Bruselas encaja el 'no' de Francia a la espera de la consulta en Holanda
La UE reacciona con 'total normalidad' al rechazo francés en espera de la consulta en Holanda. Considera que no está cuestionado el proyecto. Pide a los países que prosigan la ratificación
La élite política y funcionarial de la Unión Europea encajó ayer con resignación el resultado del referéndum francés, pero se negó a interpretarlo como una crítica tajante a los proyectos políticos inspirados por Bruselas. La Comisión Europea prefiere achacar el fracaso de la Carta Magna 'a un problema de comunicación' y no a graves reticencias ante la orientación económica del club comunitario.
'Hay ciertamente un déficit de información en lo que concierne al ciudadano y hace falta un esfuerzo mayor de explicación', resolvía ayer el ejercicio de autocrítica la portavoz oficial de la Comisión, Françoise Le Bail. Bruselas, incólume tras el varapalo del pueblo francés, prefiere refugiarse en el carácter heterogéneo de los partidarios del no para justificar la ausencia de conclusiones sobre el resultado. 'Es un mensaje complejo', coinciden las instituciones comunitarias. 'No se sabe qué modelo europeo defienden o cual critican'.
Aún así, el comisario europeo de Economía, Joaquín Almunia, cuyo departamento ha mantenido serios conflictos con París por el descontrol del déficit público francés, deja claro que 'la orientación de la Unión Europea en absoluto va a cambiar por este resultado'. La normalidad absoluta, por tanto, fue la respuesta, al menos aparente, en el barrio de las instituciones europeas. Incluso la monótona lluvia primaveral mantuvo su pertinaz indiferencia a lo largo de toda la jornada.
La Comisión, obviando el clima de debacle, reclamaba 'mejoras urgentes después de que un informe haya revelado un importante aumento de las infracciones a las normas de la PCC política común pesquera en 2003'. El Parlamento Europeo celebraba una audiencia pública sobre 'el marco regulador de las comunicaciones electrónicas'. El Consejo de ministros de agricultura deliberaba ante las cámaras de televisión 'sobre la propuesta de reglamento que modifica el reglamento número 999/2001 sobre erradicación de encefalopatías espongiformes'.
Las dudas de Blair
'Quédense con este mensaje, por favor: plena normalidad, business as usual', pedía el presidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell. Parlamento, Comisión y Presidencia de la UE emitieron un comunicado conjunto para recordar que 'la mayoría de los países todavía no se han pronunciado' y, por tanto, el proceso de ratificación debe continuar como estaba previsto. 'Francia es un país muy importante, pero sólo decide por ella misma', añade Borrell. Y el presidente recuerda que 'hace falta que seis países digan no, para que el proyecto de Constitución quede del todo aparcado'.
Mañana mismo, Holanda celebra su referéndum y todos los sondeos auguran la segunda victoria de los enemigos de la Constitución. Pero ni siquiera un Sí a última hora serviría para devolver la normalidad al proceso de ratificación. El canciller alemán, Gerhard Schröder, reconoció ayer que el voto francés 'supone un revés para la ratificación de la Constitución, pero no su fin'.
Su rival en las próximas elecciones de septiembre, la candidata conservadora Angela Merkel, instó, por su parte, a 'tener en cuenta los temores y preocupaciones' que revela el resultado. Y apuntó, en concreto, la inquietud ciudadana 'ante la falta de definición de las fronteras europeas'. El partido de Merkel, a diferencia del SPD de Schröder, se opone a la apertura el próximo 3 de octubre de las negociaciones para el ingreso en la UE de Turquía. La victoria del No en Francia y las elecciones anticipadas en Alemania ponen en peligro ese compromiso adquirido con Estambul.
Blair pide tiempo
El impacto del resultado francés también se hizo sentir en Londres, donde el recién reelegido Gobierno laborista comenzó la misma noche del domingo a enfriar las posibilidades de una consulta popular sobre la Constitución, prevista para 2006. El primer ministro, Tony Blair, tiene también pendiente otro prometido referéndum para la disolución de la libra esterlina en el euro, pero la impopularidad del proyecto y la resistencia de su ministro de Finanzas, Gordon Brown, han ido retrasando la cita.
Blair pidió ayer 'un período de reflexión' sobre a victoria del No en Francia porque, a su juicio, 'ese resultado plantea una cuestión profunda sobre el futuro de Europa y de su economía'. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, se negó después a comentar la posibilidad de una inhibición británica en el proceso de ratificación. El asunto ocupará una buena parte de la agenda del Consejo Europeo del próximo 16 y 17 de junio en el que, en teoría, debía cerrarse el pacto sobre los presupuestos comunitarios para 2007-2013.
