Condenados a entenderse
Las peticiones de las autoridades mundiales hacia China se centran ahora en que profundice más en las reformas internas, para hacer su crecimiento sostenible, según el autor. En su opinión, un enfrentamiento comercial entre EE UU y el gigante asiático sería demasiado costoso para todos.
Cómo podría ser de otra forma? Sería demasiado costoso para todos un enfrentamiento comercial entre Estados Unidos y China. Realmente, entre China y el resto de los países desarrollados. En el fondo, una nueva marcha atrás en el proceso de apertura del comercio mundial supondría la materialización de uno de los principales riesgos que existe en estos momentos a nivel internacional. Para la economía pero también para los mercados financieros. Pero, por otro lado, el éxito de la incorporación de China al mundo que supuso su entrada en la OMC (Organización Mundial del Comercio) en 2001 ha dejado pocas salidas a buena parte del sector manufacturero de los países desarrollados.
China es ya la cuarta potencia económica mundial, con ritmos anuales de crecimiento sostenibles del 11%. Supone más del 60% de las exportaciones manufactureras de Asia, quizá el 30% (y creciendo) a nivel mundial, cuando supera esa cifra en términos de demanda de materias primas. Al mismo tiempo que crece su peso económico, comienza también a crecer su opinión a nivel político. En los últimos meses hemos tenido un buen ejemplo, con reuniones de alto nivel tanto en Asia, África y Latinoamérica. La invitación a participar en las reuniones regulares del G-7, conjuntamente con Rusia y Brasil, refleja bien a las claras el interés de los países desarrollados por contar con su presencia en cualquier debate internacional.
Todos deberíamos felicitarnos del proceso anterior. China es un puerto de exportación de productos manufactureros en Asia. En definitiva, se ha convertido en el principal socio comercial de la zona y mantiene un elevado déficit con la mayoría de los países del área. China ha sido el principal motor de crecimiento de forma reciente, a través de su demanda de materias primas, para Latinoamérica y comienza a aumentar su peso en las exportaciones africanas. La mayoría de las empresas internacionales, también de servicios, ha diversificado su producción hacia China buscando no sólo costes más baratos como mayor proximidad al futuro mayor foco de demanda mundial.
Una nueva marcha atrás en el proceso de apertura del comercio mundial materializaría uno de los principales riesgos que existe en estos momentos
El mantenimiento de un elevado ritmo de inversión, hasta un 45% de su PIB, es un buen reflejo de la creciente capacidad de crecimiento y elevada productividad. También, sinónimo de fuerte creación de empleo en un país donde la pobreza sigue siendo elevada y las desigualdades sociales no han hecho otra cosa que aumentar en los últimos años. Su incorporación al comercio mundial ha llevado a un fuerte abaratamiento de costes a nivel global, una transferencia de recursos desde los salarios hacia el excedente de explotación de las empresas que explica los crecimientos excepcionales de los beneficios ante la elevada también demanda mundial. Obviamente, una subida de beneficios que las Bolsas han valorado con nuevos máximos históricos tras superar los efectos de la burbuja tecnológica de finales de los noventa. ¿Una nueva burbuja? En absoluto, considerando cómo ahora las subidas de las Bolsas van detrás del aumento de los beneficios.
Pero es que todo este proceso ha coincidido con una elevada liquidez en los mercados financieros internacionales, generada en gran medida por los propios países emergentes. China, con un superávit en su balanza corriente, exceso de ahorro, del 8% del PIB, ha tenido mucho que ver con esta formación de liquidez. Las reservas de divisas del Banco Central de China alcanzan ya un billón de dólares, lo que supone el 40% de su PIB. Un elevado ritmo de crecimiento de la liquidez, revalorización de activos con tipos de cambio intervenido que llevó al presidente de la Reserva Federal a advertir a finales de la semana pasada del riesgo de 'pérdida de control de su economía' por las autoridades chinas.
Sí, no se trata sólo de pedir que el yuan fluctúe libremente en los mercados de divisas. Pero esto puede ser el final, aunque ahora pase por una ampliación de las bandas de su fluctuación frente al goteo actual que le ha llevado al alza más de un 5% en el último año y medio.
Las peticiones de las autoridades mundiales hacia China se centran ahora en profundizar más en las reformas internas, una nueva fase de apertura en sus mercados que puede resultar más complicada que en el pasado reciente. Comenzado por el propio sector financiero, pero también favoreciendo el gasto de las familias a que puede llevar un aumento de la educación pública y de la seguridad social. Sin descuidar el medio ambiente, cuando hasta ahora el crecimiento ha sido prioritario. En definitiva, hacer el crecimiento más sostenible en el tiempo. Pero que a corto plazo puede significar moderar su ritmo desde el 11% anual.
De la misma forma, las autoridades norteamericanas también aceptan que reducir su déficit comercial (el superávit comercial de China) pasa por elevar su ahorro. Al fin, también desacelerar el ritmo de crecimiento norteamericano desde niveles por encima de su teórico potencial en los últimos años. Probablemente éstas fueron las claves de la reciente cumbre entre ambos países. Ahora sólo resta que se pongan en funcionamiento. ¿Lo pueden hacer? Más aún, ¿tienen tiempo para hacerlo? Quizá el margen lo den el resto de los países, especialmente la zona euro y Japón. Lo siento, no soy muy optimista por el momento.
José Luis Martínez Campuzano. Estratega de Citigroup en España