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Tribuna
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El tamaño no es la panacea

El sector bancario parece seguir empeñado en ganar tamaño para competir. Sin embargo, la dimensión no es la única apuesta para hacer frente a los desafíos, ya que el mercado valora más la coherencia de la estrategia y la calidad de la gestión, según los autores, que se suman al Debate Abierto sobre el futuro de la banca mediana

El tamaño sigue siendo uno de los temas que preocupan al sector bancario, y prueba de ello es que las fusiones y adquisiciones se suceden sin solución de continuidad. De hecho, los bancos grandes son cada vez mayores y los pequeños, relativamente, menos significativos. Entre unos y otros se sitúan aquellas entidades que -como estrategia- han optado por el crecimiento orgánico en vez de por la compra o fusión con un competidor.

En un contexto marcado por la creciente agresividad comercial, el continuo desarrollo tecnológico, la globalización de los mercados y la creación de valor para el accionista, cabe preguntarse si el crecimiento rápido constituye la mejor opción estratégica o si sigue habiendo espacio para entidades de tamaño medio.

¿Es importante el tamaño? En 1985, los activos totales de Citicorp -por entonces el mayor banco del mundo- ascendían a 167.000 millones de dólares. En 2004, el Credit Suisse, que ocupaba el mismo puesto en el ranking, presentaba unos activos de 1,5 billones de dólares, esto es, alrededor de diez veces más grande. Por su parte, en la Unión Europea se han realizado, entre 1997 y 2004, más de 500 operaciones de fusión y adquisición y desaparecido casi el 25% de las entidades existentes al principio del periodo.

Al contrario que en otros sectores, en la banca las economías de escala no existen o se agotan a niveles de activos totales relativamente bajos

Esta aparente necesidad de crecer parece seguir el principio de cuanto más grande, mejor. Los argumentos que apoyan esta megamanía van desde las economías de escala a la diversificación por productos y/o geográfica, asumiendo que la dimensión constituye una ventaja competitiva en un mercado global, ya que permite asumir mayores riesgos y prestar un mejor servicio a los clientes.

No obstante, las razones que con frecuencia se utilizan para justificar las fusiones y adquisiciones no están sustentadas por la evidencia empírica. Al contrario de lo que sucede en otros sectores, en banca las economías de escala no existen o se agotan a niveles de activos totales relativamente bajos. De igual modo, tampoco se demuestra la presencia de economías de alcance y más del 50% de las fusiones bancarias recientes han destruido valor para sus accionistas.

Asimismo, en términos de performance, no existe una relación entre tamaño y rentabilidad o eficiencia. Por ejemplo, tomando como base los activos totales, los bancos pequeños y medianos de la Unión Europea son más rentables que los grandes. Por ratio de eficiencia, la banca mediana destaca positivamente sobre el resto.

Lo que sí es relevante para implementar una estrategia activa de crecimiento son los recursos propios. Así, estudios realizados en los años noventa sugieren que los bancos más capitalizados crecen más deprisa que los infracapitalizados.

Si el tamaño no aumenta la rentabilidad ni la eficiencia y tampoco crea valor para el accionista, entonces ¿cuáles son los motivos para que los bancos se sigan fusionando? Un factor de peso en este tipo de operaciones, aunque generalmente omitido, es el papel de los directivos. æpermil;stos son quienes, en mayor o menor medida, influencian las decisiones y pueden apoyar una política agresiva de crecimiento, sea por una cuestión defensiva (evitar ser comprados) o por el protagonismo asociado a dirigir una entidad más grande.

¿Qué valora realmente el mercado? En EE UU, las acciones de los conglomerados financieros se negocian con un descuento de un 13%-15% con respecto a la cotización de las entidades financieras especializadas. Además, en los últimos años, el precio de los títulos de los bancos medianos se ha disparado porque los inversores los ven como potenciales objetivos de algún gran banco.

En España, tal diferencia no es tan acusada, encontrándose entre los valores que mejor se han comportado en el mercado tanto bancos medianos como grandes. Según datos de la Bolsa de Madrid, durante el periodo 1992-2005, entidades medianas como Banco de Valencia y Banco Pastor registraron unas rentabilidades medias del 26,7% y del 22,4% respectivamente, mientras que un gran banco como el BBVA generó un 22,30%.

Todo parece indicar que el tamaño en sí mismo no es la panacea, ni la única apuesta estratégica para hacer frente a los futuros desafíos del sector. Lo que valora el mercado es la coherencia de la estrategia y la calidad de la gestión. Toda entidad ha de tener claro cuál debe ser su modelo de negocio, según su dimensión.

La calidad del management es el elemento diferencial, que cotiza al alza. En términos de performance, no hay bancos grandes y pequeños, sino bancos bien y mal gestionados.

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