'Déjà vu' en la economía
Hay una serie de semejanzas entre el comportamiento de la economía internacional los primeros meses de este año y del pasado, según el autor. En su opinión, son demasiadas para obviarlas, pero también hay diferencias profundas a tener en cuenta
Han observado las semejanzas entre el comportamiento del dólar en los primeros meses de este año con respecto al mismo periodo de 2004? Sí, la moneda norteamericana recuperaba posiciones durante el ejercicio tras alcanzar un nuevo mínimo (llevamos varios meses acumulando mínimos) al final del año anterior. Lo que cambia es el escenario económico y la situación del resto de los mercados. Aunque no crean: son más cambios en apariencia que reales.
¿Pesimistas para el crecimiento económico? Pero esto no es nuevo. Les propongo una segunda prueba, como es comprobar las conclusiones de las últimas reuniones de los bancos centrales del G-10 de los dos últimos años. Matizadas por los riesgos existentes (caída del dólar en 2003 y subida de los precios del crudo en 2004 y 2005), pero siempre optimistas hacia el futuro. La más reciente es bastante elocuente. Rechaza que la subida de los precios del crudo pueda hacer descarrilar uno de los mejores comportamiento de la economía mundial de las última décadas.
Pero, ¿y los desequilibrios en el crecimiento mundial? Estos se pueden resumir como un fuerte crecimiento económico, liderado por Estados Unidos y China, que genera desequilibrios en las cuentas exteriores. En concreto, un creciente déficit corriente norteamericano (puede superar un 6,2 % del PIB este año) y superávit del resto del mundo (la propia China podría subir su superávit este año hasta un 5% del PIB). Sinceramente: no es nuevo. Pero para muchos se trata de una bola de nieve cada vez más grande y peligrosa.
'Las fuerzas del mercado lo acabarán corrigiendo', decía hace unos meses el propio Alan Greenspan. ¿Una alusión a la necesidad de que el dólar siga su descenso? No, en mi opinión. Y es que algunos miembros de la Reserva Federal (Fed) han aludido a la responsabilidad de la elevada liquidez actual en el aumento del déficit. Y la Fed inició las subidas de tipos en mayo del año pasado, desde el inicial 1% hasta el 3% actual. Nosotros esperamos tipos de interés del 3,75%-4 % a final de año en Estados Unidos.
¿Y las Bolsas? ¿y la deuda? En niveles más altos en estos momentos (tipos de interés más bajos), pero con bastantes semejanzas en su perfil de comportamiento en los primeros meses del año con respecto al 2004. La solución para las Bolsas, tras alcanzar los niveles mínimos del año en la primera quincena de agosto, vino del mantenimiento de un fuerte ritmo de crecimiento de los beneficios empresariales. Y esto a pesar de la subida de los precios del crudo.
Ahora comenzamos a ver como la 'resistente' (según otro miembro de la Fed) economía norteamericana vuelve a acelerar su ritmo de crecimiento tras el paréntesis a principios de año. Y la moderación necesaria de los beneficios empresariales, tras las excepcionales cifras del 2004, está siendo inferior a lo esperado. Entre octubre y noviembre del año pasado los precios del crudo bajaron un 27%, tras alcanzar niveles por encima de los 52 dólares el barril. Es prometedor saber que las caídas de precios también pueden darse en el mercado de crudo.
Por otro lado, seguimos sin ponernos de acuerdo sobre las razones que hay detrás del buen comportamiento de la deuda. Hace un año aludíamos al riesgo de desaceleración económica derivada de los precios del crudo. Ahora se identifica con la 'huida a la calidad' derivada de la caída de las Bolsas, pero también con dudas sobre la solidez del crecimiento. Un 'enigma' (en este caso aludo a Greenspan) que nos acompaña desde hace ya demasiados meses.
Todo igual en apariencia, pero con diferencias profundas. Una de ellas es la corrección al alza de los spread de riesgo de las compañías (la prima que tienen que asumir sobre la deuda de los Gobiernos). Y es que el miedo es mal acompañante del inversor, especialmente tras la sorpresa negativa en las compañías de automoción en Estados Unidos (¡qué paradoja!).
Por otro lado, la creciente probabilidad de que las autoridades chinas decidan finalmente una revalorización de su moneda. Algunos dirán que esto último tampoco es nuevo: los rumores sobre un cambio de sistema de tipo de cambio fijo del yuan nos acompañan desde hace ya más de un año. Pero las posiciones parecen ahora mucho más enfrentadas: las autoridades chinas piden calma para tomar la decisión, cuando consideran que no hay trabas políticas ni técnicas para hacerlo; las norteamericanas consideran que ahora es el momento para apreciar el yuan. Y el resto del mundo advierte de las consecuencias negativas para China (en términos de mayor inflación) o en el comercio mundial (la tensión en textiles ahora es clara) de no hacer cambios. Incluidas aquí el resto de las autoridades asiáticas, que sólo piden que el movimiento sea ordenado.
Recientemente un alto cargo del Gobierno de Corea reiteraba que no habrá cambios importantes a corto plazo en el peso del dólar en sus reservas, ampliando esta misma conclusión a las propias reservas del Banco de Japón y a las de China. Y estamos hablando de una cifra total de reservas de 1,6 billones de dólares.
Los tipos de cambio forward (a futuro) anticipan una subida del 2% de la moneda china en tres meses, hasta un 5% en un año. Pero nosotros esperamos que sea un primer paso hasta su flotación total en los próximos tres años.
Demasiadas semejanzas para obviarlas. Esperemos que se mantengan: al fin y al cabo, el 2004 no tan mal año. Para la mayoría.