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Tribuna
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En renovables... ¿antes el huevo o la gallina?

Estamos ante una revisión del marco regulatorio de las energías renovables. En estos días la Comisión Nacional de Energía (CNE) está estudiando un borrador de real decreto enviado por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio en el que define el nuevo marco de apoyo al desarrollo de las energías renovables en España.

Y este marco se establece porque tenemos o vamos a tener un problema y debemos encontrar alternativas al modelo energético actual, y hasta que estemos seguros de que una energía renovable no tiene éxito como alternativa parcial a nuestro problema, y mientras podamos permitirnos el coste de explorar su potencial, estamos apoyando su desarrollo.

Por eso estamos invirtiendo, como sociedad, en las energías renovables. Pero nos puede entrar la duda de si antes que el huevo no deberíamos tener la gallina, y me explico con un ejemplo: la energía solar fotovoltaica.

Actualmente el kWh producido mediante el efecto fotovoltaico, dependiendo de las circunstancias, es cuatro o cinco veces mayor que el kWh que pagamos a la empresa distribuidora, pero hay razones suficientes para pensar que si seguimos apoyando el desarrollo de estas aplicaciones se seguirán bajando costes y obtendremos electricidad de una forma sencilla, limpia y competitiva.

El que unos sabios se encierren en un laboratorio y al cabo de unas décadas aparezcan con unos generadores fotovoltaicos baratísimos es como querer tener primero la gallina, y de ella los huevos. Es un sistema que se está intentando, pero no es un camino seguro; mejor es seguir con esa investigación pero también aumentar las aplicaciones siguiendo una curva de experiencia, porque con ese crecimiento de volumen vienen muchas pequeñas innovaciones que al final es un gran avance: es un camino más tangible. Tenemos en la eólica un ejemplo de bajada de costes importantes en unas pocas décadas sin inventos revolucionarios.

De hecho, en fotovoltaica, y sin inventos revolucionarios, en los años cincuenta, el generador fotovoltaico de los transmisores de algunos satélites costaba 1.000 dólares por vatio, y hoy cuesta 4 dólares cuando decidimos ponerlo en nuestro tejado, gracias a la curva de experiencia que nos ha proporcionado estos años de desarrollo.

¿Qué es lo primero pues?, ¿el huevo o la gallina?, ¿la curva de experiencia o la I+D?... La respuesta es simple: los dos.

La industria fotovoltaica en España se puede hacer una buena foto. En los últimos años no ha hecho otra cosa que crecer y consolidarse. Desde el año 2001, el crecimiento de nuestra capacidad industrial de producción de generadores solares fotovoltaicos ha sido del 57% de media anual, el empleo ha crecido un 30% al año, el mercado de instalación más del 50% cada año, y los precios finales de los sistemas fotovoltaicos han bajado una media del 3,8% (y de no haber tenido el problema coyuntural de falta de silicio los dos últimos años podríamos haber llegado al 5%).

A este desarrollo tan positivo y este crecimiento sostenido, corroborados por las anteriores estadísticas, podemos añadir el prestigio que goza nuestra industria confirmado por varios indicadores: las empresas manufactureras exportan la mayoría de su producción compitiendo mundialmente en calidad y precio, nuestro mercado fotovoltaico es el segundo en Europa y cuarto mundial, los premios y honores internacionales otorgados a nuestros investigadores, etcétera.

Por eso, el Gobierno y la industria fotovoltaica se juegan ahora su credibilidad en la apuesta por la energía renovable el primero, y su papel de industria tractora en el contexto internacional el segundo. Y estamos decididos a apoyar y asesorar al equipo ministerial actual para lograr la consecución del objetivo del Plan de Energías Renovables y hacer que crezcan los proyectos sólidos y no especulativos en el mercado español, de modo que los miles de pequeños inversores que habían puesto su mira en invertir en una instalación fotovoltaica en su tejado o en alguna participación en alguna promoción de parques solares no se vean defraudados.

Es de esperar que el nuevo real decreto nos proporcione el desarrollo en España de las aplicaciones de instalaciones de energía renovable que necesitamos para completar la curva de experiencia de las tecnologías de renovables y que, por disposiciones gubernamentales de otra índole, se proporcione la ayuda a la I+D en estas tecnologías para que su investigación básica quede reforzada… Habremos acertado en la respuesta al acertijo.

Javier Anta. Presidente de la Asociación de la Industria Fotovoltaica (ASIF)

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