Por qué Europa liderará el siglo XXI
La UE está superando el modelo de Estado-nación para convertirse en una red descentralizada propiedad de sus Estados miembros, más acorde con los nuevos tiempos de la globalización. Lejos de provocar recelo, se comporta como un selecto club al que todos sueñan con pertenecer
Al hilo de las elecciones alemanas, deberíamos reflexionar sobre la realidad de Europa en el mundo. Robert Kagan escribió un interesante ensayo acerca de las diferentes visiones que del poder tienen europeos y americanos. El libro, Poder y debilidad, mantenía que los europeos poseemos una visión kantiana del mundo, al creer que la paz es conseguible mediante consensos y diálogos, mientras que: 'Estados Unidos sigue enfangado en su propia historia, ejerciendo su poder en un mundo anárquico y hobbesiano en el que el derecho y los usos internacionales han dejado de merecer confianza y donde la verdadera seguridad, la defensa y el fomento de un orden liberal siguen dependiendo de la posesión y el uso del poderío militar...'.
La política de acción militar unilateral sería muestra de poder. La defensa del pactismo internacional europeo lo sería de debilidad. El ensayo recoge con brillantez las tesis neoconservadoras, que contraponen una América joven y fuerte frente a una Europa avejentada y pacifista por débil. Esa idea ganó muchos adeptos a un lado y a otro del Atlántico, y de alguna forma hizo dogma. Por eso, hay que reseñar necesariamente el ensayo de Mark Leonard Por qué Europa liderará el siglo XXI (Taurus), en el que mantiene exactamente la tesis contraria. La nueva organización de Europa la está haciendo más fuerte que nunca, y su influencia en un mundo global no dejará de crecer. 'El avance de este proceso nos permitirá asistir a la emergencia de un nuevo siglo europeo, no porque Europa vaya a gobernar el mundo a la manera imperial, sino porque el estilo europeo de hacer las cosas habrá sido adoptado en todo el mundo'.
Leonard define ese nuevo poder como el poder de la debilidad. Y lo explica. Donde otros ven en Europa la debilidad de la ausencia de un fuerte Gobierno central y un presidente ejecutivo, el autor aprecia un revolucionario modelo de organización mucho más flexible, dinámico y acorde con los nuevos tiempos de la globalización y la necesaria gestión de la diversidad. Frente a un modelo de Estado-nación que va quedando obsoleto, la Unión Europea se ha convertido en 'una red descentralizada propiedad de sus Estados miembros', lo que viene a llamar red Europa.
Europa no amplía sus fronteras mediante ataques o guerras, ni extiende sus principios democráticos bajo la ocupación o la imposición. Lo hace a la pasiva, a la inversa. Exige a los que quieren integrarse en ella.
El ejemplo de los países del Este es bien paradigmático. Antes de entrar han tenido que reformar sus Constituciones, introducir la democracia, garantizar los derechos humanos y abrir su economía. Ninguno de los grandes emperadores europeos consiguió nunca una integración tan extensa y comprometida como la actual, y todo ello sin disparar ni un solo fusil. Europa funciona como un club de socios. Si quieres entrar en él, o tener un trato preferente, debes cumplir una serie de normas.
Mientras los vecinos de EE UU recelan abiertamente de la superpotencia, los de Europa se aplican en hacer su tareas con la ilusión de entrar algún día en el club. ¿Qué modelo es más poderoso?
Si hace 500 años los europeos inventaron el Estado-nación con tal éxito que obligaron al resto del planeta a organizarse como naciones, ahora es posible que el concepto de red multinacional que se está creando en Europa constituya el nuevo modelo a imitar.
'La fuerza de la red Europa reside en que ninguno de ellos, por poderoso que sea, puede ignorar a los demás. æpermil;se es el motivo por el que los Gobiernos y los pueblos de Europa han llegado a aceptar a la Unión Europea'. Los Estados europeos son soberanos, pero sin embargo adoptan, tras debates en sus correspondientes Parlamentos, la mayoría de las directivas europeas que han sido acordadas en infinidad de reuniones entre funcionarios y políticos de todos los países. Ese tejido común ha ido cimentando Europa durante décadas. Algunos dicen que se trata de un proceso muy lento. En verdad, la UE se está forjando en un tiempo récord. ¿Alguien pensó jamás que países centenarios podrían ceder soberanía a un club del que forman parte sus más acendrados enemigos históricos?