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Crónica de Manhattan
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Mayores y trabajando

Cada vez más americanos pueden decir que llevan 'toda la vida trabajando'. Literalmente.

Es un hecho evidente. Hombres y mujeres con los 60 cumplidos sirven cafés en establecimientos de comida rápida, ayudan a los turistas en los museos o enseñan pisos de inmobiliarias, por ejemplo. La mayoría son empleos a tiempo parcial y mal pagados.

Las estadísticas del departamento de empleo dan fe de este fenómeno y certifican que desde los años noventa el segmento de la población laboral que más crece es el de los mayores de 55 años. Esto invierte la tendencia creada a mediados del siglo pasado cuando buen parte de los trabajadores empezaba a jubilarse a una edad cada vez más temprana.

En 2004, el 69% de los hombres entre 55 y 64 trabajaba, una subida notable si se tiene en cuenta que a mediados de los noventa el porcentaje se había reducido hasta el 65%. Entre los mayores de 65 años un 19% estaba ocupado en 2004 mientras que hace 10 años lo estaba el 15%. Entre las mujeres, las estadísticas son distintas por el retraso en su acceso al mercado laboral. No obstante, la tendencia es la misma: a partir de cierta edad, 55 años en adelante (incluso 70), los gráficos muestran una curva de empleo que asciende aceleradamente y que puede que siga así algún tiempo.

Cuando la curva empezó a subir, en la segunda mitad de los noventa, los economistas atribuyeron el fenómeno a las oportunidades que generaba la nueva economía. El dinamismo del mercado laboral además de los buenos salarios y compensaciones de las nuevas empresas mantuvo a muchos trabajadores activos después de los sesenta.

Una vez explotada la burbuja -y volatilizados muchos ahorros para la jubilación- muchos americanos han continuado trabajando porque de no hacerlo, no llegarían a fin de mes.

Los estadounidenses reciben una pensión pública, la que ahora quiere privatizar parcialmente Bush, y a partir de los 65 años están cubiertos por un sistema sanitario público (que aún no incluye el pago o subvención de las medicinas). Pero la pensión pública, que es la única red social estatal, es escasa y los gastos farmacéuticos altos. Tradicionalmente las empresas han terminado de cuadrar las finanzas de sus jubilados con planes de pensiones y coberturas médicas.

Pero muchos de estos planes (especialmente los médicos) han sufrido fuertes modificaciones para reducir costes. Las empresas están abandonando el papel social que hasta ahora han desempeñado. Si hace 20 años dos tercios de ellas ofrecían seguro médico a los trabajadores que se retiraban, el año pasado sólo un tercio lo hizo. Para complicar las cosas cara al futuro, muchas compañías están pasando cada vez más costes médicos a sus empleados (cuando ofrecen seguro).

Según la Cámara de Comercio, es una cuestión demográfica: las empresas tienen menos trabajadores que antes y con el trabajo de éstos no pueden asumir el coste de las pensiones y las prestaciones sociales prometidas a los jubilados (en algunos casos más personas que los que hay en la plantilla).

Algunos han demandado a sus compañías por ello, pero el hecho es que su cheque mensual es cada vez más escaso. Por eso muchas personas jubiladas o que han sido prejubiladas en vez de retirarse e irse a jugar golf a Florida no tienen más remedio que aceptar trabajos que antes ni habrían considerado.

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