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Tribuna
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Los riesgos en las empresas

La gestión diaria de la empresa impide a veces atender adecuadamente otras eventualidades determinantes para la continuidad del negocio, según el autor. La planificación y el control del riesgo con una estructura organizativa específica es, en su opinión, la mejor garantía para hacer frente a cualquier contingencia

Las empresas españolas navegan hoy por mares tormentosos. A la histórica baja productividad y a la galopante deslocalización se suman otras amenazas, como la competitividad que generan las importaciones de los países en vías de desarrollo, el incremento del coste de las materias primas y la inseguridad de la demanda interna.

Ante esta tesitura, otros riesgos quedan total o parcialmente desatendidos. Es cierto; no son riesgos que diariamente pongan en jaque a la empresa, no afectan en gran medida a la cuenta de resultados del año… siempre y cuando no pase nada. Porque cuando el idílico escenario de esas cosas sólo le pasan a otros se transforma, las empresas se ven abocadas a aceptar que en realidad estos riesgos son importantes, incluso cruciales, para la supervivencia y continuidad de su negocio, y que, por tanto, es imprescindible hacerles frente, prepararse y prevenirlos. En una palabra: gestionarlos.

¿Es posible que mañana desaparezca su lugar de trabajo? Incendios como el del edificio Windsor nos advierten de la importancia de tener un plan de continuidad de negocio para saber qué hacer, cómo organizar al personal y cómo seguir atendiendo a los clientes. El as en la manga contra el azar es la planificación y el control del riesgo. ¿Tendría un lugar alternativo para trabajar y producir sus productos, para no dejar de suministrar a sus clientes? ¿Para no perderlos?

A veces, son las catástrofes ajenas las que provocan el caos en nuestra empresa. Si un siniestro afectase a uno de sus proveedores clave y tuviera repercusión en su empresa, ¿sabría cómo reaccionar?

No prever el riesgo de una empresa puede dañar su reputación. Si uno de sus productos tuviera un problema de calidad y causase daños a sus clientes, ¿qué haría para paliarlo? Empresas de primera línea mundial, como Sony, Cola-Cola, Evian o Nestlé, ya han pasado por este trance. Algunas sufrieron un duro traspié económico, otras incluso desaparecieron, pero aquéllas que supieron reaccionar salieron reforzadas.

Los riesgos que afectan a las grandes empresas son complejos y cambiantes; y en nuestros tiempos es imprescindible saber identificar cuáles serán las piedras del camino antes de que aparezcan y no dejar en manos del azar el éxito de nuestra empresa.

Ignorar estos riesgos es ignorar el coste que conllevan. Si se cuantifican de forma incorrecta y se protegen de forma insuficiente, el coste acaba siendo mayor de lo que el área financiera pensó en un principio.

La gestión del riesgo requiere no sólo la voluntad de la dirección de la empresa y el convencimiento de su importancia, sino una estructura organizativa que propicie esta labor. En las medianas y grandes empresas existe la figura del risk manager o gerente de riesgos. æpermil;l es el responsable de proteger la empresa, quien decide las políticas de prevención que deben seguirse y qué planes de contingencia deben estar preparados por si ocurre un incidente grave.

En España, la figura del gerente de riesgos no es una especie en extinción, por el mero hecho de que nunca llegó a ser una especie. Indiscutiblemente, es una rara excepción -no debe haber más de una decena, todos ellos en grandes grupos industriales-. Sorprende que otras grandes corporaciones dejen la gerencia de riesgos en manos de responsables financieros o jurídicos, que les dedican su atención de forma parcial y cuyo criterio está lejos de entender la gestión del riesgo como una herramienta estratégica que puede aportarnos valor frente a los inversores.

En la mayoría de los casos, los consultores generalistas carecen de experiencia sólida en la gestión de riesgos y los corredores de seguros típicos apenas dan valor añadido. Sólo la labor de una consultoría especializada es capaz de aportar un valor real a nuestro negocio. Sin embargo, las consultorías de riesgos necesitan un interlocutor en la empresa con dedicación, experiencia y habilidad para definir procedimientos, coordinar departamentos y aunar intereses entre las distintas áreas de la empresa. Porque así es como se consigue que la dirección tome las decisiones oportunas sobre estas cuestiones.

Sólo las empresas con un gerente de riesgos asesorado por especialistas están hoy en condiciones de hacer frente de forma adecuada a las situaciones que mencionábamos al principio.

Es de esperar que la maduración de las estructuras organizativas de las grandes y medianas empresas y la gradual profesionalización de las empresas familiares nos conduzcan a un reordenamiento en el área de gerencia de riesgos.

Luis Carles Director de Grandes Riesgos de Marsh y subdirector de Marsh Barcelona

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