Esas protestas han llevado a miles de manifestantes, que demandan la nacionalización de los recursos naturales de Bolivia y el adelantamiento de las elecciones presidenciales, a bloquear las rutas de acceso a los campos de gas de Santa Cruz. Aunque las manifestaciones son pacíficas, la producción se ha detenido como medida de seguridad, y ante las dificultades para el personal y el transporte. La crisis ha hecho que los títulos de la petrolera hayan caído en el mercado español más de un 1%.
Bolivia, que posee gigantescas reservas de gas natural en su territorio y es el principal proveedor para el cono sur de América, se enfrenta a protestas generalizadas, que exigen el control estatal de las riquezas energéticas y reformas constitucionales que permitan una mayor representación de la mayoría indígena, y que han llevado a la estructura política del país a tambalearse.
Repsol no es la única empresa que se ha visto obligada a detener la producción, ya que British Petroleum, la petrolera más grande, también ha debido cerrar la producción en uno de los campos que posee en el país andino. Petrobras, empresa estatal brasileña, ha afirmado en cambio que sus operaciones en Bolivia no se han visto aún afectadas por la crisis.