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Tribuna
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El mercado, pendiente de la decisión de la Fed

La economía americana ha entrado en recesión. Al menos, es casi seguro a día de hoy. Sin duda alguna, en el curso de las próximas semanas nos veremos saturados por las declaraciones alarmistas de economistas de dudosa reputación sedientos de notoriedad, anunciando una nueva crisis del 29 o una recesión a escala planetaria.

Mantengamos la cabeza fría. Uno de nuestros defectos tradicionales es el de subestimar la capacidad de reacción de las autoridades americanas. Sin duda, este año preelectoral no facilitará la adopción de importantes medidas de reactivación fiscal, pero cabe esperar una gran bajada de los tipos de interés que ponga freno a la depreciación del sector inmobiliario y que ayude a los bancos y a los hogares a recomponer sus balances. La Fed está llevando a cabo una política agresiva de bajada de sus tipos directores, ya que no se ve frenada por su preocupación por el control de las presiones inflacionistas.

Así, la semana pasada, el Gobierno estadounidense y la Fed han reaccionado con decisión anunciando un plan presupuestario de reactivación y una fuerte bajada (75 puntos básicos) de los tipos directores. A pesar de esta bajada, el mercado espera la decisión de la reunión de la Fed de hoy, y sigue exigiendo nuevos recortes. ¿Por qué?

Las estadísticas americanas de esta semana (el índice de confianza de los consumidores y el PIB del cuarto trimestre) en términos de empleo, precios o crecimiento corren el riesgo de continuar desestabilizando los mercados. No recortar los tipos debería provocar nuevos descensos.

El mercado ya prevé una bajada de 150 puntos básicos de aquí a final de año, con lo que los tipos de los fondos federales se situarán en un 2,75% a finales de diciembre ¿Bastará esto para reanimar la actividad? Evidentemente, no. Una política monetaria tan flexible amortiguará las presiones deflacionistas, frenando la depreciación del sector inmobiliario y ayudando a que los bancos y los hogares reestructuren sus balances. Pero la demanda sólo puede reactivarse a través de una política fiscal de envergadura. El buen comportamiento de las finanzas públicas lo permite.

Frente a esta recesión americana, de alcance todavía desconocido pero cuya finalización podría tener que esperar a la asunción del poder por parte de la próxima Administración (15 meses), ¿hasta dónde llegará la resistencia de las economías emergentes cuando Europa sufra inevitablemente sus efectos?

Ante todo, es preciso reconocer que nos enfrentamos a una situación inédita. Cuando se produjo la última recesión, en el año 2000, el peso de la zona emergente, expresado como porcentaje del PNB mundial, tan sólo era del 20%, frente al 27% de nuestros días o, lo que es lo mismo, ligeramente superior al de Estados Unidos.

¿Sería verosímil prever este grado de resistencia de las economías emergentes en un contexto global tan desfavorable? Lo creemos: el crecimiento exponencial de las reservas de cambio de esta zona -que totalizan en la actualidad cerca de 4 billones de dólares- constituye un colchón de ahorro considerable disponible para una reactivación significativa de su demanda interna; la estabilización de los precios de la energía y de las materias primas, así como la necesidad de frenar la apreciación de sus divisas frente a un dólar débil debería llevar a los bancos centrales emergentes a reanudar, a su vez, unas políticas monetarias más flexibles, y con toda seguridad, sus exportaciones hacia los países desarrollados se verán inevitablemente afectadas pero las exportaciones en el interior de la zona representan actualmente casi un 50% de los intercambios.

Como conclusión, sería preciso un importante agravamiento de la recesión americana para que se viese comprometido nuestro escenario principal de reequilibrio económico global. Debido a que las políticas de apoyo a la actividad deberían utilizar principalmente el arma monetaria, la fuerte bajada de los tipos en el mundo a lo largo de este año debe constituir un factor apreciable que favorezca la valoración de los activos y, concretamente, los cada vez menos frecuentes valores de crecimiento. No obstante, no debería dejarse de lado que, teniendo en cuenta la inercia de los reflejos de los inversores, agravada por el aldeanismo que prevalece en las finanzas americanas, la audacia de nuestro escenario principal no debería someterse a prueba antes de que resulte convincente.

Edouard Carmignac Presidente de Carmignac Gestion

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