Calma en los mercados tras el referéndum
Aunque algunos lo han achacado al cierre ayer de los mercados en el Reino Unido y Estados Unidos, la reacción tras el referéndum francés del domingo ha sido de calma. Bueno, algo habrá influido. Pero es evidente que los mercados ya lo tenían en parte descontado. Me refiero al no, aunque no está del todo claro que hayan valorado sus consecuencias en su justa medida.
Dice Javier Solana que lo peor que puede suceder es que el rechazo de Francia suponga una parálisis en el proceso de UE. Mientras, la Comisión pide que continúen las ratificaciones por otros países (durante esta semana será la ocasión del pueblo holandés, con los sondeos apostando claramente también por el rechazo). Y coincide con el responsable de Exteriores europeo en pedir que no se paralicen los procesos de adhesión de nuevos miembros, como es el caso de Turquía.
Lo dicho: descontado a corto plazo, pero todo un cúmulo de interrogantes a medio y largo plazo. Y yo soy algo escéptico sobre la posibilidad de grandes decisiones en el Consejo Europeo de junio, donde será el Reino Unido el que tome el testigo de la presidencia europea. Así, el propio responsable de Exteriores británico consideró que el rechazo a la Constitución plantea 'profundas cuestiones sobre la dirección futura de Europa'. También, que será preciso disponer de un 'periodo de reflexión' para responder a los interrogantes actuales.
Pero en teoría es el Consejo Europeo el que tiene que buscar una solución. Al menos así aparece en la Constitución europea, ahora rechazada. ¿Un proyecto muerto? El presidente de la Comisión Europea ha considerado que la decisión de los franceses es un problema serio, además de existir el riesgo que se contagie a otros países. ¿Un nuevo referéndum antes de la fecha oficial de noviembre del 2006? Recuerden cómo en esta fecha se debería poner en práctica, tras ser ratificado por todos los países. Algunos políticos franceses han hablado de esta posibilidad durante la campaña, aunque no estoy seguro de que la mantengan al conocer que con una participación del 70% más del 54% lo han rechazado. También se ha sugerido que podría ser de nuevo propuesto en referéndum, retocando algunos temas importantes. ¿Qué temas? ¿y el resto de los países que ya lo han ratificado? Sinceramente, sería muy complicado. Por último, también se ha hablado de aplicar alguna de las normas de la Constitución que complementen el actual vigente Tratado de Niza (obviamente, que no estén en contradicción con las actuales). Pero, ¿se atreverán los Gobiernos de los países que han rechazado la Constitución a aceptar estas modificaciones?
Recuérdese que en Francia las elecciones presidenciales serán en 2007, con la popularidad ahora (y también en el futuro cercano) de Jacques Chirac no en su mejor momento. De hecho, fue el propio presidente francés el que pidió que en el referéndum no se identificara la Constitución europea con los posibles errores de gestión de la política económica. Tras aceptar el resultado, Chirac ha reconocido que hará cambios a nivel interno (previsiblemente, hoy mismo).
No, definitivamente no parece existir un plan B para el caso de que la Constitución sea rechazada. Y la posibilidad de una Europa a dos velocidades carece de sentido práctico si es Francia la que queda rezagada. Se deberá partir de lo que en estos momentos existe. El Tratado de Niza, antes de la firma de la Constitución el año pasado, que tanto fue criticado por ser demasiado rígido en la toma de decisiones. De esta forma, la UE puede seguir funcionando. Pero los avances a partir de ahora serán muy lentos. Comenzando en estos momentos con el proceso de negociación del Programa Financiero 2007-2013. O del Programa de Trabajo y Crecimiento adelantado por el presidente de la Comisión Europea a mediados de 2004. Este último es el descendiente natural de la Agenda de Lisboa, inicialmente destinada a convertir la economía europea en la más 'dinámica y productiva del mundo'. Sin comentarios.
Precisamente la impopularidad de algunas reformas estructurales acometidas por algunos Gobiernos europeos en los dos últimos años, especialmente el alemán, italiano y también el francés, pueden explicar sus problemas políticos en estos momentos. La conclusión parece clara: la continuidad de estas reformas puede estar en peligro, aplazándose hasta otros tiempos (económicos) mejores. Sí, probablemente entremos en un 'periodo de reflexión'.