón parado, como se decía. Y en esas tres semanas el dinero, hasta 25.000 millones de pesetas, estaba en manos de la junta sindical, colocado en el interbancario al 15%...

Pero la visión que se tiene del Banco de España no es la misma que la de la CNMV...

Uno tiene 200 años y la otra es de anteayer. La historia pesa. Y el Banco de España no lidia cada día en el mercado. Su relación es con los bancos. Su autoridad es parecida a los poderes de la CNMV hacia las firmas de valores, pero eso tiene poco que ver con la supervisión o requerimiento de información a inversores o empresas cotizadas.

¿Qué queda por hacer?

El mercado español es perfectamente homologable. Queda saber cómo se ubica en el entorno internacional. La integración ha sido fuerte, y no sabemos qué pasará con los mercados españoles, pero no podemos estar al margen. Respecto a las empresas cotizadas, aún tenemos una representación insuficiente y sesgada. Sobre la Comisión, siempre he sido partidario de que la supervisión prudencial quede agrupada en una mano, que entiendo debería ser el Banco de España, dejando a la Comisión la disciplina del mercado. Y habría que encontrar una respuesta para ligar el ICAC a la CNMV.

Es un gran reto seguir el ritmo de innovación y crecimiento de los mercados...

Los reguladores en general tienen una enorme dificultad en mantener las normas acorde con la velocidad de cambio del mercado. La capacidad de supervisión va por detrás del mercado.

Pero el impacto de la sofisticación de los mercados en la economía da vértigo...

Sí. Hay que encontrar el equilibrio. Cuanto menos regules el mercado, más rápido se va a mover; si te pasas, frenas su desarrollo. ¿Dónde está la frontera? Subprime, monoline, credit default swaps... Fruto de una cierta desregulación han surgido figuras que han jugado un papel extraordinariamente peligroso. La frontera es difícil de trazar y cambiante.

Con la vista atrás. 'La guerra del pasivo de los noventa fue clave para el desarrollo del mercado de valores'

Luis Carlos Croissier cita dos factores clave en el desarrollo del mercado desde el punto de vista del ahorrador: los fondos de inversión y las privatizaciones. 'Cuando se provoca la guerra del pasivo, Santander decide elevar los tipos de interés del ahorro. El resto de la banca tuvo que seguirle, y el pasivo se encareció. Ya podía ser más rentable comercializar fondos fuera de balance por las comisiones. El que inició ese proceso una vez más fue Santander y le siguieron todos. Eso crea inversión profesionalizada en España, que era inexistente', señala.Sobre las privatizaciones de las grandes empresas como Telefónica, Repsol o Endesa, Croissier destaca que fueron la primera inversión en Bolsa de cientos de miles de personas. 'Han sido factores dinamizadores muy importantes. El interés del ciudadano ha sido incomparablemente superior. Ahora sorprende la operativa sofisticada de muchos inversores con warrants o derivados'.

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