El terrorismo golpea el corazón de Londres
Tres explosiones en el metro y una en un autobús en pleno centro de la ciudad causaron al menos 37 muertos y unos 700 heridos en plena Cumbre del G-8 y el día después de la victoria olímpica.
Las celebraciones por la victoria de Londres como sede de los Juegos Olímpicos de 2012 se tornaron ayer en lágrimas, sangre y ruido de sirenas. Una cadena de salvajes atentados sembró el terror en el transporte público de la ciudad. Un total de cuatro bombas estallaron en tres estaciones de metro y un autobús en pleno centro financiero de la ciudad, un poco antes de las nueve de la mañana, hora local, lo que causó al menos 37 muertos y unos 700 heridos, 45 de ellos muy graves, según los datos conocidos hasta el cierre de esta edición.
El primer ministro, Tony Blair, que se desplazó a la capital desde Escocia, donde se encontraba presidiendo la cumbre del G-8, calificó los ataques terroristas como 'bárbaros' y señaló que la reunión, en la que se está intentando llegar a acuerdos respecto al cambio climático y ayudas para África, debía continuar como estaba prevista.
'Este es un día muy triste para los británicos pero los extremistas no van a lograr amilanarnos ni cambiar nuestro estilo de vida', señaló triste y emocionado el primer ministro a las puertas de su residencia en el número 10 de Downing Street. Blair dijo que resultaba bastante evidente que los terroristas habían hecho coincidir los ataques con el comienzo de la cumbre del G-8.
Un grupo denominado Organización Secreta de Al Qaeda se declaró responsable de los ataques, que justificó por la participación británica en la guerra de Irak
Reivindicación
Un grupo llamado La Organización Secreta de Al Qaeda se declaró ayer responsable de los ataques como respuesta a la participación de Reino Unido en las invasiones de Irak y Afganistán. El mensaje apareció en la web islamista Al-Saha y contenía también amenazas contra Italia y Dinamarca. Sin embargo, el jefe de la policía metropolitana, Brian Paddick, dijo en conferencia de prensa que no se había recibido ninguna reivindicación.
Fuentes árabes citadas por la cadena BBC también apuntaban a Al Qaeda, por el estilo de los atentados, realizados de forma coordinada y sin previo aviso, con una fórmula muy parecida a los atentados del 11 de marzo del pasado año en Madrid. 'Lo que hemos contemplado es una cadena de explosiones simultáneas, que es la clásica metodología de Al Qaeda, que se centra precisamente en eso: impactos múltiples en blancos de transporte e infraestructura', dijo Shane Brighton, un experto del Instituto Real de Servicios Unidos para la Defensa
Padick señaló que un total de 35 personas habían muerto en las tres explosiones registradas en los trenes que circulaban entre las estaciones de Aldgate y Liverpool Street, King's Cross y Russell Square y en Edgware Road. Los ataques se produjeron en líneas utilizadas diariamente por miles de viajeros para dirigirse a sus trabajos en la City londinense. El responsable policial añadió que aún no podía ofrecer cifras de víctimas en el atentado contra el autobús de dos plantas, aunque había dos muertes confirmadas. El segundo piso del vehículo saltó por los aires cuando circulaba por Tavistock Square.
Testigos presenciales aseguraban que el ataque causó una auténtica carnicería. Las paredes de la British Medical Association, por donde pasaba el autobús cuando explotó, aparecían ayer regadas de sangre. 'La escena era horrible: partes de cuerpos tiradas en el suelo', dijo Ayobami Bello, un guarda de seguridad de 42 años que estaba cerca del autobús cuando ocurrieron las explosiones.
Paddick, que no quiso aventurar si las explosiones se habían llevado a cabo mediante ataques suicidas, alabó el buen funcionamiento de los servicios de emergencia: ambulancias, bomberos, helicópteros y la policía. Asimismo, destacó la participación de autobuses urbanos de dos pisos en el transporte de heridos. Las autoridades establecieron dos morgues para las víctimas mortales: el Royal National Hotel y el hotel Holiday Inn en Bloomsbury.
Ken Livingstone, alcalde de Londres, condenó los ataques como 'asesinato en masa'. Visiblemente afectado por la tragedia, Livingstone declaró que el de ayer 'no ha sido un ataque terrorista contra los grandes y poderosos, sino contra los trabajadores'. El alcalde se preparaba ayer para regresar desde Singapur, donde se encontraba para apoyar la candidatura londinense a las Olimpiadas de 2012.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, declaró durante la cumbre del G-8 que 'la guerra contra el terrorismo continúa. No cederemos ante estos terroristas, los encontraremos y los llevaremos a la justicia', señaló el mandatario.
A comienzos de este mes el servicio de inteligencia británico, MI5, informó a algunas grandes compañías británicas de que la amenaza de terrorismo internacional era la más baja desde los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, según el Financial Times. Esto podría implicar, según los expertos, que los ataques han sido llevados a cabo por una célula terrorista que ha pasado desapercibida para los servicios de inteligencia y que ha sido capaz de realizar un ataque con un gran nivel de sofisticación.
Seguridad en la cumbre del G-8
En estos momentos hay unos 1.000 policías metropolitanos cubriendo la cumbre del G-8, señaló Ruth Copperthwaite, portavoz de Scotland's Tayside Police. Y no hay planes de hacerlos volver antes de lo previsto, añadió.
Los ataques acabaron de la forma más brusca con la euforia generada por la victoria de la candidatura londinense como sede de los Juegos Olímpicos y que había creado un renovada sensación de autoestima nacional. 'Estoy muy triste de que esto haya sucedido en el corazón de una ciudad olímpica, pero no existe ningún lugar que pueda considerarse a salvo de este tipo de terror', señaló el presidente del Comité Olímpico, Jacques Rogge, en Singapur.
