Wall Street asiste a un motín en Morgan Stanley
Las luchas de poder (y de egos) son frecuentes en Wall Street. Y las revueltas de accionistas también empiezan a a serlo, cada vez más, en EE UU. Que se den las dos circunstancias juntas ya no es tan normal, pero está ocurriendo en el corazón de Wall Street, en concreto, en Morgan Stanley.
Un grupo de ocho ex ejecutivos y a la vez dueños del 1,1% de la firma han pedido formal y públicamente (con publicación de cartas y anuncios en The Wall Street Journal), la salida de su consejero delegado y presidente, Philip Purcell. Le acusan de acabar con la tradicional cultura del banco con su estilo distante además de recortar la rentabilidad a sus accionistas por la implementación de una estrategia equivocada.
También señalan, que Purcell, sólo promociona a directivos procedentes de Dean Witter, el banco comprado en 1997 por Morgan Stanley. Purcell era el presidente de Dean Witter y los movimientos en la cúpula se perciben como un refuerzo a su presidencia que aliena a los directivos de la entonces entidad compradora y cuyo negocio es más rentable que el que aportó Dean Witter.
La reciente salida de varios altos directivos (muchos de ellos muy valorados dentro y fuera de la firma) y algunos cambios en la cúpula de la empresa por otros más cercanos a Purcell, ha terminado de encender la mecha del descontento. De hecho, otros accionistas, entre ellos Daniel Strickler, el mayor tenedor de acciones a título individual, y otros ex ejecutivos también están haciendo ahora criticas públicas a Purcell.
Así las cosas, el pasado martes, el grupo de los ocho ex ejecutivos, conocido como el G8, dio un paso más en su rebelión y propuso a uno de sus miembros, Robert Scott, un ex directivo, como relevo de Purcell. Además, ayer por la noche, estaba previsto que este G8 hiciera una presentación a inversores de su plan para la empresa. La cita era en las oficinas de una firma de inversión, Sanford C. Bernstein, liderada por un ex tesorero de Morgan. Unas 120 personas habían confirmado su asistencia.
Purcell, mientras tanto, ha respondido a las cartas y anuncios publicados por el G8 con una misiva, que también han sido filtrada, en la que defiende su gestión, sus nombramientos y, en parte, culpa a la prensa por colaborar con los que airean los trapos sucios de la casa.
Crisis desde hace años
La inusual crisis, se sigue minuto a minuto en Wall Street en las últimas dos semanas pero se lleva fraguando durante años. Casi desde la fusión de 1997, fecha en la que Purcell se hizo con el control del banco. El banquero se negó a compartirlo más tarde con John Mack, de Morgan y éste dejó el banco en 2001. Para entonces, la mayoría del consejo, que se dividió por partes iguales entre las dos entidades tras la fusión, estaba ya dominado por personas procedentes de Dean Witter o cercanos personalmente a Purcell. Eso es algo que se mantiene hoy por lo que es difícil que el 75% de ellos (que es lo que mandan las normas de la casa) se pongan de acuerdo para forzar su salida.
La dimisión de Mack no fue la única. En 2003, Purcell vació de contenido la cartera de Robert Scott quien se vio forzado a dimitir (y ahora milita en el G8 con la idea de sustituirle). A finales de 2004, la tensión entre las dos partes de la empresa creció tras varios despidos y nuevos nombramientos. En 2005 el consejo concedió a Purcell, una subida de sueldo del 45% pese a que la acción cayera un 8% en 2004. Semejante aumento fue demasiado para los disidentes que empezaron a hacer público su descontento y la necesidad de deshacer la fusión. El pasado 3 de marzo, el G8 pidió por primera vez públicamente la salida de Purcell.
Sin éxito. A fines de mes Purcell forzó la salida de tres directivos mas de Morgan y los ha sustituido por dos cercanos él. En el banco aseguran que no se han dado demasiadas explicaciones de los porqués. Y la tensión sigue subiendo.
Discover, la primera victoria de la disidencia
El consejo de Morgan Stanley aprobó esta semana la segregación de la unidad de negocio de tarjetas de crédito Discover, una actividad que aportaba Dean Witter a la fusión con Morgan Stanley. Discover fue una apuesta personal de Philip Purcell quien puso en marcha este negocio en 1986. En el momento de la fusión, era precisamente éste el que estaba empujando al alza el valor de Dean Witter, por encima del de Morgan Stanley, ya que se veía a esta actividad como más estable que la inversión. Pero ya no es el caso. La competencia de otras entidades, el hecho de que Morgan Stanley no tenga una banca comercial y que las tarjetas tengan una gran clientela con contados medios ha restado fuerza a Discover. Además, el negocio de inversión de Morgan Stanley es el más rentable de la entidad y el que permite que ésta esté con las grandes de Wall Street. Los que hoy se enfrentan a Purcell habían presionado por la reorganización de este negocio, por lo que ahora se apuntan una victoria parcial. Pero siguen en la lucha. Desde el lunes, solicitan la adhesión de los empleados de la firma a quienes animan a compartir sus quejas sobre la dirección. Aún es pronto para medir el éxito de la iniciativa, pero si los gestos cuentan, Purcell debería preocuparse. Uno de los despedidos en marzo, John Havens, responsable de inversión institucional, fue ovacionado por sus compañeros y subordinados de la sala de intermediación al dejar su oficina tras presentar su forzada dimisión.
Generoso sueldo
Philip Purcell fue compensado en 2004 con un sueldo (salario y bonos) de 22,5 millones de dólares, un 45% más alto que en 2003. Los beneficios de Morgan Stanley no han evolucionado en el mismo porcentaje ya que fueron un 18% mayores. La acción, sin embargo, cayó un 8%.