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Tribuna
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Mejores horarios para ganar en productividad

Un inadecuado horario laboral contribuye, según el autor, a la baja productividad de España, por debajo de la de sus socios europeos. En su opinión, cuanto más largo es, provoca mayor deterioro en las personas y, en consecuencia, disminuye su rendimiento

Un día de trabajo dura más en España que en nuestros países vecinos; sin embargo, tenemos uno de los niveles de productividad más bajos. Según datos de Eurostat (Oficina de Estadísticas de la Unión Europea), referidos a 2006, nuestra productividad es de 96,2 cuando la media de las 15 naciones que constituían la UE antes de la ampliación a los países del Este fue de 106. Nos sobrepasan todas, excepto Portugal, pero es evidente que España, por su potencial económico, debería ocupar una mejor posición. ¿Qué nos está ocurriendo?

Esta pregunta no es fácil de responder, y podríamos hablar de la necesidad de modernizar equipos y tecnología, de invertir más dinero en formación y educación…; pero también de nuestros horarios, toda una singularidad europea. Cuanto más largos son, provocan un mayor deterioro en las personas y, en consecuencia, disminuye sensiblemente su rendimiento. Es decir, y aunque parezca paradójico, a más jornada, menos productividad.

Rafael Termes, fallecido en 2005, observaba en una ocasión que muchos españoles 'están en la oficina hasta bien avanzada la jornada, sin hacer nada que sea realmente útil, hasta ver quién se va primero; tienen que estar, es algo que se lleva'. O hasta que se va el jefe. Y en mitad de la jornada se hacen escapadas para resolver asuntos personales -como ir de compras, al banco o a la peluquería-, se charla por teléfono con la familia y los amigos, se navega por internet, se leen los periódicos… Eso sin contar las paradas, casi siempre excesivas, para desayunar y comer. Hay muchas horas improductivas, y la culpa no siempre es del trabajador. Felicitamos a Coca-Cola por un spot en el que todos aplaudían a un joven que se iba del trabajo antes que su jefe, después de haber realizado bien su tarea.

Desde la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles afirmamos que las empresas que concilian la vida personal, familiar y profesional de sus empleados mejoran su rendimiento. Como decía Víctor Pauchet, un célebre cirujano francés, 'el trabajo más productivo es el que sale de las manos de un hombre contento'. Contento está un hombre -o una mujer- al que se le permite elegir parte de su horario, o quedarse un día a trabajar en casa para estar más cerca de sus hijos, por poner dos ejemplos. Se siente más valorado si su jefe acepta de buen grado sus requerimientos personales y le deja que atienda sus responsabilidades familiares.

No se trata de reducir el número de horas que marquen los convenios libremente pactados. De lo que se trata es de organizar mejor el trabajo, hacerlo más productivo, evitar los tiempos muertos, priorizar lo importante… Todo ello supone un cambio de cultura. Hoy debemos apostar por la cultura de la eficiencia antes que la de la presencia. Incluso, en estos inicios del siglo XXI, considero que nuestra apuesta debe ser por una cultura de la excelencia, si deseamos ser competitivos en un mundo cada día más globalizado.

No niego que la presencia en el lugar de trabajo sea necesaria e importante, en unas empresas más que en otras. Pero sí creo que medidas como la jornada continua, la semana laboral comprimida -para salir antes los viernes-, la hora de entrada y salida flexibles, el trabajo a tiempo parcial, la norma de apagar las luces a cierta hora, la opción del teletrabajo, la decisión de no convocar reuniones más allá de las primeras horas de la tarde, hacen más útil, más productivo, el tiempo que se está en el trabajo. ¡Qué duda cabe que un trabajador motivado, un trabajador satisfecho, que se siente atendido, rinde más que otro que no lo está!

El elemento común a todas las empresas que han evolucionado hacia una mayor flexibilidad de horarios es una dirección por objetivos. Esto exige un esfuerzo importante de los gestores empresariales, que han de renovar el modelo de mando, haciéndolo menos autoritario, y conceder mayor autonomía a sus empleados. Por su parte, los trabajadores deben responder con un firme compromiso. Lo que los primeros pidan y los segundos den se debe medir en términos de productividad y de trabajo realizado.

Si una persona cumple con sus objetivos, no debería pasar nada porque se vaya una hora antes, de la misma manera que cuando haya más trabajo se quede varias horas más y se le puedan descontar, por ejemplo, dándole libre la tarde de un viernes. La productividad pasa por unos horarios racionales, que permiten constatar que hay vida y oportunidades al margen del trabajo.

Ignacio Buqueras y Bach. Presidente de la Comisión Nacional para Racionalizar los Horarios Españoles y de Arhoe, y autor del libro Tiempo al tiempo (Planeta)

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