Las 100 mujeres más poderosas del mundo que viene
El contexto económico, demográfico y social gira hacia mercados hasta ahora emergentes y, según la autora, crea la demanda de un liderazgo empresarial más abierto en su manera de hacer y diversificado en sus componentes. En su opinión, aquí juegan un importante papel las mujeres.
Ante la perspectiva de una demora en mi vuelo, me armé de paciencia y lectura, incluyendo la revista Forbes y su estudio sobre Las mujeres más poderosas del mundo, encabezado por la canciller alemana, Angela Merkel.
¿Cómo mide Forbes el poder? Al confeccionar la relación, sopesa la visibilidad mediática, el impacto económico, y el peso relativo del currículo de cada aspirante. No sorprende. Desde hace tiempo, una de las empresas más exitosas del mundo, General Electric (GE), ancla el éxito de sus futuros directivos en tres ejes, un concepto llamado PIE. GE exige a sus líderes excelente rendimiento (performance), trayectoria intachable (imagen) y, no menos importante, visibilidad (exposure), argumentando que los tres pilares son igualmente fundamentales para ejercer el mando.
Forbes apunta hacia el rendimiento: 'Requiere cosechar logros más importantes que nunca para entrar en esta lista, porque cada día hay más mujeres a cargo de corporaciones, entidades sin ánimo de lucro y Gobiernos'. Entre las 100 más poderosas, el mundo financiero y empresarial da amplios ejemplos de resultados excepcionales. Nos contemplan una docena de mujeres al mando de multinacionales de gran consumo, como Sara Lee, Kraft, Procter & Gamble, Johnson & Johnson, Avon, Burberry's. Uno podría decir que este acceso de mujeres al liderazgo en el sector del consumo es lógico, pues la cara de su cliente es principalmente femenina.
Las bases del poder permanecen universales, independientemente del género de la persona que lo ostenta
Pero hay una importante lectura en el reciente nombramiento de Indra Nooyi, hindú educada en EE UU y futura consejera delegada de PepsiCo. Se vislumbra una cara de cliente bien distinta, según vayan llegando mil millones de nuevos consumidores de las economías emergentes (India, China, Corea, Rusia, ...). Ya encontramos entre las 100 a mujeres liderando instituciones financieras en Arabia Saudí, China, Kuwait, Sri Lanka, China, Israel, aparte de EE UU, Inglaterra, y España (Ana Patricia Botín es la única española que recoge Forbes). Los mercados del mañana tienen un mosaico de procedencias, naciones, creencias y orientaciones, y la escasa representación de las mujeres en los órganos de dirección en España constituye un flanco débil hacia el mercado global.
La importancia de la imagen, se magnifica en el poder político. Entre las 100, llama la atención el marcado incremento (25%) de mujeres en cargos con respecto a la anterior edición. Incluye ¡13 jefas de Estado! (Mozambique, Letonia, Alemania, Liberia, Chile, Corea del Sur, Nueva Zelanda, India, Bangladesh, Finlandia, Filipinas, Irlanda y Jamaica), dos reinas, y 15 ministras y altas oficiales. Lamento que no haya una española entre ellas, y me pregunto: ¿qué habrá influido para que estas mujeres hayan alcanzado estas cimas del poder político? Curiosamente, salvo Finlandia, ningún país gobernado por una mujer ha impuesto política de paridad en órganos de poder similar a la reciente ley española. Sin duda, la constancia en la persecución de la igualdad de oportunidades, y no de la paridad impuesta e invasora, tiene un impacto más real en la generación de futuros líderes.
La importancia de la visibilidad la representa un nutrido núcleo de mujeres a la cabeza del mundo mediático. Consejeras delegadas como Marjorie Scardino en Pearson, Nancy McKirsty en Wolters Kluwer, Oprah Winfrey en Harpo, y periodistas como Christiana Amanpour en la CNN. El acceso a plataformas, foros e información y, con ello, al poder de la palabra para configurar opiniones e influenciar corazones, no suele desarrollarse concienzudamente en los planes de desarrollo de los líderes del futuro.
Ante la progresiva concentración de empresas en grupos globales, crece la desconfianza y recelo social hacia la gran empresa, reforzada por sonados escándalos financieros. Las normas de buen gobierno y leyes de transparencia financiera poco pueden contra esta tendencia popular. No hace falta más que citar la reciente demanda contra Coca Cola y PepsiCo por la activista india Sunita Narain. Esta mujer, que no está entre las 100 pero sí podría, ha conseguido cortar en seco las ventas de estos grandes iconos mientras se corrige la presencia de pesticidas en sus productos locales.
Reflexionando sobre la relación de las 100 más poderosas de Forbes, se ve que las bases del poder permanecen universales, independiente del género que lo ostenta. Pero el contexto en el que toca ejercer ese poder se trasforma. La base económica, demográfica y social claramente se gira hacia mercados hasta ahora emergentes, creando la demanda de un liderazgo más abierto en sus maneras de hacer y diversificado en sus componentes. Las motivaciones sociales cobran una mayor importancia no sólo entre los jóvenes que queramos atraer, sino también en la imagen y el posicionamiento de nuestras organizaciones en los foros internacionales. Y la esquiva competitividad de la empresa española, ya no es una asignatura pendiente, sino un imperativo si pretendemos mantenernos en el pelotón de la primera velocidad.
Suponiendo que los agentes sociales vayan soltando el corsé de la legislación laboral decimonónica, queda lo obvio. Introducir las mejoras que brindan las nuevas tecnologías, eliminar procesos redundantes, trasladar y abaratar los centros de producción de bajo valor añadido y ampliar el acceso al capital financiero. Pero la palanca más transformadora que tenemos es alistar y comprometer el talento latente y futuro de nuestras organizaciones al servicio de la innovación, y la apertura hacia nuevos mercados.
Krista Walochik. Consejera delegada de Norman Broadbent