Todos los ojos en el mercado de bonos
En las últimas cinco semanas el precio del bono del Tesoro americano a 10 años ha ido cayendo y su rendimiento, que se mueve en dirección opuesta a su valor, ha ido, por tanto, subiendo. Desde 2005 no se veía una apreciación semejante y las consecuencias pueden ser profundas.
Y es que esta tendencia, si se consolida, es una mala noticia para una economía acostumbrada a un anómalo e inusual bajo rendimiento de este bono que determina los tipos de interés a largo como por ejemplo el de las hipotecas que pagan los estadounidenses para comprar sus casas, el coste del apalancamiento de las empresas de capital riesgo para adquirir otras compañías (uno de los mayores dinamizadores de la Bolsa) o los créditos que reciben las compañías en dificultades para evitar quiebras como lo han hecho hasta ahora.
Los cerca de 32 puntos básicos de subida del rendimiento del bono desde que empezó junio no han sentado bien en Bolsa que ha abandonado los récords vistos hace apenas unos días.
Los futuros empiezan a apostar por una subida de tipos por parte de la Reserva
Cinco años
La tendencia en el mercado de bonos se ha radicalizado esta semana. El martes se llegó a alcanzar una rentabilidad por encima del tipo de interés establecido por la Reserva Federal que lleva casi un año en el 5,25%. Al cierre el bono alcanzó el 5,295%, algo que no se veía hace cinco años.
Ayer, en una jornada de vaivenes, volvió a rebajar su precio (y subir su rentabilidad hasta el 5,3%) a principio de la jornada, tras conocerse datos que sugieren que la economía de EE UU está creciendo y la inflación está lejos de relajarse a la vista del 1,4% del crecimiento de las ventas al por menor y el 0,9% de la subida de los precios de las importaciones (todo por encima de las previsiones). Pocas horas después, las subidas se convertían en caídas y al cierre quedaba en el 5,206%.
EE UU no es un caso excepcional. La rentabilidad de los bonos a 10 años sube en mayor o menor medida en la zona Euro, el Reino Unido y Japón en un momento en el que se han reforzado los temores inflacionistas y los bancos centrales han mostrado su determinación de subir los tipos de interés. Con ello tratan de poner freno a una inflación que puede acelerarse después de años de crecimiento global en los que los precios parecen haber estado 'bien contenidos', por usar la terminología de los responsables monetarios estadounidenses.
Sus homólogos en Nueva Zelanda subieron hasta el 8% los tipos de interés. También los ha incrementado el BCE. El lunes su presidente, Jean-Claude Trichet dijo que los actuales tipos de interés aún permiten la expansión económica lo que deja pocas dudas, para quien las tuviera, de que va a haber más alzas en el precio del dinero. Ese día, el presidente del Banco Central de Inglaterra, Mervyn King, hizo unos comentarios de similar tenor.
En los mercados americanos los operadores han estado poco a poco dándose cuenta de que la Reserva Federal tiene muy difícil no seguir esta tendencia en una economía cada vez más conectada globalmente. Es algo que su presidente, Ben Bernanke, no ha dejado de sugerir en sus comunicados pero que los mercados no han creído hasta ahora. Con un anémico crecimiento del 0,6% en el primer trimestre, la apuesta sobre la bajada de los tipos de interés en la segunda mitad del año parecía segura en los mercados pese a que la inflación está por encima de la barrera del 2% que preocupa a la Fed.
Cambios este año
Pero los economistas creen que las circunstancias serán distintas en el segundo trimestre y se crecerá por encima del 2% pese a la crisis de la vivienda. Entre crecimiento e inflación, la Fed ha elegido centrarse en esta última. Los operadores y analistas ahora también y aunque algunos bancos de inversión como UBS y el gurú de los bonos Bill Gross de Pimco aún sigan pensando que habrá una bajada de tipos este año, Goldman Sachs y Merrill Lynch abandonaron esta previsión la semana pasada. Los mercados de futuros dejaron de apostar por ella el martes y ayer se inclinaba incluso por la subida.
Una razón más para el vuelco en el mercado de bonos se deriva de que los inversores asiáticos, sobre todo chinos, grandes compradores de deuda americana, dan muestras relajación. China, un país que por sus elevadas reservas sienta tendencia, ha dicho que no iba a deshacer sus posiciones en dólares, pero que buscará alternativas para elevar la rentabilidad de sus inversiones. Recientemente ha anunciado que colocará 3.000 millones de dólares en la OPV de Blackstone.
Subasta del Tesoro
El mismo y conflictivo martes de esta semana, una subasta de bonos del Tesoro de 8.000 millones de dólares fue peor de lo esperado lo que habla del recelo internacional. Alan Greenspan vino a calmar ese día a la Bolsa, que sufrió un importante revés, al decir que no cree que los asiáticos abandonen sus inversiones en el billete verde. El ex presidente de la Fed sí que advirtió que llega un momento de altos rendimientos en la línea de lo que se ve ahora.
Al fin y al cabo, esto deshace el enigma. Así calificó el propio Greenspan la tendencia a la curva negativa de tipos que se ha visto en el último año. Las cosas vuelven a lo que se espera de este mercado con los bonos a largo siendo más rentables que los de corto. Durante buena parte del 2006 la curva ha estado invertida y los tipos a corto han sido más elevados que los de largo. Esta anómala tendencia ha ayudado al boom crediticio que ahora se complica. Una muestra es como están evolucionando las hipotecas. Según Freddie Mac, la semana pasada un préstamo a tipo fijo a 30 años estaba al 6,53%, cuando al principio de año estaba en el 6,18%.
Curiosamente los vaivenes en los bonos se han acelerado desde que hace una semana se cruzara la barrera sicológica de la rentabilidad del 5%. Han sido días sin grandes datos económicos con los que apoyar estos movimientos. Hoy y mañana se esperan los de la inflación como referencia para ver donde marchan las tendencias. Así, todos los ojos siguen pendientes de lo que dicten los bonos.