_
_
_
_
Debate abierto
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Campeones nacionales o europeos?

Un mercado en la UE. La creación de un mercado único de la energía en la UE se basa en objetivos que nadie cuestiona, y más cuando la dependencia energética es tan alta como las incertidumbres. Sin embargo, casi todos los países de la Unión quieren controlar sus grandes grupos eléctricos o petroleros

Las recientes pugnas por el control de empresas energéticas europeas han vuelto a despertar un dilema que se plantea reiterada y cíclicamente en el ámbito comunitario. ¿Es mejor optar por grandes grupos transnacionales dentro de la Unión Europea o, dado que ningún país está dando pasos significativos hacia ese objetivo, es absurdo renunciar a la soberanía y control nacional de compañías de interés estratégico?

Si Francia ha sido el país que tradicionalmente ha suscitado más críticas por la cerrazón de su mercado eléctrico y gasista a la competencia y por la obstrucción a la entrada de capital de sus grandes empresas del sector, especialmente de æpermil;lectricité de France (EDF) y Gaz de France, a socios que no fueran públicos y franceses, España ha centrado en los últimos meses algunos de los más sonoros reproches. Y ha sido por las todavía no resueltas opas sobre Endesa.

Parece que en los centros de decisión de Bruselas se ha asumido la idea de que las autoridades de Madrid prefieren la opción de Gas Natural frente a la operación que lidera la alemana Eon. Y básicamente por razones nacionalistas. La ampliación de las zonas de competencia de veto de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) decidida por el Gobierno español estaría alineada en esa estrategia. Así, se espera con expectación el próximo dictamen de este organismo que podría incluso imposibilitar esa transacción paneuropea.

Pero hay más. Algunos importantes cargos del Gobierno, incluido su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, han admitido que puede ser buena, es decir mejor que otras opciones, la creación de los llamados campeones nacionales en el área energética. Lo que es lo mismo: la fusión de Endesa y Gas Natural mediante la opa lanzada por la gasista sobre la eléctrica es la mejor baza para consolidar mercados y actividades.

Estos posibles obstáculos a las metas de Eon se han producido al mismo tiempo que la decisión del Gobierno francés de parapetar a otra de sus empresas: Suez, que estaba en el punto de mira de la italiana Enel. Y lo ha hecho propiciando una fusión entre Suez y la semipública Gaz de France.

¿Suponen estos movimientos una marcha atrás en el objetivo de crear un mercado único de la energía en la Unión Europea? ¿Es posible intentar caminar hacia una liberalización efectiva de esa actividad mientras se protegen con esa firmeza las empresas nacionales?

Para el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, no es factible. æpermil;l ha instado en diversas ocasiones a los líderes europeos a que cambien de actitud y se ha pronuncien claramente en contra del llamada nacionalismo energético. Incluso esta polémica ha servido para volver a poner sobre la mesas los retos y las debilidades que en materia energética tienen los países comunitarios. Así en el Libro Verde de la política energética de la Unión Europea se pone de manifiesto que las necesidades energéticas de sus miembros requieren una respuesta conjunta. Y se aportan datos presentes y proyecciones: si actualmente el suministro energético europeo depende en un 50% del exterior, para el 2030 la dependencia llegaría al 70%.

En el informe se pone de manifiesto que con la integración de los mercados se podría elevar la competencia y la capacidad de negociación frente a los suministradores externos a la UE.

Pero ni esa visión sobre el futuro algo sombrío ni las opiniones expresadas por los dirigentes comunitarios han servido para cambiar posiciones. El argumento tácito o expresado es que si la UE no tiene potestad ni autoridad para imponer sus criterios a los Gobiernos, para qué ceder de forma unilateral.

Esa es hasta ahora la política de España por más que la cumbre entre José Luis Rodríguez Zapatero y la canciller alemana, Angela Merkel, sirviera para limar diferencias. Por ello el presidente de Eon, Wulf Bernotat, ha advertido a la Comisión Europea que si admite un posible veto a la compra de Endesa sería un golpe muy importante al objetivo de crear un mercado único de la energía.

¿Pero cuáles son las razones aducidas por los Gobiernos para defender políticas nacionalistas en esta área? ¿Es cierto que existe el llamado efecto sede? En general dirigentes europeos, como el primer ministro francés, Dominique de Villepin, que se ha unido a la amplia tradición de gabinetes anteriores de su país, señalan que la seguridad del suministro energético es básica y que es más idóneo que esa materia siga de momento en manos nacionales.

Generalmente no se explica con claridad si esa estrategia se debe a que los Ejecutivos tienen más capacidad de presión sobre las empresas si son de la misma nacionalidad. Presión a ejercer, por ejemplo, si las inversiones o la compra de petróleo o gas no son las correctas y falla la calidad del suministro. Aunque este argumento puede que no sea baladí, también es cierto que para eso existen las tarifas, peajes y otros medios de persuasión.

Y hay más para no aceptar del todo ese razonamiento. Porque entonces qué seguridad tienen países más pequeños de la UE, como Bélgica, que tiene su principal empresa eléctrica, Tractebel, en manos del grupo francés Suez. ¿Es un derecho que sólo van a poder ejercer las naciones con una masa crítica de consumidores, como Francia, Alemania, Italia o España? Aunque la otra vía es la que aún sigue Portugal: mantener a EDP dentro del ámbito público.

Hasta que la Unión Europea no tenga de verdad potestad para imponerse a las políticas nacionalistas es admisible que los países que puedan no cedan esa parte de su soberanía, y no importa tanto si los argumentos son sólidos o están obsoletos. Mientras, en este caos, en el que cada miembro hace lo que considera más conveniente para sí mismo, se dan también situaciones como la de Italia. Enel, su empresa emblemática en electricidad, al intentar crecer con cierta agresividad se puso como objetivo la compra de Suez. Intento fallido. O el caso de algunas de las más importantes empresas alemanas, que mantienen participaciones públicas de los lander y, en muchos casos, cuentan con acción de oro para determinados activos o filiales, como en Rurhgas se ha puesto de manifiesto con la opa de Eon a Endesa.

Lo que sí parece que tiene más base argumental es que perder las sedes pueden tener efectos negativos. Además de temas más relacionados con el poder, tan del gusto de los políticos, en aspectos tan transcendentales como la ubicación de los centros de investigación y desarrollo. Y es que aunque no se trate de los sectores más intensivos en tecnología, la necesaria investigación para promover la seguridad y eficiencia energética y el desarrollo de fuentes alternativas les obliga a un mayor esfuerzo en esos campos.

Archivado En

_
_