Almunia pide a ese Consejo 'que dé una respuesta que vaya al fondo del problema' planteado por Francia. El comisario opina que 'los ciudadanos sienten que las reformas institucionales deben ir acompañadas de una explicación política sobre los objetivos últimos de la integración europea, porque ésta entra ya en aspectos que afectan al núcleo de la soberanía de los Estados'.
La última consulta sobre un asunto europeo en Francia, en 1992, sólo avaló por la mínima el Tratado de Maastricht que daría nacimiento al euro y fue, en gran parte, gracias al impulso de la credibilidad personal del entonces presidente François Miterrand. Desde entonces, el franco (como otras 11 monedas, incluida la peseta) ha desaparecido, el Banco Central Europeo fija desde Francfort los tipos de interés de toda la zona Euro, la Unión ha pasado de 12 a 25 miembros, y se ha decidido el ingreso de Rumania y Bulgaria y la apertura de negociaciones con Turquía y Croacia. Un desgastado Jacques Chirac no ha sido capaz de convencer al electorado de que la consulta sobre la Constitución no tenía nada que ver con todos esos acontecimientos.
La consulta del domingo se ha producido, además, en un contexto de estancamiento económico en el que Francia y Alemania, los dos supuestos motores de la zona Euro, arrojan desde hace cuatro años los peores resultados del club. Las tasas de paro alcanzan cifras récord en los dos países y el déficit público supera desde 2002 el límite previsto en el Pacto de Estabilidad.
Explicar la globalización
La grave crisis ha alentado los temores de una opinión pública desorientada por el impacto de la globalización económica y temerosa de que la integración europea desbarate el Estado del bienestar construido tras la Segunda Guerra Mundial. Almunia lamenta que la clase política nacional y europea no sepa contextualizar ese debate. Y sin mencionar al presidente francés ni a ningún otro dirigente nacional, acusa de 'hipocresía política' a los líderes europeos 'que no se atreven a explicar a sus ciudadanos los cambios que se están produciendo en el orden económico mundial'. El comisario critica especialmente que 'se acuse al proyecto europeo del fenómeno de las deslocalizaciones' y que los políticos nacionales no hayan sabido explicar que 'deslocalización no es sinónimo de fracaso de un país'.
'El resultado en Francia, que es uno de los principales constructores de Europa, demuestra que algo ha ido muy mal en el debate sobre la Constitución', coincide Christoph Leitl, presidente de la Asociación europea de Cámaras de Comercio. Esta organización cree que los partidarios del No han explotado el desconocimiento de los asuntos europeos 'para alimentar el miedo y las reacciones nacionalistas que siempre surgen ante un cambio institucional'.
Para la Campaña Europea por el No, una red de partidos y Ong contrarios a la Constitución, 'el rechazo francés indica la alienación entre ciudadanos y gobiernos'. Thomas Rupp, coordinador de la organización, opina que 'la UE ha sido siempre un proyecto de las élites que han hecho tragar a la gente las realidades políticas que han ido creando'. El diagnóstico se asemeja al que hacen los ultraconservadores de varios países, que acusan a Bruselas de 'despotismo iluminado', expresión acuñada ante el nacimiento del euro por el ex ministro de Economía italiano, Giullio Tremonti.
Zapatero: 'Hay que anotar el malestar'
'Los líderes europeos deberemos tomar nota del malestar que esta votación expresa y, a la vez, redoblar nuestros esfuerzos para explicar que esta Constitución consagra los derechos y libertades de los europeos así como nuestro modelo social', afirmó ayer el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, en una declaración institucional leída en el Palacio de La Moncloa.En esta declaración, Zapatero recordó que la de Francia es 'la primera respuesta negativa al texto constitucional', después del pronunciamiento afirmativo de nueve países, incluida España. En opinión del presidente, los españoles hicieron 'lo correcto' al ratificar la Constitución en referéndum, pues apostaron por el futuro y dejaron 'de lado los miedos'.Zapatero declaró que 'desde el profundo respeto a Francia', el Gobierno español considera que 'el proceso de ratificación debe seguir, según las previsiones de la propia Constitución'. Una vez que se hayan pronunciado los veinticinco países de la Unión, y no sólo los diez que lo han hecho hasta el momento, agregó el presidente, 'será la hora de hacer balance y decidir los siguientes pasos'.