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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Triunfo judicial de Sacyr en Francia

Sacyr obtuvo ayer un anhelado triunfo judicial en los tribunales parisinos que despeja cualquier sombra de duda sobre su futuro financiero, atenazado por la incertidumbre de su operación en la francesa Eiffage y por la crisis financiera internacional. La compañía que preside Luis del Rivero inició su aventura francesa en febrero de 2006, con la compra del 5% de Eiffage, una constructora con sólidos activos residenciales y una envidiable posición en las recién privatizadas autopistas galas. Pero su proyecto de consolidación corporativa se había convertido en un quebradero de cabeza por la oposición nacionalista de los gestores franceses a la entrada del capital español, que había derivado en un pleito indeseado. Ayer, tras dos años de brega, Sacyr comenzó a ver la luz.

La empresa española había cuestionado ante la Corte de Apelación de París dos resoluciones de la Autoridad de los Mercados Franceses por considerar que lesionaba sus intereses. La justicia francesa, en primer lugar, valida la decisión del regulador de los mercados galos en la que rechazaba la opa presentada por la empresa española por considerar que se trataba de una operación concertada. Y en segundo lugar, exime a Sacyr de la obligación de lanzar una opa por el 100% de Eiffage, íntegramente en metálico, y por el precio máximo al que había adquirido acciones en el mercado, que superaba los 127 euros por título. Algo que podría haberle costado más de 8.000 millones a Sacyr.

Los jueces admiten que en la opa lanzada, que se financiaba en parte con canje de títulos, Sacyr actuaba coaligada con otros socios españoles. Pero en la anulación de la opa por parte de la autoridad bursátil, acompañada de la exigencia de una segunda opa en metálico y a precio cerrado, se vulneraba el derecho de defensa de Sacyr y otras seis sociedades españolas.

La resolución se ajusta al comportamiento del mercado, y restablece la normalidad. Pero llama la atención que tengan que ser los jueces quienes interpreten decisiones de una autoridad bursátil que debería guiarse por la independencia. La AMF parece haberse conducido con una lógica del pasado, en la que las autoridades protegían sus mercados con criterios autárquicos y de nacionalismo ineficiente.

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