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Tribuna
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La solvencia de los pequeños y medianos astilleros

La estricta actitud adoptada por Bruselas con los astilleros públicos españoles por causa de determinadas ayudas a Izar, especialmente a raíz de los expedientes del año 2004, causó de manera indirecta que desde el exterior se infravalorara sin distinción a toda la construcción naval española, un clima que perjudicó seriamente la captación de contratos por parte de los astilleros privados en unos momentos en que el resto de nuestros vecinos europeos llenaron prácticamente sus gradas.

El acuerdo alcanzado por SEPI y los sindicatos en diciembre del pasado año no sólo consiguió dar una salida a la profunda y prolongada crisis de Izar, solución difícilmente imaginable tan sólo unos meses antes, sino que despejó los nubarrones y permitió recuperar la imagen de nuestra construcción naval, con el efecto añadido de mejora inmediata del capítulo de las contrataciones en los astilleros privados, en cantidades similares en 2005 a los de nuestros vecinos europeos, lo que pone de manifiesto su potencial competitivo.

Los astilleros de Izar no representan, no representaban antes de su disolución, más que el 40% del total de esta industria. En realidad, la mayoría de la construcción naval española, alrededor del 60%, se hace en los pequeños y medianos astilleros privados españoles, subsector que goza en la actualidad de una buena situación competitiva en los mercados mundiales.

Sin embargo, tan intensa y dilatada ha sido la crisis de Izar que es comprensible que su reflejo en los medios de comunicación haya terminado por tergiversar la realidad de toda la construcción naval española y se haya podido malinterpretar que en España no conocemos el negocio de la construcción naval, no sabemos hacer barcos.

Y nada más lejos de la realidad. Que un ingeniero naval como yo diga que en España construimos los mejores buques del mundo no tiene gran valor por venir de parte interesada. Sin embargo, así es y lo ha sido durante siglos. Supongo que será más creíble si lo dicen terceros y, en este sentido, voy a aprovecharme de los testimonios de dos novelistas de moda que, según aseveran los críticos, cuentan entre sus mejores valores documentarse histórica y técnicamente antes de escribir sus novelas.

Arturo Pérez-Reverte, por ejemplo, se muestra muy crítico con la España de 1805 en su novela Cabo Trafalgar, de moda en la actualidad; no deja títere con cabeza, pero salva de la hecatombe de la derrota naval de Trafalgar el esfuerzo y valentía de los marinos y tripulantes de los navíos españoles, por un lado, y la excelente factura de los buques españoles, 'los mejores del mundo', por otro. El segundo ejemplo es el del escritor más popular de novelas del mar en el ámbito mundial, el inglés Patrick O'Brian, autor de la saga de aventuras que dio lugar a la película Master & Commander, de tanto éxito reciente. O'Brian también destaca, a pesar de escribir con una clara tendencia a sobrevalorar la Marina inglesa, el saber hacer y la capacidad de los españoles en el diseño y la construcción de buques, competencias en las que son, dice, 'los mejores del mundo'.

En la actualidad, la construcción naval española, lejos de ser un sector en declive, es una actividad que hace honor a aquellas apreciaciones de antaño de construir 'los mejores buques del mundo'. La actividad de nuestros astilleros es un buen escaparate internacional de nuestra industria por la calidad de sus productos, cuya principal característica es su avanzada tecnología. Los buques construidos en los pequeños y medianos astilleros privados españoles son excelentes ejemplos del buen hacer de un sector industrial tradicional que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos a través de la incorporación intensiva de tecnología.

En el plano internacional, políticos y dirigentes han vuelto a darse cuenta de que el sector industrial es el que debe sustentar el mayor esfuerzo de las actividades económicas en una economía globalizada. En España, afortunadamente, también se camina en este sentido. El símbolo más claro ha sido la recuperación del Ministerio de Industria, iniciativa recibida con júbilo por los pequeños y medianos astilleros privados españoles porque nuestro quehacer supone, precisamente, un importante motor de la actividad industrial en gran parte del litoral español.

Queremos pensar que así lo han entendido sus responsables, puesto que en el último año nos ha dispensado un deferente trato a través de Pymar, organización que aglutina a los pequeños y medianos astilleros privados españoles y que cumple ahora su vigésimo aniversario.

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