_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Se equivocó la UE con la nueva regulación?

En su momento expresamos nuestras dudas sobre la oportunidad e idoneidad del nuevo paquete reglamentario de la UE sobre comunicaciones electrónicas. Aunque era deseable que el sector dejara de ser objeto de una regulación sectorial y pasara a estar vigilado conforme al derecho general sobre competencia, intuitivamente se observaba que su situación competitiva estaba aún lejos de poder justificar ese salto. Además, al seguir centrándose en los viejos mercados de infraestructuras y servicios regulados, se ignoraba el efecto que sobre el sector pudieran tener las incipientes tendencias de convergencia y tecnológicas.

Transcurridos casi tres años desde su transposición -julio 2003-, puede ser el momento de contrastar esas dudas. Primero, podemos constatar que el nuevo paquete ha conculcado el primer principio de la regulación: eficacia al menor coste. Y es que la realización obligatoria de los estudios de competencia en los 18 mercados de referencia es un ejercicio excesivamente caro y dilatado para cambiar mínimamente la situación de alguno de esos mercados. ¡Y se quiere repetir cada dos años!

Segundo, el modelo de competencia vigente está basado en el uso de las infraestructuras de acceso del operador incumbente, que se comparten mediante la preselección, la desagregación del bucle o la venta mayorista de accesos y líneas. No desarrollándose políticas estimuladoras y protectoras del despliegue de nuevas redes, se comprende que la competencia en los mercados de acceso sea insuficiente y que su regulación ex ante tienda a perpetuarse.

Tercero, para preservar la competencia en los servicios conmutados, la regulación ex ante de los mercados mayoristas de acceso y terminación persistirá indefinidamente. Cuarto, por esa regulación orientada a costes el mercado mayorista de tránsito difícilmente podrá ser competitivo, aunque la concentración del tráfico de los holdings pudiera aparentarlo. Quinto, la carencia de redes alternativas tenderá a perpetuar la regulación ex ante de los mercados de líneas alquiladas en todas sus modalidades.

Sexto, los mercados de los servicios telefónicos (regulados) están saturados, especialmente los fijos, por lo que su comoditización es manifiesta, y se materializa en regalarlos como parte de un paquete de servicios. Por ello su desregulación (desaparición del price cap) producirá un beneficio (si hubiera) muy escaso a los usuarios. Séptimo, esa saturación y la valoración actual de los servicios por los usuarios requieren una nueva concepción del servicio universal; el no revisarlo es mantener ineficacias sin responder a las nuevas demandas sociales.

El paquete reglamentario vigila la competencia en los viejos mercados regulados, la mayoría inalterables por muchos estudios que se hagan, pero se olvida de promover, y proteger, la evolución autónoma de los modelos de negocio. Ese no intervencionismo podría ser bueno si no fuera porque puede desincentivar nuevas inversiones y, lo peor, no contribuir a establecer un mercado único europeo de nuevos servicios. Veamos ejemplos.

La falta de incentivos de rentabilidad al despliegue de redes alternativas tiende a perpetuar el carácter monopolista de la red del incumbente. La tecnología radio (Wifi, Wimax) permitiría un despliegue rápido y eficiente de redes alternativas, ¿por qué la Comisión Europea no normaliza las bandas de acceso y obliga a abrirlas y a dar licencias en las protegidas?

Las redes deben evolucionar hacía estructuras y técnicas de transporte más eficientes -IP-, pero si deben de ser reglamentariamente compartidas, ¿qué incentivos tienen los incumbentes para acelerar su despliegue? Esas redes permitirán nuevos servicios avanzados soportados en interconexión, ¿por qué no se promueven su normalización y su introducción armonizada?

La tecnología IP permite comunicaciones multimedia transparentes y desconectadas de un punto fijo de acceso, ¿por qué la Comisión Europea no facilita la provisión diferenciada de esos servicios (con numeración específica) para beneficiar al usuario y trasladarle los ahorros generados?

El mercado se mueve hacía la provisión de contenidos audiovisuales en línea, ¿por qué la Comisión ignora esa realidad y mantiene su regulación para cuando éstos son difundidos? ¿Por qué no normaliza los canales para unificar la televisión móvil en toda la UE? ¿Por qué no normaliza unos servicios interactivos básicos para la TDT?

¿No sería más fácil desarrollar el mercado único estableciendo un marco normalizado y armonizado sobre el que desarrollar los nuevos modelos de negocio y de servicios?

Archivado En

_
_