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Tribuna
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¿Crisis hipotecaria?

Los datos más recientes demuestran que la ralentización del sector inmobiliario es un hecho, algo propio de un comportamiento cíclico, señala el autor. En su opinión, muchos inversores han actuado con criterios de riesgo más elevados de lo que pueden soportar, lo que no les está permitiendo adaptarse a estos cambios.

En las últimas semanas, muchos inversores sentían la espada de Damocles pender sobre sus cabezas y analizaban con angustia las páginas de color salmón en busca de pistas que indicaran que la crisis hipotecaria estadounidense había conseguido, siguiendo las predicciones de los más alarmistas, cruzar el charco. Lo cierto es que en un principio los parqués se vieron afectados por la incertidumbre que reinaba en el mundo empresarial pero, tras algunos días de inseguridad bursátil, parece que los números rojos han decidido abandonar, al menos por el momento, las Bolsas del Viejo Continente.

Los datos hablan por sí solos. Según la información ofrecida por el Ministerio de Economía, el PIB creció a un ritmo del 4% por tercer trimestre consecutivo, lo que sin lugar a dudas indica que la crisis, al menos en nuestro país, no ha tenido gran repercusión. Del mismo modo, el secretario de Economía, David Vegara, aseguró recientemente que las previsiones de crecimiento fijadas por el Gobierno -para el presente año y el que sigue- se mantienen, ya que sólo un 1% de las entidades aseguradoras y financieras españolas se han visto afectadas por los picos de Wall Street.

Los expertos califican como positivos los resultados obtenidos por las empresas españolas en 2006, pero no dudan en señalar que el año pasado los recursos generados se ralentizaron debido a la mayor carga financiera -consecuencia de la subida de los tipos de interés y el crecimiento del endeudamiento-. Son estos motivos los que en la actualidad han empujado a las empresas a ser cada vez más dependientes de los cambios que se producen en el mercado.

Los tradicionales medios de financiación ya no satisfacen las necesidades de los usuarios

En mi experiencia, las empresas que se dedican al sector inmobiliario son unas de las más dinámicas del mercado. Sin embargo, las condiciones de financiación se están recrudeciendo en los últimos años, tanto para las familias como para las empresas. De manera contraria a lo que sucedió con los particulares, la demanda de financiación por parte de las sociedades continuó aumentando, debido en gran parte a la evolución del sector inmobiliario y de la construcción, cuyos pasivos provocaron un comportamiento expansivo de los recursos ajenos.

Las familias españolas, por otro lado, cada vez tienen mayores dificultades para acceder a una vivienda, por lo que la demanda de financiación ha aumentado de manera exponencial en los últimos años. Los tradicionales medios de financiación ya no satisfacen las necesidades de los usuarios porque los trámites son largos y en muchas ocasiones las peticiones son denegadas. Ante este panorama, han surgido nuevos conceptos de entidades financieras, acordes con la situación y necesidades actuales.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, las nuevas entidades financieras conceden ya el 8,1% del total del capital prestado. En torno al 98% de las hipotecas concedidas en mayo de este año fueron de interés variable y la mayoría de ellas utilizan el euribor como tipo de interés referencial.

En este contexto se demuestra que la ralentización del sector inmobiliario es un hecho, pero que no debería extrañar debido al dinamismo del sector. Ejemplo de ello es lo sucedido en el sector tecnológico. En 2000 fue la estrella de la inversión con un crecimiento vertical muy importante, tal como el vivido en el sector inmobiliario, pero en 2002 tuvo una estrepitosa caída que despertó la alarma del sector. Actualmente mucho títulos han vuelto a recuperar su valor.

Con el llamado boom inmobiliario también era de esperarse una curva de rentabilidad con comportamientos cíclicos a lo largo del tiempo. Sin embargo, muchos inversores han actuado con un profundo desconocimiento del sector, con criterios de riesgo más elevados que los que pueden soportar y con parámetros temporales muy ajustados que no les está permitiendo adaptarse a estos cambios. Además, no se debe desconocer la mera colocación de productos, sin ningún criterio, por parte de muchas entidades financieras a sus clientes, sin tener en cuenta la situación particular de cada individuo.

Llegados a este punto, más que preocuparse por las idas y venidas del mercado estadounidense, lo que deben hacer los españoles, en primer lugar, es esperar que el euribor se mantenga en el 5%. Segundo, informarse y ponerse en las manos de los expertos del sector.

Carlos García Morales. Consejero delegado de Finivan Financial

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