La Bolsa convive con el terrorismo
La Bolsa es un termómetro que reacciona a los acontecimientos inesperados con bruscas oscilaciones. Ayer no fue una excepción. Los atentados en la City londinense provocaron un desplome inicial de los mercados de valores que fue de más a menos a lo largo de la sesión. 'Es un comportamiento lógico. Las caídas en el corto plazo obedecen al factor sorpresa negativo', explicaba ayer Ramón Esteruelas, director de Clientes Institucionales de ING Investment Management.
Ayer, como en el 11-S y en los atentados de Madrid, las Bolsas reaccionaron inicialmente con un descenso brusco que llegó a superar el 4% en el caso del Ibex. Rara vez en los últimos tres años los índices bursátiles han sufrido caídas tan abultadas en una sesión normal, sin atentados terroristas. El 11 de marzo de 2004, el Ibex terminó perdiendo un 2,18%. El 11 de septiembre de 2001 Wall Street estuvo cerrado varios días por el impacto directo de los atentados, mientras que las caídas en Europa fueron muy agudas. El Ibex cayó el 4,56%, el Nuevo Mercado se desplomó un 14% y Fráncfort, París y Milán sufrieron pérdidas en torno al 8%.
'No hay razones económicas que lo justifiquen', explica Ana Maymús, de Sabadell Banca Privada. 'Obedece a un aumento de la prima de riesgo'. A diferencia de los atentados de Madrid, esta vez había un factor de temor añadido desde el punto de vista puramente financiero: el hecho de que los atentados hayan tenido lugar en uno de los principales centros financieros del mundo. Ello explica que en un primer momento las Bolsas cayeran incluso con más fuerza que inmediatamente después de los atentados de Madrid.
El mercado de valores se desploma con la conmoción inicial, pero también ha aprendido a digerir el terror y a sobreponerse en poco tiempo
'Hemos considerado el hecho de que haya sido en la City, pero le hemos quitado hierro', explica Ángel Olea, director de Inversiones de Abante Asesores. 'Esto no ha sido como el 11-S en Nueva York, que paralizó el mercado. Aquí se han visto afectadas las infraestructuras, pero el aspecto financiero ha quedado intacto'.
En un momento inicial la caída fue vertiginosa en toda Europa. 'Se vive mucho más de cerca porque los afectados están en un centro financiero, lo que en Madrid no pasó', explica Esteruelas. Otro factor que explica el mayor ímpetu de ventas inmediatamente después de las explosiones, frente a lo que ocurrió en marzo de 2004, es el hecho de que desde el principio todo apuntaba al terrorismo internacional. En España en un principio pesó la tesis del terrorismo etarra, de impacto nulo a nivel internacional.
Lo cierto es que, por suerte o por desgracia, las Bolsas han aprendido a convivir con el terrorismo y su impacto es cada vez más limitado. Tras el pánico inicial de la mañana, los índices recortaron ayer sus pérdidas y cerraron con descensos de en torno al 1,5%, de bastante menor cuantía.
'Antes el mercado tardaba en digerir acontecimientos como éstos, pero hoy basta con una apertura neutral de las Bolsas estadounidenses', apunta Ángel Olea. Wall Street tuvo tiempo ayer de digerir los atentados. La apertura fue a la baja, pero con menos ímpetu que en Europa, no más de medio punto.
De alguna manera, gestores y estrategas han aprendido del pasado y esta vez no se han dejado llevar por el pánico. 'Hemos decidido no hacer nada', comenta Olea. 'Hemos tenido un Comité de Gestión extraordinario donde hemos decidido mantener las posiciones. Nos ha parecido que el mercado vivía un momento de pánico y sobrerreacción que no era acertado'.
Al margen del sobrecogimiento inicial de un atentado terrorista, gestores y analistas ponen énfasis en que lo que hay que tener en cuenta es el impacto económico de la acción. 'Nosotros no modificamos nuestras posiciones de cartera de un momento para otro', explica Ramón Pereira. 'Se trata de ver si el acontecimiento en cuestión transforma nuestras premisas económicas. De hecho, si el mercado baja irracionalmente, como creemos que ha ocurrido hoy por ayer, aprovechamos incluso para comprar'.
El gran riesgo que tiene un atentado de estas características sobre la economía es el impacto que puede tener sobre la confianza de los consumidores. Y eso es algo que, de momento, no se puede valorar.
Aumenta la volatilidad
Lo peor que puede hacerse en situaciones como éstas es dejarse llevar por el pánico. Ayer, por ejemplo, la volatilidad del Dax de Fráncfort se disparó de 12 a 18, lo que provocó un aumento del precio (la prima) de las opciones sobre acciones. Es decir, que cubrir posiciones con derivados durante el momento de mayor caída, a las doce del mediodía, salía ayer extraordinariamente caro.
'En situaciones como ésta intentamos mantener la calma', comenta un miembro del mercado. 'Tratamos de no actuar atropelladamente y no tomar decisiones radicales'. Obviamente no es lo que hace todo el mercado, porque en ese caso la Bolsa no caería. 'Lo que hacen muchos gestores de patrimonios, más que de fondos, es ponerse defensivos y refugiarse en renta fija, lo que penaliza la renta variable', explica Ramón Esteruelas.
El mercado se desploma en los primeros momentos de conmoción, pero también ha aprendido a digerir el terror y a sobreponerse en poco tiempo. 'Tras el 11-S la Bolsa cayó con fuerza, pero en tres meses ya había recuperado los niveles previos', apunta Ramón Pereira, de Franklin Templeton. 'Hay que centrarse en lo esencial'.
Eso sí, a diferencia de entonces, esta vez las Bolsas estaban cotizando en máximos de los últimos cuatro años. A las dudas que ya existían sobre el recorrido de los mercados en los próximos meses se suma ahora una prima de riesgo que ha aflorado y con la que la Bolsa parece que ha aprendido a convivir en mayor o menor medida.