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Columna
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Recuperación europea débil

Una política monetaria expansiva facilita la recuperación, pero no la garantiza, según el autor, quien asegura que esta es una de las razones por las que la economía europea se recupera lentamente. En su opinión, los países de la UE deben replantear sus políticas económicas.

Hay países que a pesar del elevado precio del petróleo y de otras materias primas tienen un fuerte crecimiento sin grandes tensiones inflacionistas. Es el caso de EE UU, China e India. Otros, en cambio, aplican con insistencia medidas monetarias y fiscales expansivas sin éxito aparente, como ocurre en Japón y los países centrales de la unión monetaria europea (Alemania, Francia e Italia). Estas contradicciones aparentes tienen su explicación, aunque en algunos casos comporte cuestionar enfoques habituales que se dan como ciertos.

La política monetaria expansiva facilita la recuperación, pero no la garantiza. El hecho de que el coste del crédito sea bajo no obliga al endeudamiento y, si no hay expectativas de crecimiento, el simple temor a las dificultades para devolver los préstamos es suficientemente disuasorio para evitar pedirlos.

El gasto público financiado con déficit es una demanda adicional que puede contribuir al crecimiento, pero en algunos casos parte de esa demanda se traslada a compras importadas y, en otros, tiene un efecto de signo opuesto al esperado. Esto se produce cuando el endeudamiento utilizado para financiar el déficit hace pensar en ulteriores aumentos de impuestos, lo que rebajaría la renta disponible futura y actúa hoy, frenando el crecimiento y desalentando la inversión.

El BCE ya ha señalado los efectos negativos del precio del petróleo y de la apreciación del euro

El BCE dedicó parte de su boletín mensual de noviembre pasado al análisis comparativo de la recuperación en la Unión Europea frente a los inicios de vuelta al crecimiento precedentes (1982 y 1993). Constata que ahora la recuperación es más débil y que, al contrario que en las anteriores ocasiones, no se está reforzando paulatinamente. Otra diferencia está en que la demanda interna está realizando una aportación pequeña.

Añade otras tres consideraciones: el efecto de la posible reducción en la tendencia potencial de crecimiento, la incertidumbre acerca del calendario y profundidad de las reformas estructurales, que se necesitan en algunos países y mantienen en un nivel bajo la confianza de los consumidores, y el hecho de que el punto de menor nivel de actividad no cayó tan abajo como en los otros casos. En cuanto al exterior, señala el efecto negativo del precio del petróleo y el de la apreciación del euro.

El comportamiento de los distintos países ha sido diferente. En 2003 hubo una ligera recesión en varios, pero que no afectó a España (que ni siquiera cuenta con el impulso de las exportaciones), Irlanda ni a Finlandia, países en los que el peso relativo del gasto público se redujo liberando recursos para el crecimiento del sector privado. En el caso de España, el descenso del gasto público desde casi el 50% del PIB en 1993 hasta el 40% en 2003, manteniéndose desde entonces, es un factor explicativo importante, máxime porque el proceso se hizo manteniendo -e incrementándolo en algunos casos- las prestaciones sociales y procediendo a una profunda descentralización del gasto y la Administración pública. La reducción en el coste de la deuda pública, junto con el aumento de ingresos asociado al crecimiento, permitieron la compatibilidad entre el aumento del gasto en servicios públicos y el descenso de la presión fiscal en términos de reducción relativa de su proporción respecto a la demanda agregada.

En la mayoría de los países de la UME -al igual que en Japón- el déficit, y su correlato la deuda, propician apreciación, pero no ocurre así en EE UU, donde el déficit público es similar, pero con implicaciones diferentes porque el crecimiento en curso y el esperado son más altos, la capacidad de pago crece en proporción de la deuda y, además, porque se financia en el exterior.

Es obvio que España no es EE UU y, aunque el sector público está en equilibrio, el endeudamiento de familias y empresas es la base (en absoluto ilimitada) del crecimiento. Por otra parte, la capacidad innovadora de la economía española es inferior y, en cambio, la vulnerabilidad de las exportaciones frente a la competencia de terceros es más alta, con lo que la prudencia indica que se debe profundizar en la vía emprendida.

La diferencia de modelos queda bien expuesta en dos obras editadas en 2005 en España. Para la explicación del modelo de hipertrofia estatal con deterioro de sus prestaciones y poco crecimiento, es útil el libro de Nicolas Baverez, Francia en declive. Para ilustrar y explicar el brío de las zonas emergentes en países ricos o en desarrollo El nuevo orden global de Keichi Ohmae aporta recomendaciones, derivadas de casos reales de éxito, que son especialmente útiles para los responsables de Administraciones públicas subcentrales, regiones, provincias y ciudades.

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