El caos se apoderó ayer de la capital británica tras la cadena de explosiones y la confusa información que se fue suministrando con cuentagotas a lo largo del día. Muchas personas se vieron obligadas a regresar a casa caminando después del trabajo. Los servicios del metro se suspendieron hasta hoy, aunque las estaciones afectadas continuarán cerradas, y los trenes de cercanías modificaron sus rutas, mientras los autobuses recuperaron la normalidad a lo largo de la tarde.
La primeras informaciones de que las explosiones podrían haber sido causadas por un accidente en el suministro eléctrico se vieron pronto desmentidas. Los pasajeros dijeron haber escuchado un fuerte golpe en la estación de Edgware Road y muchos viajeros emergían cubiertos de sangre y hollín y con las ropas hechas jirones.
En la City la gente acudía a sus trabajos sin saber muy bien que había sucedido. Los problemas en la vetusta red de metro londinense son muy habituales, así que muchos pensaron que se trataba de algún nuevo fallo. Sin embargo, la gravedad de la situación se fue poniendo gradualmente de manifiesto y entidades como el Royal Bank of Scotland, el banco suizo UBS y Deutsche Bank, situados en las cercanías de la estación de ferrocarril y metro de Liverpool Street, se vieron obligados a desalojar sus oficinas.
El FTSE 100 y las Bolsas europeas sufrieron caídas notables tras conocerse los ataques de Londres. 'Existe cierto temor de que los atentados hagan que Europa caiga en la recesión en un momento en que la atmósfera es ya de por sí difícil', señaló a Bloomberg Matthieu Giuliani del grupo San Paolo IMI Asset Management en París. Según pasaron las horas se impuso en el mercado un análisis menos pesimista, lo que ayudó a moderar las pérdidas.
Caos, tristeza y líneas telefónicas colapsadas
La ciudad de Londres reaccionó ayer con incredulidad y tristeza ante los ataques sufridos en pleno centro financiero. Todas las celebraciones programadas con motivo de la victoria de la capital británica para albergar los Juegos de 2012 se cancelaron y la euforia dio paso a la tragedia. El relato de los testigos es espeluznante. En las afueras de la estación de metro de King's Cross, Hamish MacDonald decía: 'Había gente con toda la cara quemada, con el pelo quemado. Una mujer no paraba de preguntar: '¿Tengo la cara quemada?''. Otro testigo sin identificar añadía: 'La explosión me tiró hacia atrás de espaldas. La gente empezó a gritar a mi alrededor. No podía respirar. Iba en la parte delantera del primer vagón. Había un gigantesco agujero en el vagón. Cuando avancé hasta el segundo vagón pude ver cadáveres en el suelo'.'Tuvimos que andar por el túnel hasta la estación de Aldgate. Por desgracia, eso significaba que teníamos que pasar por el epicentro de la explosión; por supuesto, la escena era terrible', explica Conrad Murkitt.Los medios de comunicación coincidían en señalar las similitudes ente los atentados de ayer y los de Madrid de hace 16 meses. La BBC recogía el testimonio de Mark Montes, que se encontraba en Edgware Road Station cuando sucedió todo. 'Estaba cogiendo el metro como todos los días y salimos de la parada. No pasaron 10 segundos en el tren cuando oímos la explosión. De verdad no sé en qué tren estaba la bomba. Sólo sabemos que hubo una explosión que afectó a otro tren. Al principio no entendí lo que pasaba. La gente estaba intentando darse cuenta de lo que acababa de ocurrir. Las luces se apagaron pero las de emergencia enseguida se encendieron. Sólo se veía humo negro'.'Había gente gritando, asustada. Justo debajo de nuestro vagón, un hombre gritaba pidiendo auxilio porque estaba bastante grave y no se podía mover del tren. Yo pensé que era un fallo técnico, un descarrilamiento.Tras las explosiones, toda la red de metro fue evacuada. El servicio de ambulancias londinense hizo un llamamiento para que vehículos y personal de otras ciudades se trasladasen a la capital para ayudar a tratar a las víctimas. Algunos de los heridos fueron llevados a hospitales en autobuses, mientras que otros fueron atendidos en los lugares afectados o en tiendas u hoteles cercanos.Por la mañana hubo problemas con las comunicaciones y era difícil establecer conexión a través de teléfonos móviles. Muchos usuarios, ansiosos por saber el paradero de familiares, amigos o compañeros de trabajo, comprobaron que no podían ni realizar ni recibir llamadas o enviar mensajes de texto. Las redes se enfrentaron a dificultades para gestionar el aumento en el tráfico y las operadoras comunicaron que la congestión obligaba a realizar varios intentos para hacer o recibir llamadas.Un portavoz de Orange señaló que el Gobierno no le había pedido que suspendiese el acceso a su red, aunque las leyes permiten a las autoridades asumir el control en caso de emergencia. 'Existe una posibilidad que no se utilizó ayer y es poner limites para que sólo los servicios de emergencia tengan acceso', señaló Vodafone. Las compañías aseguraron que habían tenido que incrementar la capacidad para permitir que las redes manejaran el aumento de llamadas. Además hicieron un llamamiento para que los usuarios se abstuvieran de realizar llamadas innecesarias o demasiado largas.O2, la ex filial móvil de BT, duplicó la capacidad de su red, lo mismo que Vodafone, que al final decidió añadir canales liberados para los servicios de emergencia. BT Group apuntó que su red tuvo que hacer frente a una importante congestión de las líneas. Lo mismo que ocurrió en Madrid y Nueva York.