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Tribuna
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Riesgos latentes: la liquidez del sistema

La crisis desencadenada por el fiasco de las hipotecas de alto riesgo ('subprime') en EE UU ha hecho crecer la desconfianza en los mercados financieros internacionales. El autor analiza las repercusiones que ésta puede tener en las Bolsas, así como las soluciones para intentar paliarla

El asunto que en estos momentos ocupa a la mayoría de expertos, y a la generalidad de la comunidad financiera internacional, trata de los posibles efectos de la crisis por la que está atravesando el sistema financiero internacional, iniciada por el fiasco de las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos (subprime) y su potencial repercusión en la economía financiera, en primer lugar, y en la economía real. ¿Cuál es la magnitud de la crisis? ¿Cuántas, y en qué magnitud, son las entidades financieras afectadas? Lo cierto es que no lo sabemos, y ello aviva nuestra desconfianza: el sistema financiero es clave en el crecimiento de las economías -una de sus principales misiones es transformar el ahorro en inversión- y el funcionamiento de los mercados.

El reciente descenso de las Bolsas es razonable porque no conocemos a qué nos enfrentamos. Lo que me llama poderosamente la atención es que la cautela no estuviera medianamente instalada en los mercados. A juicio de muchos, la abundancia de liquidez ha sido uno de los factores principales que durante este ciclo ha impulsado al alza el precio de las acciones. Por otra parte, la volatilidad indicaba que el mercado ya no actuaba con tanta complacencia.

Que, cuanto menos, desde el segundo trimestre se hablara de que una buena parte de inversores estaba deshaciendo posiciones basadas en el carry trade fue una primera llamada de atención hacia el descenso de la liquidez, aunque es cierto que por motivos distintos al subprime. Y sabíamos desde hace varias semanas de la potencial incidencia del mal riesgo hipotecario en la liquidez -como muestra un botón, las dificultades de varias compañías norteamericanas dedicadas a este negocio-.

En esta ocasión el mercado ha valorado incorrectamente el riesgo, al igual que ha venido despreciando los riesgos sistemáticamente durante la parte más reciente de este ciclo bursátil. ¿Por qué? Probablemente porque a pesar de existir, el crecimiento de las economías y de los beneficios empresariales, la relativa contención de la inflación, la abundancia de liquidez, múltiplos medianamente atractivos y la importante revalorización acumulada de las cotizaciones compensaba asumir riesgos: no es fácil mantenerse al margen de un mercado alcista. Pero independientemente de las implicaciones de esta potencial crisis financiera, cuanto menos desde el lado de la confianza, deberíamos poder haber situado mejor las circunstancias del sistema financiero internacional dentro del contexto de riesgos advertido por los expertos desde 2006: desequilibrios ahorro-inversión, elevado déficit comercial de algunas economías desarrolladas, elevado precio del petróleo, riesgos geopolíticos y terrorismo, entre otros.

¿Pueden caer más las Bolsas? Nadie lo sabe, pero hoy por hoy es probable. No conocemos el alcance de las repercusiones de la salud de los bancos en las finanzas y la economía, y ello provoca desconfianza. De materializarse la crisis habría un primer efecto, el financiero, derivado de la venta de activos por parte de entidades con dificultades para obtener liquidez, y que afectaría al precio de los activos cotizados. El segundo efecto sería el racionamiento del crédito (credit crunch), y afectaría de forma directa a la economía real, a través de la reducción del volumen de crédito concedido para inversión y consumo. Pero la mayor amenaza resultaría de la conjunción de una crisis de liquidez con la materialización de otros riesgos latentes, incluyendo aquéllos derivados del empeoramiento de los buenos fundamentales macroeconómicos que en la actualidad determinan la buena marcha de la economía mundial.

¿Qué sería deseable para intentar paliar las consecuencias de una posible crisis? Aumentar la confianza. Por parte de las entidades financieras, transparencia (saber quién y cuánto). Por parte de los bancos centrales: claridad en el discurso, suministro de una adecuada liquidez y capacidad de modificar la política monetaria ante indicios de traslación de dificultades del sistema a la economía real.

Si algo caracteriza a los mercados de acciones es la incertidumbre: el precio de los activos de renta variable fluctúa, pero no sabemos ni cuánto ni cuándo. Hay periodos de mayor incertidumbre que otros, como el actual. Y la incertidumbre tiene mucho que ver con que en cada ciclo existan factores que influyen en la evolución de las cotizaciones de manera distinta, determinando situaciones diferentes e impredecibles.

Jesús Muela. Director de Corporate Finance y Análisis Financiero de GVC SV

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