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Tribuna
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Se detuvo la escalada

El autor analiza la decisión de la Reserva Federal de mantener los tipos de interés en el 5,25% después de 17 subidas consecutivas. En su opinión, la autoridad monetaria de EE UU retomará los incrementos antes de fin de año y eso obligará a medidas iguales en la zona euro.

La escalada de los tipos de interés se ha detenido en Estados Unidos. Después de 17 aumentos consecutivos desde el mes de junio de 2004, el comité del banco central optó el martes por mantener el tipo básico de interés en el 5,25 % fijado en su sesión anterior.

Era lo que la mayoría de los observadores de su política monetaria esperaba. En la economía norteamericana habían aparecido signos de estancamiento. Y se empezaba a hablar del peligro de recesión. En esas condiciones, un modesto retraimiento (al 2,5% en el segundo trimestre) de la fuerte expansión experimentada el trimestre anterior (5,7%) podría contener la inflación sin mucho perjuicio para la economía. En todo caso se ganaba tiempo para ver por dónde evoluciona la coyuntura en Estados Unidos. Pero los banqueros de Constitution Avenue dejan abierta la posibilidad de volver a subir el tipo de interés, si la inflación resulta más difícil de domesticar de lo que se esperaba.

La inflación, aunque todavía moderada, no está controlada en Estados Unidos. El precio del petróleo sigue subiendo y empujando al alza a ciertos precios estratégicos. De junio de 2005 a junio de 2006 el índice de precios al consumidor aumentó en un 4,3%. En ese mismo periodo los combustibles aumentaron un 12,8%, y entre ellos el fuel oil en un 22,6%, un aumento que no podrá menos de afectar los costes de producción de las empresas. La gasolina pegó un tirón del 34 %, de manera que ahora el galón (3,78 litros) se vende a tres dólares, un precio inusitado en esas latitudes. El precio del gas y de la electricidad aumentó en un 12,1%. Como consecuencia de todas estas subidas el precio del transporte privado ha aumentado un 9,2% y el del transporte público un 5,4%. El cuidado de la salud cuesta ahora un 6,8% más.

En efecto, la inflación no está controlada, pero hay señales de desaceleración en el mercado de vivienda (con más de tres millones de unidades sin vender), en el consumo de las familias y en la inversión neta de las empresas. Lo que sin duda se debe al efecto acumulado de las medidas restrictivas de política monetaria sobre una economía muy endeudada.

En lo que va de año la renta personal disponible en términos reales apenas ha crecido (en un 0,07%) y el gasto en consumo aumentó 0,26% en promedio. El retraimiento de la demanda es bastante evidente.

El peligro de una situación en la cual la inflación continúa arrastrándose hacia arriba y la actividad económica se va reduciendo es que se produzca un estancamiento con inflación, la temida stagflation de los años setenta. Para evitar este peligro el Sistema Federal de Reserva de EE UU tiene que saber navegar entre la Scylla del estancamiento y la Carybdis de la inflación, es decir, no subir el tipo de interés tanto que frene la economía del todo, pero tampoco no subirlo lo suficiente para detener la inflación.

Por otra parte, los precios del petróleo no tienen traza de iniciar un descenso significativo y durable. Las condiciones políticas en las zonas del mundo donde hay más petróleo, Oriente Próximo, Rusia, Venezuela y México, y los problemas técnicos en algunas explotaciones importantes (Alaska y el Golfo de México) aseguran que los norteamericanos seguirán pagando tres dólares por galón por mucho tiempo.

Algunos países importantes de estas zonas, con programas políticos disonantes en las democracias occidentales, saben muy bien que, mientras el precio del petróleo siga subiendo, aumentará su poder de negociación en los delicados terrenos políticos en que han elegido moverse. Muchos de ellos no actuarían con tanta audacia y agresividad, si los precios del petróleo estuvieran a 30 o 40 dólares el barril. Por esa razón es de temer que estos países no tengan mucho interés en reducir el nivel actual de precios del petróleo.

Lo más seguro es que pronto (quizás ya en la próxima reunión) el tipo de interés reinicie su escalada para terminar el año en un 5,75% o incluso, si las cosas van mal dadas, en un 6%. Un aumento tal del costo de dinero en Estados Unidos no podría menos de trasmitirse a otros países, como medida defensiva de la moneda de éstos y como medida lógica y natural para luchar contra una inflación empujada por el precio del petróleo a través de los procesos productivos y los canales de distribución de bienes y servicios.

En esa difícil coyuntura, la Unión Monetaria Europea no podría soportar que el tipo básico de interés acabara el año 2006 a un nivel 100 % inferior al tipo en Estados Unidos. Incluso un 3% resultaría insostenible y tendríamos que empezar el año 2007 con un tipo de interés en torno al 3,5% o 3,75%. Mejor sería esforzarnos en arreglar las situaciones conflictivas en los países productores que recorrer de nuevo el doloroso camino de la tan nefasta estagflación de los años setenta.

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