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Tribuna
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¿Igual que en 1987?

La actual corrección que está experimentando el mercado nos trae a la memoria algunos recuerdos desagradables de 1987, el año en que comencé a ejercer de gestor de fondos en Schroders. Un reciente estudio llevado a cabo por Citigroup ha puesto de manifiesto las diferencias y similitudes entre la situación de 1987 y la actual.

Entre las similitudes encontramos un sólido entorno económico y de rentabilidad, un importante déficit fiscal y de cuenta corriente en Estados Unidos, un dólar en fase de depreciación, unos tipos de interés en tendencia alcista, un nuevo gobernador de la Reserva Federal estadounidense, un incremento en los precios de las materias primas, mercados emergentes al alza y la fuerza de instrumentos derivados.

Quisiera añadir a esta lista el hecho de que, tal y como ocurre en la actualidad, se obtenían grandes beneficios en poco tiempo, lo que se traducía en un elevado grado de autocomplacencia por parte de los inversores. Asimismo, en ambos casos se produjo un hecho que actuó como sistema de alerta (en 2006 se trató de la crisis islandesa de finales de marzo), aunque los mercados de valores han tardado en asimilar el aviso.

Citigroup también destaca las diferencias entre la situación de 1987 y la actual como, por ejemplo, tipos de interés muy inferiores, una rentabilidad de las obligaciones significativamente inferior y un flujo de dinero procedente de los mercados de valores frente a la entrada de dinero en los mismos a través de emisiones y OPV.

Como dato interesante, Citigroup concluye que las diferencias priman sobre las similitudes y que, por consiguiente, es improbable que se produzca una desbandada similar a la de 1987. También conviene tener en cuenta que en 1987 se produjo una crisis financiera y no económica considerando que la situación económica subyacente salió de la situación de 1987 relativamente indemne y que los mercados de valores se recuperaron de forma destacada en 1988.

Queda por saber si este desenlace relativamente positivo será el que se produzca en esta ocasión. Por el momento, los inversores han mostrado una manifiesta autocomplacencia, probablemente porque debido a la importante rentabilidad acumulada desde marzo de 2003 se pueden permitir tomarse con calma una corrección beneficiosa o quizás porque creen que los compradores de capital riesgo saltarán a escena en un momento determinado para hacerse con algunas gangas a los actuales precios bajistas.

Sin embargo, nadie niega que los mercados de valores atraviesan un momento no exento de riesgos. El escenario de cuento de hadas en el que se combina un elevado crecimiento con unos reducidos niveles de inflación se está esfumando a la misma velocidad con la que se incrementan los riesgos geopolíticos con China y Rusia asumiendo un papel más firme, el espíritu revolucionario que se extiende por Latinoamérica y la crisis potencial en torno a Irán. A pesar de que, como gestor de fondos, estoy acostumbrado a ser optimista con cautela, quisiera añadir: pero en su justa medida.

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