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Crónica de Manhattan

¿También Greenspan?

Charles Ferguson estrenó hace unos días su documental No end in sight (Sin salida a la vista, traducción no oficial), un repaso de los primeros meses de la caótica ocupación de Irak. En la cinta, los responsables directos de la gestión de la posguerra, el equipo de Jay Garner, dan cuenta de su frustración por la falta de criterio, profesionalidad y casi desinterés con el que se guiaba su trabajo desde Washington.

Muchos militares, diplomáticos, políticos, técnicos con experiencia e incluso científicos han criticado a la Administración de George Bush, una vez han dejado su cargo (por deseo propio o de la Casa Blanca). Entre las críticas más notables figuran las del responsable del antiterrorismo, Richard Clarke, y el primer secretario del Tesoro, Paul O'Neill. Ahora, se une a esta lista uno de los hombres más respetado de Washington y del mundo: Alan Greenspan.

El ex presidente de la Fed publica hoy su libro, The Age of Turbulence: Adventures in a New World (La era de las turbulencias: aventuras en un nuevo mundo) y ni Bush ni su Administración ni el Congreso dominado por los republicanos salen bien parados. De estos últimos dice que 'optaron por el poder y no por los principios. Terminaron perdiendo las dos cosas. Merecían perder las elecciones de 2006'.

El contenido del libro fue adelantado el sábado por la prensa. Según The New York Times, la principal crítica del ex presidente de la Fed reside en el abandono de la disciplina de gasto y la contención del déficit por parte de la Casa Blanca.

De acuerdo con estos periódicos, Greenspan asegura que Bush nunca quiso contenerlo o vetar leyes que no hacían más que profundizar el déficit. Desde su perspectiva, el presidente está guiado por su ideología y las promesas electorales de 2000, falto de curiosidad sobre los efectos de sus políticas económicas. Su percepción de Bill Clinton es opuesta. Del ex presidente alaba su interés por los datos y el mantenimiento de una 'consistente disciplina centrada en el crecimiento a largo plazo'.

Y de la misma manera que recuerda su buena relación con los secretarios del Tesoro de Clinton, Robert Rubin y Lawrence Summers, Greens pan lamenta que su amigo O'Neill se convirtiera en la pieza discordante del Gobierno de Bush y que la política económica no la dictara el Tesoro sino el personal de la Casa Blanca.

Greenspan recuerda como los republicanos utilizaron su apoyo para justificar los recortes fiscales de 2001 sin previsiones para contener el gasto y explica que Rubin y un senador demócrata le pidieron que no apoyara los recortes. Ahora reconoce que 'tenían razón'.

Dick Cheney y Donald Rumsfeld, ex colegas en la administración de Ford, también son una decepción. Según AFP, Greenspan cree que el petróleo es la causa de la guerra en Irak.

Esta puntilla llega a un Bush muy débil que apenas ha podido ejecutar su agenda para la segunda legislatura. Así, la lista de deberes para el nuevo presidente será larga no solo por lo que queda por hacer sino por lo que hay que reparar.

Otro libro, el de la ex secretaria de Estado con Clinton, Madeleine Albright, dará algunas de las claves de este listado en Memorandum al presidente electo (traducción no oficial). El libro sale a la venta en diciembre pero la editorial, HarperCollins, adelanta que es una 'lista de cosas que hacer para tiempos nerviosos'. Una guía para 'restaurar la reputación y el liderazgo americano'.

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