Los estadounidenses empiezan a preocuparse por el precio de los combustibles
A 2,217 dólares el galón. Ese es el precio que marcó ayer la gasolina para automoción en Estados Unidos, un país donde sus conductores están tradicionalmente acostumbrados a precios bajos. Mientras los analistas advierten de que las alzas durarán al menos otros dos meses, los consumidores empiezan a echar cuentas, y recuerdan con temor cómo hace más de 20 años, en plena crisis del petróleo, los precios de la gasolina se dispararon hasta los 3,08 dólares el galón (que equivale a 3,78 litros).
El 58% de los consultados en una encuesta realizada por la cadena de televisión CNN y el diario USA Today indicó que los precios de la gasolina ya les han causado problemas económicos. Además, el 48% dijo que ante la situación han tenido que reducir el uso de sus automóviles. Según Gallup, la empresa que ha realizado la encuesta, es la primera vez que una mayoría de los encuestados dice sufrir "los rigores" de la situación.
El secretario de Energía de EE UU, John Snow, se ha sumado a esta alarma, y se ha puesto del lado de los consumidores, recordando que el mayor precio de la gasolina se ha convertido en un impuesto adicional para el consumidor estadounidense. Snow añade, preparando al ciudadano medio, que las consecuencias de estas subidas "van a tener un costo, un efecto, sobre el panorama económico".
Aparte de las decisiones que puedan tomar otros agentes del mercado internacional, como la OPEP, poco puede hacer Estados Unidos para controlar un alza que tiene mucho que ver con su fuerte demanda (es el primer consumidor mundial) y con la debilidad del billete verde en los mercados de divisas.
La reserva estratégica
Su única posibilidad para actuar desde dentro es utilizar la Reserva Estratégica de EE UU, constituida por motivos defensivos, pero también para casos de alzas extremas del precio del crudo, y que en estos momentos cuenta con 688 millones de barriles en stock.
Hasta ahora, el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, ha rehusado acudir a esa reserva para hacer bajar los precios en un país que consume 9,33 millones de barriles diarios de gasolina y que pese a ser uno de los mayores productores de crudo, tiene que cubrir más del 60% de sus necesidades de combustibles con mineral del exterior.