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António Guterres

'Las principales trabas a la ayuda son políticas, no de recursos'

El ex primer ministro portugués habla sobre asilo, Europa, su país y las relaciones con España.

Fue jefe del Gobierno socialista portugués durante siete años (1995-2002), hasta que la crisis económica aún vigente llevó al mando a José Manuel Durão Barroso, hoy presidente de la Comisión. Alejado de la política portuguesa, António Guterres ha dirigido la Internacional Socialista y, desde mayo, dirige Acnur. Es miembro del Club de Madrid, organismo formado por ex jefes de Gobierno cuyo objetivo es promover la democracia en el mundo que acaba de organizar unas jornadas sobre la importancia de la energía.

¿Nos dirigimos a un mundo con más refugiados?

En el último año el número de refugiados se ha reducido en un 10%, porque un millón de personas han podido regresar a sus países de origen. La clave está la mejora en los conflictos de Sierra Leona y Liberia. Pero hay riesgos inminentes de que vuelva a aumentar el número, por el deterioro de la crisis humanitaria de Darfur (Sudán) y el empeoramiento de la seguridad en Afganistán e Irak, que fomenta la salida a países limítrofes. Otros conflictos como los de Sri Lanka o Colombia, que parecían casi acabados, se recrudecen.

¢Creo que España está haciendo un esfuerzo para dar protección a quienes la necesitan¢

'Hay una crisis evidente de liderazgo en la UE. Falta integrar a la ciudadanía en las decisiones políticas'

¿Cuál es el número aproximado de refugiados en el mundo?

En torno a ocho millones y medio. Pero la situación es aún más grave para los desplazados internos, que suman 25 millones en todo el mundo. A diferencia de los refugiados, los desplazados no tienen derecho de asilo, ni pueden acceder a la ayuda de organizaciones humanitarias como Acnur. El responsable de su situación es el propio Gobierno que la causa.

¿Por qué no puede intervenir Acnur? ¿Es un problema político o de falta de recursos?

No existen instrumentos para que la comunidad internacional intervenga legalmente en un país soberano. En la última cumbre de Naciones Unidas se planteó el concepto de responsabilidad de proteger, y se aceptó en teoría, pero las consecuencias prácticas no tuvieron el reconocimiento internacional necesario. Es difícil intervenir si el país en cuestión no quiere o no puede proteger. Por supuesto, también hay restricciones económicas en la actividad de las agencias humanitarias. Pero las principales trabas a la ayuda son políticas, no de recursos.

¿Han provocado problemas de refugio las llegadas masivas de inmigrantes a las costas españolas?

Es importante distinguir entre la condición de refugiado, que tiene causas políticas o bélicas, de la de inmigrante, que está habitualmente ligada a motivos económicos. La mayoría de los inmigrantes que llegan a España salen de su país para buscar una mejora en sus condiciones de vida, huyendo, generalmente, del hambre. No son refugiados políticos, aunque es cierto que se dan situaciones que requieren protección, como las de menores no acompañados, mujeres obligadas a prostituirse, etc. En este sentido, creo que España está haciendo un esfuerzo real para dar protección a quien lo necesita.

España pide una política común en inmigración, que aparecía en la fallida Constitución europea. ¿Cómo se puede arreglar la crisis institucional?

Hay una crisis evidente de liderazgo pero, sobre todo, falta integrar a la ciudadanía en las decisiones políticas. Hay que superar las contradicciones como, por ejemplo, haber ampliado la UE sin profundizar sus instituciones. Lo fundamental, a mi juicio, es reconciliar las instituciones con la ciudadanía. Debemos tener cuidado con la precipitación: aprender de los errores y no tomar iniciativas que no cuenten con el apoyo de los europeos.

Una de las debilidades europeas es la dependencia energética. ¿Cómo puede paliarse?

El modelo de consumo actual no es sostenible, y seguimos actuando como si lo fuera. Se requieren cambios estructurales en los modelos de producción, en la tecnología y en las prioridades del desarrollo. Hay que apostar por las energías renovables, además de fomentar la eficiencia energética. Hay que reorientar los esfuerzos y los sistemas de organización productivos. Un ejemplo es el de las técnicas de construcción de edificios. En la península tenemos más horas de sol que en el resto de Europa, y apenas lo aprovechamos.

'Portugal partía de más abajo cuando entró en la UE'

Guterres dejó el Gobierno portugués en 2002, en medio de una crisis económica sobre la que explica algunas claves: 'Su causa fue la integración de la UE en la economía global y en la sociedad del conocimiento. Portugal perdió ahí su principal ventaja competitiva -la mano de obra barata-, y quedaron expuestas sus debilidades en materia innovadora y tecnológica'.A juzgar por los resultados económicos, España ha aprovechado mejor su ingreso en la UE, coetáneo con el de Portugal. Pero Guterres recuerda una diferencia de partida: 'Valoraciones políticas aparte, el franquismo sentó unas bases económicas que después se aprovecharon. Salazar dictador portugués hasta 1974 dejó un país rural, por lo que Portugal partía de más abajo que España'.Guterres resta importancia a la reciente encuesta según la cuál el 28% de los portugueses querría integrarse en España. 'Las encuestas son a menudo artificiosas. Hoy españoles y portugueses disfrutamos de un clima de cooperación sin precedentes, tanto en el ámbito económico como en el cultural, y los portugueses están a gusto con su relación con España'.El ex primer ministro reconoce, en cambio, que algunas particulares del carácter portugués no ayudan a la modernización, como la famosa saudade (que podría traducirse como nostalgia) y otras peores: 'La entrada en la Unión Europea hizo mucho bien al desarrollo del país, aunque persisten ciertos atavismos que la obstaculizan, como la alianza estratégica entre la envidia y la mediocridad'.

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