La burbuja, la razón y la sinrazón
Comenta hoy Gonzalo Lardiés, en estas mismas páginas, que la Bolsa a corto plazo suele dar muestras de comportamientos irracionales, pero que a largo plazo pone las cosas en su sitio, es decir, en su verdadera valoración. Lardiés, por cierto, acaba de ser elegido el mejor gestor de toda Europa por parte de la firma británica Citywire.
Viene esto a colación, porque lo sucedido con Astroc es un ejemplo claro de esa irracionalidad que a veces emana del mercado. La compañía salió a Bolsa en mayo de 2006 a un precio de 6,40 euros por acción. El martes, al cierre de mercado, cotizaba a 45,51 euros; es decir, un 611% de revalorización en apenas 11 meses. Con el colapso de ayer Astroc ha perdido casi la mitad de su valor en Bolsa en una sola sesión, haciendo gala de ese dicho que dice que cuanto más alto se sube más dura será la caída.
Astroc es un valor estrecho y además, es inmobiliario; es decir, reúne dos ingredientes clave para la formación de una burbuja en estos tiempos que corren. La estrechez de su cotización ha permitido que se haya disparado en Bolsa en cuanto se ha visto estrangulado por las órdenes de compra. No poco ha ayudado también el ambiente festivo del sector inmobiliario español, que ha obrado a golpe de opa los máximos más recientes del Ibex.
No es exagerado calificar de locura, como han hecho muchos analistas, la subida bursátil del sector. Sobre todo porque se presupone que el ciclo inmobiliario se está agotando en España y porque las valoraciones de muchas de las compañías están muy por encima del valor neto de sus activos.
Algo falla cuando una compañía sube un 611% en menos de un año. O bien los propietarios pusieron un precio de salida a Bolsa muy por debajo de su valor real, cosa harto improbable, o bien el precio de la acción sobrevalora enormemente lo que realmente vale la compañía. En todo caso, como afirma Lardiés, el mercado es irracional, hasta que deja de serlo.