¿Qué hacen las cajas en el sector eléctrico?
El anuncio de que Caja Madrid ha duplicado su participación en el capital de Endesa, donde ha pasado del 5% al 9% con la intención de llegar al 10%, ha hecho respirar con alivio a aquellos que recelan del largo brazo de La Caixa, segundo accionista de la eléctrica, con un 5%.
La tranquilidad, sin embargo, ni se extiende a todos los que se alegran de que aparezca en el escenario un actor dispuesto a frenar a la entidad catalana (presente en Repsol con un 14% de los derechos y en Gas Natural, con un 32%), ni es total. Tras una primera reflexión, cada vez resulta más palpable la incomodidad de que sea otra caja de ahorros, en este caso de una comunidad autónoma gobernada por el Partido Popular, la que encabece la resistencia en Endesa.
Y es que la presencia creciente de las cajas de ahorros en el capital de las compañías eléctricas, sustituyendo al papel desempeñado durante años por los bancos, dueños de importantes carteras industriales, es un fenómeno que abriga temores en algunos círculos económicos. Además del caso de Endesa, donde la participación de la caja que preside Miguel Blesa, con sólo un 10%, puede determinar el futuro de la compañía, la semana pasada Caixa Galicia anunciaba que había alcanzado un 8% del capital de Unión Fenosa, con lo que se refuerza como segundo accionista, tras el SCH, que tiene un 22%. La evolución de la participación de las cajas accionistas de la eléctrica gallega (además de Caixa Galicia, la Caja de Ahorros del Mediterráneo y Caixanova) es inversa a la del Banco Pastor, un accionista tradicional cuyo poder se diluye, y contrasta con el deseo del SCH de vender su paquete de Fenosa.
Caja Madrid podrá contar con un segundo consejero en Endesa, si así lo solicita
La operación diseñada por Miguel Blesa puede desbaratar las intenciones de La Caixa, que ya ha renunciado a ocupar un sillón en el consejo
La presencia cada vez mayor de las cajas se ve como una 'nacionalización' del sector
También en este caso, todo hace pensar que las entidades de ahorro regionales aspiran a tener un peso específico en la tercera eléctrica española que, por su menor dimensión, y la posible salida del SCH, tiene colgado el cartel de 'se vende'. Aunque en las empresas se cuidan de no verter opiniones que puedan molestar a los accionistas, lo cierto es que la dirección de Unión Fenosa ve con satisfacción cómo se refuerza la participación de las cajas, porque las consideran inversiones sólidas, con vocación de permanencia y que pueden consolidar un núcleo accionarial frente a cualquier incursión foránea.
Sin embargo, el papel cada vez más significativo de las cajas en las empresas eléctricas, aplaudido ahora por muchos, ofrece algunos claroscuros que podrían tener consecuencias no deseadas en el futuro. Los críticos al poder empresarial de las cajas argumentan que se trata de entidades con un estatuto especial que, a diferencia de los bancos, no tienen que rendir cuenta a los accionistas; ellas pueden comprar, pero no al revés; invierten con recursos ajenos, los que obtienen de sus impositores y, sobre todo, están controladas por sus respectivos gobiernos regionales.
Si la empresa que preside Manuel Pizarro, con un núcleo de control limitado a dos cajas, e Iberdrola (con una piña de pequeñas cajas más BBK) y Fenosa, con los que se van forjando poco a poco, acaban en manos de estas entidades de ahorro, bien se podría hablar de una renacionalización (o, mejor, de una regionalización) de las eléctricas y, en el caso de Endesa, de una vuelta al control del sector público autonómico. Y puede darse el caso de que dos gobiernos de distinto signo político se disputen el control de una empresa.
Tal es el caso de Endesa, donde la operación diseñada por Blesa puede desbaratar las intenciones de La Caixa de dejarse oír en la eléctrica y da al traste con una operación de fusión resucitando la frustrada unión con Gas Natural. La compañía ha recibido con satisfacción el envite de Caja Madrid y, así, su consejero delegado, Rafael Miranda, le dio ayer la bienvenida. De hecho, según fuentes de la empresa, si la entidad madrileña solicita un segundo consejero, lo tendrá. En este sentido, y para que la operación resulte redonda, Endesa necesitaría que la CNE le dé la razón respecto al conflicto que mantiene con La Caixa que, recientemente, solicitó un sillón en el consejo de Endesa. De momento, la entidad catalana renuncia, según fuentes financieras, a ese puesto en el consejo.
En cualquier caso, la polémica de la presencia de La Caixa en el consejo podría reavivarse en cualquier momento. Y la clave sigue estando en la CNE. Este organismo se lo había prohibido en 2001, ateniéndose al decreto sobre liberalización del 23 de junio de 2000, que prohíbe que un accionista con más de un 5% del capital de dos operadores principales (los cinco primeros por cuota de mercado) de los sectores de la electricidad, el gas y el petróleo, pueda ejercer en ambos sus derechos políticos. La Caixa tiene en estos momentos un 30% en Gas Natural, por lo que es incompatible con Endesa, que también figura como operador principal en la lista del gas.
A la vista de que Endesa se descolgó de la última lista anual de operadores principales elaborada por la CNE, La Caixa abrigó esperanzas legales de ejercer su poder en Endesa y solicitó un consejero. Sin embargo, el real decreto sobre productividad aprobado el Gobierno el pasado 11 de marzo echó a un pozo el gozo de la entidad, ya que, al eliminar del ranking a Enagás, por tener la condición de operador del sistema gasístico, volvía a aupar a la lista a Endesa, aflorando de nuevo la incompatibilidad de La Caixa.
Sin embargo, aunque la iniciativa de Caja Madrid resuelve un problema a corto plazo, ésta puede tener consecuencias no deseadas en el futuro. Tal como indican los que se oponen, la presencia de las cajas de ahorro en las empresas 'es un modelo que no se da en ningún país del mundo' y no garantiza la independencia de las empresas y la configuración de un capital de inversores con perfil de mercado.
Sin embargo, no siempre son las cajas las interesadas en entrar en el capital de las eléctricas, sino que el reclamo viene de las compañías, cuyos responsables ven a estas entidades como accionistas 'no molestos', que no intervienen en la gestión, pero que aportan fondos. Un ejemplo es el de Iberdrola, que ha mantenido una invitación abierta a las cajas que actúan en los territorios donde es distribuidor de energía, apelando a los intereses comunes de sus clientes. Esta simbiosis se había dado con frecuencia en épocas en que las eléctricas eran pequeñas y muy locales y ha dado como resultado, en el caso de Iberdrola, que un 6,5% de su capital esté en manos de más de una decena de cajas, que se han sumado a su accionista histórico, la BBK, con un paquete del 7,5%.