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Tribuna
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Algunas claves de las NIC

El autor, que se suma al Debate Abierto en Cinco Días, analiza las peculiaridades de las nuevas Normas Internacionales de Contabilidad. En su opinión, el atributo más destacado es su rápida evolución, que obligará a las empresas a dedicar recursos adicionales a conocer los cambios y adoptarlos

Las Normas Internacionales de Contabilidad (NIC) están de actualidad: dentro de breves días serán las que rijan la presentación y valoración de los estados financieros consolidados de unas 8.000 empresas que cotizan en alguna Bolsa de la Unión Europea, entre las que se cuentan cerca de 300 empresas españolas.

La Vieja Europa adopta frecuentemente soluciones sin precedentes para dar respuesta, desde su idiosincrasia de mosaico multinacional y multisoberano, a las exigencias de la globalización. En este sentido, creó en su momento las primeras instituciones monetarias transnacionales, con su correspondiente moneda única, y está en vías de adoptar la primera Constitución política de ámbito asimismo transnacional.

Las nuevas normas obligan a la alta dirección a implicarse en la información financiera como primer requisito para que ésta posea verdadera relevancia

Existe la creencia general de que el cambio más espectacular que introducen las NIC es el valor razonable (fair value). Sin embargo, los mejores conocedores españoles de las NIC no opinan igual.

Las NIC sólo obligan a aplicar el valor razonable a las inversiones financieras y, de ellas, las que tienen un valor de mercado conocible y la empresa tiene intención de negociar. Para los inmovilizados materiales, la adopción del valor razonable es opcional, y no se espera que esta opción sea utilizada. Quien lo haga deberá hacerla extensiva a toda una clase de activos y no sólo a los que le interesen, y deberá mantener consistentemente este criterio de valoración a lo largo del tiempo. Esto haría evolucionar los resultados futuros de una forma que no tiene por qué coincidir con los intereses de quien tome esta decisión y, además, origina costes de tasación.

Por el contrario, el atributo más destacado de las NIC, al menos desde la óptica española, es su rápida evolución. Baste decir que el Plan General de Contabilidad cumplía las NIC cuando se publicó en diciembre 1990. Ahora, dicho plan sigue íntegramente vigente y, en cambio, discrepa de las NIC en muchos puntos. Y esta velocidad de cambio de las NIC no disminuye. Por tanto, las empresas españolas deberán dedicar recursos adicionales a conocer los cambios y a adoptarlos. Y, además, los tendrán que calcular con carácter retroactivo, puesto que las cuentas se deben presentar como si la modificación tuviese efecto el primer día del año anterior al de su entrada en vigor.

Otra característica importante de las NIC es que introducen una serie de controles que ayudan a asegurar la fiabilidad de la información que resulta. Así,

l Requieren que el valor de adquisición de los inmovilizados materiales incluya el coste de desmantelamiento, el cual debe registrarse como mayor valor del activo -que, de este modo, pasará a ser amortizado- y como una provisión para gastos en el pasivo.

l Los componentes del inmovilizado material se tienen que desglosar según su vida útil y amortizar cada parte de acuerdo con dicha previsión de vida. Este procedimiento surte efectos comparables a la provisión para grandes reparaciones prevista en nuestro ordenamiento, que queda suprimida.

l El propio criterio, ya comentado, de aplicar el valor razonable sólo a las inversiones financieras con las que la empresa tiene intención de comerciar, requiere una toma de postura previa acerca del destino de cada inversión financiera desde el momento en que se realiza.

El espíritu de control se cierne asimismo sobre otros aspectos, como la contabilización de las coberturas o el desglose, dentro de los instrumentos financieros, de su posible componente de recursos propios. Por ejemplo, a la emisión de obligaciones convertibles en acciones.

Las NIC requieren que la información financiera se presente desglosada de acuerdo con el criterio que resulte más relevante para el usuario. A saber: por sectores de actividad, por familias de productos o por mercados donde se actúa.

Por último, un aspecto en el que las NIC pueden revolucionar el resultado de la contabilidad -y los costes de elaborarla- es la figura del deterioro de los activos. El concepto no es nuevo, puesto que la legislación española también prohíbe que un activo figure en balance por encima de su valor de realización. Lo nuevo es que esta regla parece ir en serio. En tal sentido, la NIC 36 describe procedimientos muy elaborados para determinar el valor de los activos y, por tanto, la posible identificación del deterioro experimentado por dicho valor.

Estas y otras características de las NIC impiden que la alta dirección siga considerando las cuentas como un asunto interno del departamento financiero. Por el contrario, la obligan a implicarse en la información financiera, como primer requisito para que ésta posea verdadera relevancia.

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