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Columna
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La reforma de la Reserva Federal

El proyecto del secretario del Tesoro, Henry Paulson, para regular el sistema financiero de EE UU asigna un papel central a la Reserva Federal, dándole un rol más amplio como regulador y un papel más oficial como salvador del sistema financiero junto a su mandato en política monetaria. Esto tiene sentido. La Fed estará más capacitada para determinar la necesidad que tienen las instituciones de ser rescatadas si las supervisa. Además, los sucesos recientes han mostrado que la política monetaria tiene un impacto crucial sobre la estabilidad financiera, y viceversa. Sin embargo, los incentivos deben ser establecidos de modo que la Fed invite a utilizar fondos de rescate como dinero real, no en subsidios gratis de los contribuyentes.

El plan de Paulson refleja de alguna manera el sistema regulatorio de Londres, antes del Financial Services Act de 1986. En ese periodo, el Banco de Inglaterra estableció la política monetaria, reguló los bancos (no se pensaba que los brókeres supondrían un riesgo sistémico) y arregló los rescates necesarios, como el bote salvavidas mandado al banco secundario en 1973 y el de Jonson Matthey Bankers en 1984.

Una diferencia importante con el proyecto de Paulson era que el Banco de Inglaterra, de propiedad privada hasta 1946, no podía por sí mismo acudir al salvamento de ninguna gran institución. Así que se vio forzado a ganarse las simpatías de otros bancos para compartir las pérdidas.

El caso de Bearn Stearns demuestra el riesgo que corre la Fed actuando más o menos en solitario. Es cierto que los accionistas perdieron gran parte de su dinero, si no todo. Pero las firmas de crédito salieron ilesas, y JP Morgan fue dejada con un colchón decente frente a las pérdidas y a un potencial revés. La Fed, mientras, tomó 30.000 millones de dólares de los activos en problemas de Bear, con casi todo el riesgo asociado, en última instancia, a los contribuyentes estadounidenses.

Es lo mejor que la Fed podía hacer, por esta vez. Pero si tiene una responsabilidad más explícita para cualquier rescate necesario, también necesita incentivos que la disuadan de usar el dinero de los contribuyentes. La necesidad de administrar el balance general de la Fed según principios comerciales, y quizá algún día la de una actuación regulada a largo plazo pagada por los jefes de la Fed, podrían encontrarse entre estos incentivos. Un sistema que motivaría a la Fed a establecer una política monetaria que evite las burbujas y a regular los bancos de una manera conservadora. También ayudaría que la Fed insistiera en que todo rescate es caro para los involucrados, no sólo para los contribuyentes.

Por Martin Hutchinson

Pernod compra Absolut

No hay que negar que Pernod-Ricard ha logrado un buen golpe al arrebatar Absolut a sus competidores. Pero puede resultar que ha comprado el vodka del mañana a los precios inflados del ayer. Su principal competidor, Fortune Brands, está expuesto a la crisis inmobiliaria, así que todo lo que el grupo francés tenía que hacer era aguardar el momento oportuno. Sin embargo, el precio, 21 veces su Ebitda de 2007, está en lo más alto de los tratos recientes de la industria, ligeramente por debajo de las 23 veces que LVMH pagó en 2004 por Glenmorangie, la marca de whisky.Es cierto que Pernod tiene motivos para creer que puede tener éxito. Absolut es líder en vodka, con un rápido crecimiento del 9% el año pasado. Y Pernod no tenía una marca de vodka, sólo los derechos de distribución del ruso Stolichnaya, que ahora irá abandonando. Además, la adquisición dará a Pernod un motivo para presumir ante Diageo, el líder mundial de bebidas alcohólicas.Pernod espera hasta 125 o 150 millones de euros en sinergias, lo que reduciría el precio de la adquisición a 14 veces el Ebitda. El 60% de las sinergias vendrían de la reducción de costes, y el resto del lado de la distribución, que recibiría un empujón gracias a Absolut. Financiará la adquisición de 5.600 millones de euros a través de la deuda, lanzando un préstamo sindicado de 12.000 millones, que pagarán la adquisición de Absolut y servirán para refinanciar su deuda actual. Esto dejará al grupo francés con una deuda neta de 6 veces el Ebitda, una cifra que, según se dice, puede ser fácilmente reembolsada.Pero aquí está lo fastidioso. Pernod apuesta a que la ralentización de EE UU será compensada por Europa y los países emergentes. Pero si la ralentización se demuestra más severa, necesitará más de cuatro años para superar sus costes de capital, del 7%. Y podría verse excesivamente apalancado. Mientras tanto, está contando claramente con que cualquier recesión estará compensada por consumidores deprimidos dándole a la botella.Por Pierre Briançon

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