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Buen gobierno

Bruselas analiza la conveniencia de flexibilizar las normas de transparencia

La transparencia parece haberse convertido en la panacea del buen gobierno. Sin embargo, cada vez son más numerosos los expertos que creen que ha llegado el momento de racionalizar los requisitos de transparencia que, en muchos casos, llegan a solaparse.

Tal vez la reacción ha sido excesiva y con la ola de transparencia ahora las sociedades cotizadas deben hacer frente a un exceso de obligaciones', reflexiona José María Garrido, consejero de Cuatrecasas, ex secretario del consejo de la CNMV y uno de los autores el informe Winter, sobre el que se basó la directiva de transparencia de 2004, que intentó replicar la legislación adoptada en EE UU tras los escándalos de Enron o Worldcom.

Garrido forma parte además del foro de expertos en buen gobierno nombrado por la CE. Un foro constituido por 15 miembros que tiene el mandato de examinar las mejores prácticas en materia de buen gobierno en cada uno de los Estados miembros y emitir una serie de conclusiones.

En estos momentos, y entre otros asuntos, el grupo de alto nivel analiza cómo está afectando la ola de transparencia a las sociedades cotizadas en el día a día y estudian la conveniencia o no de flexibilizar los sistemas. 'Los requisitos de transparencia se han multiplicado y muchas cosas se superponen. Por ejemplo, las sociedades cotizadas deben informar en varios sitios distintos sobre sus operaciones vinculadas', apunta Garrido como ejemplo de una de las cuestiones que requieren de un análisis concienzudo.

El miembro del grupo de alto nivel de la CE asegura que de lo que se trata ahora es de poner las cosas en su sitio. 'Hacer las cosas más sencillas. No sólo para que las empresas puedan cumplir con ellas. También para que los accionistas tengan más fácil acceder a la información de las empresas'. Un exceso de información puede provocar desinformación.

Además, ser transparente no es gratis. Las normas de transparencia y buen gobierno con las que deben cumplir las empresas han acarreado un incremento de la carga de trabajo que afecta a las áreas más variadas, desde la comunicación a la gestión de riesgos, pasando por la informática que tiene que prestar más atención a la página web corporativa.

En un primer momento, las empresas europeas aceptaron de buen grado el reto de la transparencia. En especial después de comprobar las enormes exigencias de la ley Sarbanes Oxley con la que en EE UU se trató de acometer el reto de devolver la confianza a los mercados después de los escándalos financieros. En Europa se optó por hacer hincapié en la transparencia, que funciona como una técnica indirecta de regulación pero que deja gran libertad a las empresas.

Los expertos consideran que por esa razón las empresas europeas recibieron de buen grado el informe Winter y en España el Aldama, especialmente después de haberse dado a conocer el borrador del Código de Sociedades Mercantiles que incorporaba muchas exigencias para las empresas cotizadas. 'Ante un panorama de regulación sustantiva, todo el mundo estaba preparado para aceptar mayores requisitos de transparencia', explica Garrido.

Ya no hay vuelta atrás en el camino de la transparencia. 'Y es previsible que ésta se aumente', afirma el miembro del grupo de alto nivel de la CE en materia de buen gobierno.

Sin embargo, han comenzado a escucharse algunas voces disidentes que consideran que la transparencia no es la panacea a la que acudir en todo momento. Es también la opinión de José María Garrido. 'Es demasiado fácil que cada vez que nos encontramos ante un problema la solución sólo sea establecer más transparencia', afirma. Garrido añade que en ocasiones la decisión de acudir a la transparencia oculta la incapacidad de la UE para alcanzar acuerdos en decisiones complicadas.

Un ejemplo de ello es lo ocurrido con la directiva de opas, cuando todo el sistema para prohibir las tácticas defensivas saltó por los aires, 'pero eso sí, los requisitos de transparencia sobre medidas antiopa no los discutió nadie', desvela el miembro del European Corporate Governance Forum.

Pero la CE se ha tomado en serio la cuestión y, al menos, ha decidido que ha llegado el momento de plantearse si se deben racionalizar los requisitos de transparencia. Este hecho coincide en un momento en el que se está acometiendo la tarea de tratar de simplificar la legislación europea en materia de sociedades. También en este punto se ha llegado a un consenso sobre la conveniencia de reducir la complejidad en el derecho de sociedades.

La ley Sarbanes Oxley se ha suavizado

Desde que en 2002 en EE UU se promulgó la ley Sarbanes Oxley con la que se trataba de devolver la confianza en los mercados después de los escándalos financieros como el de Enron, las empresas se han quejado de la dificultad de su aplicación y de los altos costes derivados de su cumplimiento, en especial la sección 404 con su exigencia de evaluación del control interno financiero por parte del auditor. Pero el pasado mes de mayo, la SEC (el regulador de los mercados estadounidenses) decidió suavizar algo este requisito. A pesar ello, algunas empresas extranjeras han decidido dejar de cotizar en los mercados de Estados Unidos. Así lo anunció por ejemplo Iberdrola a finales de junio.

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