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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Buen gobierno para todos

El presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) presentó ayer el proyecto de Código Unificado de buen gobierno para las empresas cotizadas. La primera ronda de audiencias restringida con empresarios, secretarios de consejos de administración, catedráticos, consejeros independientes y otros expertos ha servido para que la redacción hecha pública incluya numerosas rectificaciones con respecto al texto que había redactado inicialmente el grupo de trabajo presidido por Manuel Conthe.

Propuestas tan disparatadas como la que recomendaba que no cotizasen en Bolsa un buen número de sociedades hoy presentes en el mercado por ser filiales de grupos cotizados o la que suponía abrir a los competidores la información confidencial de una empresa, si alguien con más de un 5% del capital lo pedía, han desaparecido antes incluso de ver la luz.

Aunque la marcha atrás en esa y otras propuestas iniciales es acertada, subsisten todavía aspectos preocupantes en el proyecto. Resulta sorprendente que el presidente de la Comisión del Mercado de Valores se haya dado el lujo de separarse de la normativa a la hora de definir en qué casos se presume que un consejero es dominical sin elevar al Gobierno la propuesta de que modifique esa norma. También es notable la incoherencia, arbitrariedad o inconcreción de algunas de las recomendaciones efectuadas, rasgos que llevan al Código a aparecer con un alto grado de intervencionismo pese a ser de cumplimiento voluntario.

El mayor acierto del nuevo Código está tal vez en el endurecimiento de los requisitos para que un consejero pueda ser considerado independiente, materia en la que los expertos han tenido la tarea relativamente sencilla al inspirarse en la recomendación efectuada por los órganos de la Comisión Europea el pasado 15 de febrero de 2005. Los falsos consejeros independientes restan credibilidad a todo el edificio del buen gobierno construido en los últimos años. Pero junto a esos rasgos positivos, persiste el aroma de arbitrismo del documento redactado inicialmente.

Además de las recomendaciones efectuadas a las empresas cotizadas, el grupo de trabajo también ha elaborado propuestas al Gobierno y a la propia CNMV. Es curioso que esta institución que debe garantizar la transparencia del mercado resulte más que opaca. Debería, por ejemplo, dejar de retener información que las empresas le comunican para hacerse pública, pues esa actuación está llevando a situaciones incomprensibles. A veces, una información relevante de grupos empresariales españoles entregada a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, la difunden antes (incluso con varios días de antelación) los organismos reguladores de Estados Unidos, el Reino Unido o Portugal.

Anécdotas como esta no son infrecuentes, y para pedir a los demás transparencia y respeto por la ley, hay que predicar con el ejemplo. Pues de alguna forma lo que sigue en pie es la vieja cuestión de quién controla al controlador. O sea, el código de buen gobierno de la CNMV.

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