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Tribuna
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La tarta y las televisiones

En las últimas semanas los medios han llenado sus páginas con el debate surgido sobre la posibilidad de que el Gobierno dé luz verde a la concesión de nuevas cadenas privadas de televisión. Como es lógico, la noticia no ha dejado indiferente a los principales colectivos afectados: televisiones privadas y anunciantes. Los primeros no han ocultado su recelo y desencanto ante una posible nueva apertura de la oferta televisiva, mientras que los segundos han descorchado botellas de cava ante un mercado que consideran reducido para la gran demanda existente de espacio publicitario.

Si tenemos en cuenta los continuos crecimientos de sus ingresos publicitarios, el enfado de las privadas es hasta comprensible. Las dos cadenas de televisión que cotizan en la Bolsa española están de enhorabuena. Telecinco ha ganado un 2% tras anunciar que ha incrementado sus ingresos publicitarios un 30,5% en el tercer trimestre, mientras que Antena 3 TV, animada por el buen dato de la cadena de Mediaset, sube un 4,14% hasta 51,55 euros. Telecinco ha revelado que su división de publicidad Publiespaña ha facturado 528 millones de euros entre enero y septiembre, un 26% más.

Otra de sus quejas es la definición del modelo de financiación de la televisión pública. Respecto a este debate, Jorge del Corral, secretario general de la Unión de Televisiones Comerciales Asociadas (Uteca), esgrime como argumento que España es el país del mundo donde hay más competencia televisiva, con seis cadenas de ámbito nacional en la práctica (las dos de TVE, las tres privadas y la Forta) que compiten por un mercado comparativamente más pequeño que otros como el francés, el alemán o el de EE UU. 'Por tanto, si no hay reglas de juego para la televisión pública lo que se produce en España es una selva'. El ministro de Industria, José Montilla, ha salido al paso de estas declaraciones dando por hecho que RTVE no debe renunciar al mercado publicitario.

Pero en todo este debate se ha dejado de lado a los que financian a las cadenas con sus millonarias inversiones publicitarias anuales: los anunciantes. Este colectivo, agrupado en la Asociación Española de Anunciantes (AEA), muestra su ilusión por la llegada de nuevas cadenas ante la enorme saturación publicitaria que hoy padece el mercado televisivo español y, como consecuencia, la escasa eficacia lograda por las empresas que invierte en el medio rey.

Como se ve, cada uno acerca el ascua a su sardina. Sin embargo, el hecho de que casi un 20% de las campañas programadas se queden fuera de televisión por falta de espacio material en los bloques de spots es un síntoma evidente de que algo hay que hacer. Por tanto, aún queda tarta publicitaria para dar y tomar.

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